Futbol

España se enfrenta a Kosovo, el país que no quiere reconocer como independiente

La RFEF se expone a sanciones si no respeta el himno y la bandera kosovares en el estadio de La Cartuja de Sevilla

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Entrenamiento de la selección de Kosovo en Sevilla

BarcelonaPocos días antes de la final de la Copa del Rey entre dos equipos vascos –el sábado–, el estadio de La Cartuja de Sevilla vivirá otro partido altamente politizado. Por primera vez en la historia la selección española se enfrenta a la kosovar (20.45 h). Pero España no reconoce a Kosovo como estado independiente, cosa que ha conllevado todo un juego de equilibrios entre la Moncloa y la Federación Española de Fútbol (RFEF) para respetar las normas del partido sin parecer que España reconozca internacionalmente a los kosovares. Ya en los últimos tres años España había recibido sanciones y advertencias por no haber respetado la bandera o el himno de Kosovo en acontecimientos deportivos. Ahora todas las miradas se fijarán en lo que pase en La Cartuja. "Estaremos muy atentos a todo lo que pase, exigimos respeto y normalidad", defiende el presidente de la federació de fútbol kosovar, Agim Ademi.

Su federación vive unos días muy extraños. Justo la semana en la que ha empezado su camino para intentar llegar por primera vez a la fase final de un Mundial ha visto cómo les tocaba expulsar de la concentración al portero titular, el ex jugador del Girona Arijanet Muric, por motivos disciplinarios. Según la prensa kosovar, Muric habría llegado bebido al hotel de concentración. Ademi, por su parte, tenía que declarar esta semana ante en un juicio por un caso de apropiación de fondos y amenazas, pero no compareció a la cita con la justicia argumentando que visitaba a un familiar enfermo en Turquía. Pero la prensa kosovar lo pilló en Pristina, la capital de Kosovo. Hace más de una semana, el ARA se puso en contacto con Ademi, que dejó claro que solo hablaría del partido contra España o del área deportiva. "¿Por qué razón no tendríamos que poder tener nuestra bandera al mismo nivel que la española? Somos un estado reconocido, una selección reconocida. España se equivoca si nos quiere despreciar", defendía, reconociendo que las explicaciones recibidas de la Federación Española de Fútbol lo satisficieron. Ademi cree que durante el partido todo será normal. "Si nuestros símbolos no son respetados, pediremos sanciones. A España ya la han sancionado. Para nosotros no se tratará de una victoria, si la bandera está donde toca y el himno suena como es debido. Será un acto de normalidad. Quien actúa de manera extraña es la prensa española", razona. Estos días, de hecho, tanto la prensa kosovar como la albanesa van llenas de noticias cada vez que en las redes sociales la RFEF o un medio deportivo español evita escribir Kosovo utilizando fórmulas como "el territorio de Kosovo" y la selección "de la Federación de Kosovo". O, directamente, cuando se limitan a decir que "España se prepara para el próximo partido" sin mencionar el nombre del estado más joven de Europa.

Una "música" en vez del himno

Inicialmente, el gobierno español envió a su federación unas normas sobre cómo había que preparar el partido de Sevilla contra Kosovo y se pedía considerar el himno kosovar cuando se anunciaba por megafonía como música en vez de himno, además de mantener las banderas de España y de Kosovo en posiciones diferentes y alejadas. En el partido jugado en Granada contra Grecia, por precaución contra el covid-19, ya no salieron al terreno de juego las banderas, pero el himno griego sí sonó con normalidad. Y su nombre se vio tanto en la sala de prensa como en el marcador del estadio. Pocos días después de saber que España quería evitar usar su nombre, Kosovo se quejó y recibió una llamada de la RFEF que calmó a Ademi: "Las condiciones creo que serán normales". De hecho, la ministra de Asuntos Extranjeros, UE y Cooperación española, Arancha González Laya, ha argumentado que no hay que confundir "las reglas del fútbol" que establece la FIFA con el derecho internacional. España también ha aceptado jugar dentro de unos meses el partido de vuelta en Kosovo. "Seran bienvenidos, sabemos diferenciar un hecho político de los deportivos", dice Ademi.

España es uno de los países que no reconoce a Kosovo, la región que en 2008 declaró unilateralmente la independencia de Serbia. A pesar de que Espanya apoyó la misión militar para ayudar a los kosovares durante la guerra de los años 90 y principios del siglo XXI, después se negó a aceptar la independencia porque significaba un caso de unilateralidad en Europa que podría establecer un precedente para Catalunya y el País Vasco. Hasim Thaci, el presidente kosovar, ha pedido a Madrid un cambio de opinión: "Kosovo y Catalunya son realidades diferentes, porque nosotros tuvimos una guerra con limpieza étnica". Ademi, por su parte, admite: "Cada país tiene derecho a defender su política y sus ideas, pero una vez Kosovo ya hace años que juega, crear estas situaciones en el fútbol parece un lío. Y todavía más en Europa, donde tenemos territorios que no son estados jugando en los torneos, como las Islas Feroe y Escocia".

