Al socio no se le puede engañar

Clientes para la casa de los 350 millones

El entrenador del Barça Hansi Flick y el presidente Joan Laporta en una reciente visita a las obras del nuevo Spotify Camp Nou.
08/10/2024
2 min

La vicepresidenta del Barça, Maria Elena Fort, sabía muy bien el titular que iba a hacer llegar a los socios en la rueda de prensa de este lunes. El mensaje lo repitió con claridad: si es por el Barça, antes de acabar el año podría volverse al Camp Nou. Cualquier retraso será atribuible a terceros. Teniendo en cuenta que la UEFA no permite jugar el último partido de la liguilla de la Champions lejos de Montjuïc (el 29 de enero contra el Atalanta) y que el club sostiene que no mantendrá dos estadios abiertos a la vez, queda bastante claro que la vuelta a casa será a partir de febrero. Todo esto lo explica a la perfección Martí Molina en este diario. Por tanto, intentemos ir más allá.

Hay una cifra que anunció Fort durante su comparecencia que pasó bastante desapercibida. En parte porque no es nueva. Una cifra, sin embargo, que sigue impresionando y de la que depende en gran medida el futuro de la entidad. Cuando, a partir de 2026, el Camp Nou funcione a pleno rendimiento, el Barça prevé ingresar 240 millones de más por el estadio. Prácticamente, 350 millones en total, de los que una parte nada despreciable irá a los inversores que han financiado la construcción del nuevo coliseo azulgrana. Alcanzar estos 350 millones se conseguirá, en principio, sin aumentar en exceso las cuotas a los socios, que pocos minutos después de la rueda de prensa de Fort ya se quejaban de que ya habían notado algún incremento.

Tampoco se llegará a los 350 millones porque el estadio se alquile para realizar grandes conciertos: el nuevo Camp Nou no está pensado para la música. El salto hacia adelante tendrá que venir gracias a una mayor venta de entradas, que serán más caras; un mayor gasto de los espectadores en restauración; el incremento de los palcos vip y el hospitality; la afluencia aún mayor al museo, y unos patrocinios mucho más abundantes. Un estadio cinco estrellas que debe atraer a espectadores y clientes de todo el mundo dispuestos a rascarse el bolsillo para vivir la experiencia Barça en plenitud.

Sobre el papel suena bien. Después habrá que ver lo que hay de realidad en estas cifras. Y sobre todo, partiendo de la necesidad imperiosa de hacer un nuevo estadio, saber mezclar bien la necesidad del club al ofrecer un producto premium con el cuidado de los socios y seguidores locales. Vamos, que con el Barça no ocurra (aún más) lo que sucede en Barcelona. Una ciudad cada vez más hostil con sus vecinos y pensada para los turistas y los inversores. El Barça no puede perder su esencia ni convertirse en un producto elitista.

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