La imparable revolución de las mujeres en bicicleta llega al Tour
La prestigiosa competición francesa recupera 33 años después su prueba femenina
Enviat especial en ParísEste último fin de semana los organizadores del Tour de Francia invitaron a todas las mujeres que habían participado en esta prueba en el pasado. "Todas estábamos delgadas, se nota que hemos seguido rodando a pesar de lo que diga la gente", bromeaba la francesa Jeannie Longo. Viejas campeonas se reencontraron emocionadas, recordando una era amateur en la que todo era más complicado para una mujer deportista. "Pero no cambiamos lo que vivimos para nada, fue bonito", añadía la italiana Maria Canins, campeona dos veces de aquel Tour que duró tan solo del 1984 al 1989. Si el Tour de Francia masculino es una prueba centenaria consolidada, la cita femenina ha ido apareciendo y desapareciendo. Han existido otras pruebas similares en las últimas décadas, pero ninguna con el apoyo de los responsables de la prueba masculina. Hasta ahora.
El renovado Tour de France Femmes vivió el domingo su primera etapa en los Campos Elíseos de París, con triunfo en el esprint de la neerlandesa Lorena Wiebes, y acabará este próximo 31 de julio con una etapa de montaña en Alsacia, con final en las rampas de La Super Planche des Belles Filles. Un ciclismo moderno, donde todo está calculado, muy diferente del de las pioneras del primer Tour femenino de 1955, cuando 41 mujeres participaron en una carrera de cinco etapas organizada por el polémico periodista Jean Leulliot. El triunfo final fue para Millie Robinson, una indomable deportista británica de la isla de Man que había pasado de recibir burlas de sus compañeros en el ejército británico, donde pasó unos cuántos años con uniforme, a ser admirada por los compañeros de armas cuando la veían por televisión estableciendo récords mundiales. Pero el ciclismo femenino no recibió suficiente apoyo y aquella aventura duró un solo año. Cuando en los 80 el director del Tour, el periodista Félix Lévitan, sacó adelante la carrera femenina, recibió pocos apoyos. "Era un visionario", lo recuerda Longo. En 1989, el Tour escogió un nuevo director que consideró una pérdida de dinero tener una carrera femenina, y la eliminó. "La pasión por la bicicleta siempre ha existido entre las mujeres. Lo que faltaba era una apuesta firme. En los años 80 algunos visionarios lo hicieron, pero no nos lo pusieron fácil", explicaba Jeannie Longo, este domingo en París, al presenciar la primera etapa de esta nueva era del Tour de Francia femenino. Ella había ganado tres ediciones en los 80.
Francia, la tierra donde el ciclismo forma parte de la identidad nacional, donde las carreteras se llenan cada día de ciudadanos que se saben de memoria cada curva, cada cumbre y cada campeón del Tour, había cerrado la puerta a mitad de la población. Pero en los últimos años, diferentes pruebas, como la Volta a Catalunya, la Vuelta a España o la París-Roubaix, ya habían ido creando sus carreras femeninas, añadiendo presión a la gran carrera francesa. Finalmente, la empresa ASO, la encargada de organizarlo todo, y la Unión Ciclista Internacional han encontrado los compañeros de viaje necesarios para poder organizar un Tour que nace con ambición. "El reto es que el Tour femenino crezca fuerte y cada año reúna a más gente, que perdure", explica al ARA Michael Horvath, el fundador y CEO de la plataforma de rutas online Strava, que brinda un apoyo clave. La otra marca que ha apostado ha sido Swift, una plataforma para competir y rodar online. Que sean plataformas tecnológicas las que hayan visto claro que valía la pena dar este paso no es una casualidad. "Cada vez tenemos más mujeres registradas, y de hecho los datos que tenemos en Strava demuestran un hecho significativo. Si las ciudades como Barcelona apuestan por tener más carriles para bicicleta y menos coches, más mujeres cogen la bicicleta", explica al ARA Horvath, que ha firmado un acuerdo que permite a los organizadores del Tour, tanto el masculino como el femenino, utilizar todos los datos que recopila Strava, una plataforma que ha pasado de los 100 millones de usuarios, que comparten rutas y resultados con gente de todo el mundo. "Los datos que tenemos permiten saber cómo son los recorridos y los compartimos con ayuntamientos o gobiernos por si quieren medir su impacto. Y el dato sobre el ciclismo femenino es importante: cada vez más mujeres quieren competir".
Profesionales que no lo son del todo
Strava ha impulsado la iniciativa Strive for More (esfuérzate para conseguir más) jugando con el nombre de su marca, que significa precisamente "esforzarse" en la lengua de Horvath, el sueco. "Daremos un millón de euros durante los próximos tres años para fomentar que cada vez más mujeres participen en competiciones", tanto de ciclismo como otros deportes, puesto que Strava nació vinculada al ciclismo pero ahora conecta a personas de todo el mundo que hacen deporte. Parte del dinero irá a la asociación The Cyclists' Alliance, que se encarga de ayudar a las ciclistas profesionales, puesto que "muchas compiten como profesionales pero no lo son del todo y tienen trabajos", argumenta la británica Lizzie Deignan, presente en la salida de la prueba pero ausente en la carrera porque está esperando su segundo niño. Deignan es la primera ciclista profesional que ha conseguido renovar el contrato con su equipo, el Trek-Segafredo, después de ser madre. Ahora tendrá a su segundo hijo y piensa volver a las carreteras para poder estar en el Tour en el futuro. "Hace falta apoyo económico, hace falta que podamos entrenar con normalidad, como les pasa a ellos", explica al ARA en un acto organizado por Strava en el bosque de Vincennes, cerca de París, antes de la salida del Tour femenino.
Hoy en día el 65% de las ciclistas de equipos continentales tienen que trabajar para ganarse la vida. Y entre las mujeres profesionales la cifra todavía es del 25%. Y esto a pesar de que la Unión Ciclista Internacional ha apostado fuerte por ellas en los últimos años, exigiendo un sueldo mínimo entre los equipos que quieran estar en las principales competiciones, con un mínimo esta temporada de 27.500 euros, cifra que subirá hasta los 31.100 el año que viene. La diferencia entre el ciclismo masculino y el femenino es tan grande que los organizadores del Tour reparten 2,3 millones de euros en premios en la prueba masculina. En categoría femenina baja hasta los 250.000 de este año. "Vamos por el buen camino, hay que ir dando pasos adelante, no podemos llegar arriba del todo en un solo día", explicaba a la agencia EFE la ciclista vasca Ane Santesteban, del equipo BikeExchange. "Tener una competición como esta da visibilidad, ayudará mucho. Más del 80% de los ciclistas del Tour, tanto del masculino como del femenino, comparten sus resultados cuando entrenan en Strava. Gracias a las plataformas online la gente puede ver cómo viven los ciclistas una prueba como el Tour. Y abrimos camino para que cada vez más mujeres aspiren a ser profesionales. Queremos que cada año sean más", concluye Horvath, que, como no podía ser de otra manera, ha aprovechado estos días en Francia para rodar por las carreteras de cerca de París.