Estadios convertidos en campos de batalla

En Kosovo ya están acostumbrados al hecho de que el fútbol sea una de las víctimas de su extraña situación diplomática. Hace dos años fueron las autoridades de Kosovo las que no permitieron que la Estrella Roja de Belgrado entrara en su territorio, cuando le tocó jugar un partido de Copa serbia contra un equipo kosovar. Los equipos de fútbol de la comunidad serbia de Kosovo juegan afiliados a la Federación de Serbia, uno de los acuerdos a los que llegaron serbios y kosovars en las frágiles negociaciones que mantienen para salir adelante mientras una parte no reconoce las aspiraciones de la otra. De hecho, un partido de selecciones Serbia-Albania no se pudo acabar porque un dron paseó de manera provocativa banderas nacionalistas albanesas por encima del estadio de Belgrado. En las banderas se reivindicaba la gran Albania, porque no todo el mundo en Kosovo defiende la independencia que han recibido: preferirían unificarse con Albania. De hecho, la bandera que España no ha querido usar cuando se ha enfrentado con un representante de Kosovo es la ganadora de un concurso de diseño internacional, porque antes los kosovares usaban la albanesa, con la que se identificaban.

Con 10.909 km2 y menos de dos millones de habitantes, Kosovo no es solo un territorio montañoso entre Serbia y Albania, sino también un símbolo. Para los serbios es la zona donde nació su cultura, su historia: en 1389 perdieron la batalla de Kosovo Polje, una derrota que han convertido en una fecha a recordar porque empezaron a perder la independencia antes de pasarse muchos siglos bajo dominio turco. Kosovo es la tierra de sus iglesias medievales. Pero también es una tierra donde, con el paso de los años, cada vez vivían menos serbios, emigrados hacia el norte, y más albaneses. En el siglo XX, pues, los albaneses musulmanes ya eran mayoría respecto a los serbios cristianos ortodoxos. Y dentro del nuevo estado de Yugoslavia, los derechos de los albaneses no siempre se respetaron. A pesar de que en determinados momentos disfrutaron de una cierta autonomía, sobre todo a partir de los años 80 vieron cómo se les negaba estudiar su lengua. El ascenso al poder de Slobodan Milosevic, con una política nacionalista serbia que incluyó un famoso discurso en el campo de batalla de Kosovo Polje, acabó de romper la unidad yugoslava. En 1990 los kosovares albaneses ya proclamaron una independencia que no consiguieron. El ejército serbio impuso su ley mientras se creaban grupos armados kosovares. La guerra, cruel, duraría más de quince años con fases de menos o más intensidad y crímenes contra la humanidad en los dos bandos. Al final, con el apoyo de la OTAN, Kosovo proclamaría la independencia en 2008 sin que los diputados de la minoría serbia formaran parte de la sesión de votación. Serbia continúa considerando que Kosovo forma parte de su territorio. Y Kosovo ha salido adelante con buenos padrinos.

Mundial de Karate en Madrid

Sanciones en España por el Mundial de kárate

A pesar de todo, el estado más joven de Europa no es reconocido por 35 países de todo el mundo, entre los cuales China y Rusia. En las Naciones Unidas los estados que han reconocido a Kosovo son mayoría, tal como pasa en la mayor parte de organizaciones internacionales, cosa que ha permitido a este pequeño estado balcánico disfrutar de la independencia. Una de las consecuencias fue ser que su Federación de Fútbol fuera admitida como miembro del Comité Olímpico Internacional, la FIFA y la UEFA en 2016, generando un conflicto diplomático porque había que decidir qué hacer cuando Kosovo tuviera que jugar contra un estado que no lo reconocía. Como por ejemplo España.

En 2019 el comité ejecutivo de la UEFA, reunido en Bakú, decidió que los equipos que no quieran jugar contra clubes de Kosovo o selecciones nacionales kosovares en su territorio tienen que organizar sus partidos como locales en terreno neutral y aceptar disputarlos como visitantes en Kosovo. Una normativa similar a la que usan otros deportes. Pero, a pesar de todo, el gobierno español no ha respetado estas consideraciones en los últimos años. El primer incidente tuvo lugar en los Juegos del Mediterráneo de Tarragona del 2018, cuando la bandera kosovar no formó parte del desfile inaugural. En esa ocasión los deportistas kosovares fueron los últimos en obtener los visados, porque su presencia peligró hasta el último momento en Tarragona, donde eran presentados como representantes del Comité Olímpico de Kosovo. El mismo año fue todavía peor el caso del Mundial de kárate: para no dar visado de entrada directa a los atletas kosovares, les hicieron entrar por carretera desde Francia; y después se encontraron con que no los dejaban competir con su bandera en el uniforme. En caso de medalla kosovar, se hizo subir la bandera de la Federación Internacional de Kárate. La consecuencia fue que el Comité Olímpico Internacional recomendó no conceder a España el derecho de celebrar competiciones hasta que no respetara los símbolos de Kosovo. El gobierno de Pedro Sánchez, pues, aceptó la condición públicamente, tal como tendría que pasar en La Cartuja en el partido de selecciones de fútbol. En la previa, la RFEF ha evitado hablar de Kosovo. En el estadio será más difícil no hablar.

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