Florentino Pérez, presidente del Real Madrid.
04/10/2022
2 min

En el Barça, de los temas judiciales, económicos o patrimoniales se hace cuestión de estado. Páginas y páginas de análisis y opinión, miradas cuidadosas sobre detalles interesantes que se alejan de la realidad deportiva. En Madrid, en cambio, los grillos cantan. La entidad madridista celebró este fin de semana una nueva asamblea. Una nueva alfombra roja para Florentino Pérez, que gobierna sin una brizna de oposición ni prácticamente masa crítica. Las opiniones en contra solo tienen que ver con lo que pasa en el césped, donde siempre habrá culpables antes de que la diana se sitúe en el palco. El Madrid tiene más de 30 millones de pérdidas en la sección de baloncesto. La masa salarial y la deuda han crecido. Y resulta que Florentino también vendió activos para cerrar el curso sin pérdidas. Legends y Sixth Street, famosos en Catalunya, pasaron de puntillas por la capital española. Demasiados silencios cómplices.

Está claro que la situación de Barça y Madrid no es idéntica. En el Camp Nou el sudor es más frío porque el escenario post-Bartomeu era mucho más delicado. Pero, a pesar de esto, la diferencia de criterio es exagerada. ¿Por qué? Porque son clubes con una idiosincrasia opuesta. Lo llevan de raíz. También porque la masa social difiere y aquí siempre habrá un socio dispuesto a escudriñarlo todo con lupa (en Catalunya el movimiento asociativo y la sociedad civil tienen una gran fuerza). Pero si esto pasa es también por culpa de la prensa catalana. De una parte. Si aquí el foco se ha puesto en cuestiones no deportivas es porque ha habido periodistas comprometidos que han hecho muy bien su trabajo. La SER como ejemplo.

Y aquí es donde voy, al tercer punto: en el Barça hace demasiado tiempo que hay una enorme desconexión con una parte de la prensa. Demasiados periodistas de primer nivel marcados con una X por obsesiones y fobias personales, por miedos e inseguridades propias. No entraré en ejemplos de otros medios, pero muchos compañeros pueden levantar la mano y explicar sus historias. En el caso del ARA todo viene porque en el Camp Nou hay unos cuantos obsesionados —creo que Laporta es demasiado listo para caer en estas ilusiones conspiranoicas— en buscar a Víctor Font detrás de cada línea del diario. Está claro que este diario se equivoca. Como todos. Criticadlo, por supuesto. Pero, a mí, ni Font ni nadie me han dado nunca ninguna consigna —ni a ningún compañero mío— sobre qué escribir cuando hablo del Barça, y esto me ha permitido, no pocas veces, alabar a Laporta. Duele que los mismos que aplaudían el periodismo crítico (o el humor) en la era de Bartomeu ahora renieguen si se hace lo mismo con la actual junta.

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