Barça

El Barça recupera la fe en sí mismo (3-5)

El equipo de Koeman levanta una eliminatoria que parecía perdida y derrota al Granada en la prórroga (3-5)

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Alba, celebrando uno de sus goles a la Copa

Enviat especial en GranadaEl Barça sueña. A pesar de las filtraciones, los recortes de sueldo y los errores defensivos, el equipo de Ronald Koeman ha recuperado la autoestima perdida y ya está en las semifinales de Copa después de superar en una prórroga alocada a un Granada combativo (3-5). Y para ganar un partido que parecía no acabar, había que tener mucho más que talento y buen juego. Había que tener fe, confiar en el compañero. Y si no hace tanto fue el Athletic Club quien dejó con un palmo de narices al Barça en la final de la Supercopa empatando en el último segundo del partido, en el campo del Granada fue el Barça quien tuvo el coraje necesario para ganarse una segunda oportunidad, cuando ya parecía condenado a la eliminación. A falta de cinco minutos para el final, el Granada ganaba 2-0, pero el equipo de Koeman no desfalleció. Y, por una vez, el fútbol fue justo. En la prórroga, en un partido con más giros de guion que un libro de Agatha Christie, el Barça acabó con la cabeza alta en su cuarta prórroga en cuatro semanas. Y de paso, hizo recuperar la fe a sus forofos. El primer paso es recuperar la ilusión de todo el mundo. También de Messi, que celebró los goles como si fuera una final de Champions.

Caer en la Copa del Rey habría significado gastar las dos balas de las competiciones más asequibles, puesto que la Supercopa era una herida que todavía sangraba. Solo habría quedado el acto de fe en la Champions y la Liga. Es decir, esperar casi un milagro para alejar el fantasma de la segunda temporada en blanco. La Copa del Rey es un símbolo, de hecho. Una competición para animarse, para aspirar a levantar un trofeo y para hacer más agradable esta travesía por el desierto. Koeman lo sabía. Los futbolistas, también. Por eso no se rindieron cuando los jugadores del Granada ya se sentían ganadores del duelo. Después de 85 minutos desaprovechando ocasiones claras, encontraron el camino del gol con un poco de fortuna. La suerte sonríe a quien la busca. La recompensa es el apoyo de los forofos, no andar solo.

En Granada, el Barça habría podido golear en la primera parte, pero acabó haciéndolo en la prórroga, donde Griezmann se colgó unas cuantas medallas. Antes, el equipo de Koeman estaba convirtiendo al portero valenciano Aaron en el héroe del día. El Barça parecía quedar condenado a las noches de insomnio, recordando cada parada de Aaron, el chut al larguero de Trincao o la carrea desesperada de Umtiti detrás de Soldado en la jugada del 2-0. Condenado por la falta de puntería. Juego, de hecho, tenía. Koeman ya parece tener su guardia pretoriana que empieza a jugar de memoria. Pedri y De Jong se sientan a la izquierda y la derecha es del padre, un Messi que sigue centrándose en lo que pasa sobre el césped durante 90 minutos, puesto que hace tiempo que ha entendido que, hasta que no llegue un nuevo presidente, lo que pase en los despachos puede dar miedo. El Barça de Koeman sabe jugar, ya tiene un relato propio, pero le falta empezar y acabar bien las cosas. Si el mediocampo es suyo, las áreas son sus talones de Aquiles.

En la primera parte, la lluvia de ocasiones del Barça no se tradujo en ningún gol. Pedri bailaba con la pelota y De Jong parecía omnipresente, pero cuando Umtiti perdió la pelota dentro del área antes del descanso, Kenedy fue más rápido que Sergi Roberto para batir a Ter Stegen. Sí, Koeman hizo jugar de salida al alemán por delante de Neto, quien hasta ahora era el portero de la Copa. Pero el alemán no puede hacer milagros siempre. Y, si al final del primer tiempo Kenedy hizo el primer gol local, al inicio de la segunda Soldado, que no había podido con Araujo hasta entonces, se zampó a Umtiti para hacer el 2-0. En el día del regreso de Sergi Roberto al equipo titular, el resultado no hacía justicia.

El gol dejó al Barça muy tocado, pero después de dos chuts al palo, cuando ya parecía todo listo para sentencia, Griezmann levantó la cabeza, primero con un gol afortunado y después asociándose con Messi para ofrecer a Jordi Alba la posibilidad de empatar y forzar una prórroga en la que el propio Griezmann, renacido, hizo el 2-3. El francés no había hecho mucho cosa, pero reaccionó cuando más hacía falta, cuando Trincao y Messi habían encontrado el palo. Pero, como si sirviera para recordar que todavía queda trabajo por hacer, Dest, que había entrado por un Sergi Roberto lisiado, cometió el penalti del 3-3. 

Pero en el fútbol, como en la vida, no puedes hacer caer los muros más altos si no tienes fe, si no sueñas. Y este equipo quiere soñar, quiere luchar unido. Liderados por un Messi omnipresente, De Jong y Alba terminaron el trabajo en la segunda parte de la prórroga. El partido tenía que ser una goleada. Y lo fue, pero en la prórroga, sufriendo, con épica. Por el medio, pasó de todo. Granada es un buen lugar para soñar. Y podría ser el inicio de una historia todavía más bonita en la Copa del Rey.

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