Vela

Barcelona trabaja para llevar la prestigiosa Copa América de vela a sus aguas

La Generalitat apoya una candidatura que el Gobierno español también ve con buenos ojos una vez se ha retirado la propuesta valenciana

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El equipo Luna Rubia  Prada Pirelli durante la cursa número 10 de la Copa América al puerto de Auckland, Nova Zelanda

BarcelonaBarcelona trabaja para poder llevar a sus aguas una de las competiciones más prestigiosas del deporte mundial, la Copa América de vela. Celebrada por primera vez en 1851 en la isla de Wight, en Inglaterra, cuando el barco norteamericano América se impuso ante la familia real británica, la Copa América ha superado guerras y crisis hasta convertirse en uno de los torneos más seguidos a escala mundial. Ahora Barcelona aspira a ser sede de la edición de 2024 y trabaja para tener a punto un dosier para presentar la candidatura definitiva delante del Royal New Zealand Yacht Squadron de Nueva Zelanda, los encargados de organizar esta edición.

La competición, donde diferentes barcos de vela representantes de clubes de todo el mundo compiten entre ellos para enfrentarse a la gran final en el club que defiende la corona, la ganó en 2021 el barco Te Rehutai, de Royal New Zealand Yacht Squadron. Este club revalidó el título en la bahía de Auckland al derrotar al Luna Rossa italiano. Los neozelandeses, grandes dominadores los últimos años de la Copa después de décadas en las que solían mandar los norteamericanos, siempre han organizado la Copa en sus aguas, en Auckland, pero, ante el impacto de la pandemia y las estrictas leyes para evitar contagios, en esta ocasión ha decidido abrir la puerta a recibir propuestas de otras ciudades para organizar una de las competiciones que más dinero mueven en el mundo.

El proceso de selección de candidaturas se abrió a finales de 2020 y, a pesar de que la idea era cerrarlo en 2021, se decidió alargarlo, puesto que la pandemia seguía condicionándolo todo. Al final, quedaron cinco posibles candidaturas: Barcelona, Valencia, Cork, Jiddah y la propia Auckland, opción que parece casi descartada porque el gobierno local no ve con buenos ojos tirar adelante la organización de un gran acontecimiento cuando todavía hay pandemia. Valencia mostró su interés, porque ya había organizado la Copa América en 2007 y 2010, cuando lo hicieron después de pactarlo con los campeones, el Alinghi de Suiza, que buscaba una sede, puesto que su país no tiene mar. De hecho, el Gobierno español, representado por Víctor Francos, secretario general de Deportes y Cultura, se reunió a finales de 2021 con los empresarios que tienen los derechos del torneo en España, liderados por el italiano Francesco De Leo, pensando que Valencia era el lugar ideal, pero el Ayuntamiento finalmente no lo vio claro. Las dos ediciones de la Copa organizadas por Valencia acabaron con pérdidas y denuncias, así que Valencia ha decidido no volver, a pesar de tener las infraestructuras a punto. El ayuntamiento valenciano no quiere apostar por una competición que les recuerda a la gestión de los tiempos de Francisco Camps y Rita Barberá.

Málaga, nuevo rival

La decisión de Valencia abre de paso la puerta en Barcelona, puesto que el gobierno de Madrid sigue apoyando el proyecto. A Barcelona, sin embargo, le ha surgido un nuevo rival: Málaga. La ciudad andaluza, a pesar de que el subdelegado del gobierno en la provincia, Javier Salas, explicó que la inversión del Estado en la ciudad iría destinada a la Expo Universal del 2027, se ha reunido con los representantes de Nueva Zelanda los últimos días y confía en tener opciones. A diferencia de Málaga, donde los representantes políticos han hecho públicas los encuentros, en Barcelona se ha trabajado en silencio, con la secretaría de empresa de la Generalitat coordinando la elaboración del dosier, con el apoyo del Puerto de Barcelona y el Real Club Náutico. El Ayuntamiento de Barcelona, de momento, se ha mostrado prudente. En principio, la sede escogida se tendría que saber el 31 de marzo.

Según diferentes estudios, organizar la Copa América puede dejar un montón de beneficios económicos. En 2017, el Golden Gate Yacht Club norteamericano, de San Francisco, la organizó en el Caribe, a Bermuda, la edición que ha dejado más beneficios. Los organizadores explicaron que por cada dólar invertido ingresaron cinco, cifra muy superior a otras ediciones. Según un estudio de PriceWaterhouseCoopers (PWC), hay una audiencia potencial de 51 millones de espectadores. La experiencia valenciana, sin embargo, es la señal de alerta de qué pasa cuando no se aprovecha esta ocasión para obtener beneficios.

La candidatura de Cork, por su parte, sigue pendiente de un acuerdo que no llega entre la ciudad y el gobierno irlandés, mientras en Nueva Zelanda se duda de llevar la Copa a Aràbia Saudita por la fuerte oposición de la opinión pública por la falta de respeto a los derechos humanos del gobierno local. Además, se trata de una zona donde los vientos no acaban de convencer a los especialistas. Sin Valencia, Barcelona entiende que se abre un escenario favorable para organizar la 37.ª edición de la Copa. Marcas locales, como Estrella Damm, ya patrocinaron el equipo de Nueva Zelanda durante algunas ediciones.

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