BarcelonaVinícius ya tiene uno de los premios que quería, el The Best. Viendo cómo reaccionó hace unas semanas cuando no ganó el Balón de Oro, es fácil entender cuál de los dos premios le hacía más ilusión. No se puede quejar, sin embargo. Ha ganado el The Best. Es un buen premio en el que vota gente del mundo del fútbol. Pero como es un jugador todo ambición, seguro le queda la espinita del Balón de Oro.
El brasileño es una figura que polariza mucho. Algunos pensábamos que después de Cristiano Ronaldo ya no encontraríamos a alguien que genere debates así de fuertes. Pues no, ha llegado Vinícius para provocar enfrentamientos, gritos y debates, muchos de ellos estériles. Otros debates, con mayor sentido. Nadie puede negar el talento del jugador del Real Madrid. Te puede agradar más o menos su estilo, pero es un pedazo de jugador. Negar el talento futbolístico del brasileño es cosa de los fanáticos. Ahora, negar que Vinícius tiene un grave problema de carácter es cosa de los fanáticos del otro lado. Ya sabemos cómo funciona todo. Algunos hablan de Vinícius como si fuera la mezcla perfecta entre Pelé y Martin Luther King, y otros hablan de él como si fuese la mezcla de Keirrison y un delincuente.
Cuando acabó segundo en el Balón de Oro, mucha gente destacó que en las normas de votación del premio que organiza la revista francesa, se pedía valorar también el comportamiento dentro y fuera del terreno de juego de los jugadores. No sólo si saben marcar goles o evitarlos. Muchos creían que esto provocó que fuera Rodri, un profesional discreto alejado de incendios, el ganador. Pero ahora que ha ganado el The Best, podemos deducir que no es sólo una cuestión de cómo se comporta. En los votos de periodistas y entrenadores, ha ganado Rodri. Vinícius ha ganado entre los aficionados, en el voto popular, en el que millones de brasileños le han votado. Es significativo que los entrenadores voten a Rodri. No es sólo una cuestión de valorar cuando Vini grita, se enfada o rumia. Los entrenadores valoran más a un jugador que no es egoísta y que hace crecer a un equipo, que a un delantero que parece pensar sólo en sí mismo. Los entrenadores saben. Quizás Florentino y Vinícius creen que no saben lo suficiente, pero yo diría que se les debería escuchar, ¿no?