Barça

El admirador del Tío Gilito que mueve los hilos en el Barça

Pese a no tener cargo en el club, Alejandro Echevarría ha aumentado su poder en los últimos meses

La junta directiva del Barça en el último Barça-Madrid que acogió al viejo Camp Nou.
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BarcelonaNo le gusta salir a las fotos y se esfuerza por marcharse de plano cuando sabe que hay cámaras alrededor. "No soporta aparecer en la prensa", admite al ARA una persona que le conoce bien. "¡Ay, si se entera de que he hablado con un periodista sobre él!", afirma atemorizada –aunque medio en broma– otra voz que convive a menudo en el Barça actual. Por mucho que se esfuerce por evitarlo, Alejandro Echevarría ya se ha convertido en una figura mediática en el universo Barça. Si no fuera la persona sin cargo en el club con más poder e información –mucho más que la mayoría de los directivos– en clave azulgrana, sólo sería el excuñado de Joan Laporta. Pero si no compartiera décadas de relación familiar con el presidente, seguramente miraría a los partidos del Barça como un socio más, desde la grada y no desde el palco de autoridades. Una cosa va con otra. La piel es hoy imprescindible en el día a día en las oficinas de Aristides Maillol.

El poder de Echevarría es transversal, pero últimamente ha crecido bastante en el ámbito deportivo, sobre todo desde la marcha de Mateu Alemany, el ejecutivo que comandó la limpieza del vestuario de los primeros dos años y medio de mandato. La muestra más reciente de esta influencia beneficia a Xavi Hernández, a quien Alejandro protege como si fuera el hijo que no tiene. Después de las duras derrotas contra el Girona y el Amberes, personas importantes de la cúpula culé criticaron en privado la labor del vallesano y alimentaron divisiones internas y ruido de sables hacia un posible relevo si el equipo no enderezaba el rumbo. La respuesta de Echevarría al mar de fondo fue acompañar al equipo a Valencia, donde tampoco se ganó (1-1) y escenificar el apoyo al técnico en persona en el mismo túnel de vestuarios de Mestalla. Dos días más tarde, este gesto coincidió con las palabras públicas de Laporta, que ratificó la confianza en Xavi antes del duelo contra el Almería.

Xavi y Deco volvieron al Barça gracias a él

En el club se asegura que el poder real sobre el futuro del preparador se concentra en el presidente y en su excuñado, que tiene incluso mayor peso en las decisiones que el vicepresidente deportivo, Rafa Yuste, y que miembros de la comisión deportiva cómo Enric Masip y Joan Soler. La tercera voz vinculante es la de Anderson Deco, que al igual que Xavi entró a trabajar al club después de la mediación de Echevarría. El portugués es el actual director deportivo azulgrana porque tiene la mentoría de la misma persona clave que convenció a Laporta para poner de entrenador en el puesto de Ronald Koeman una leyenda culé a la que el presidente no veía del todo preparada y que, en más, creía demasiado cercana a Víctor Font, su rival en las elecciones del 2021.

Casi tres años después de la victoria en las urnas, la influencia de Echevarría en el área deportiva ha tocado techo: tiene línea directa con todas las partes implicadas en virtud de años y años de favores y confidencias. No tiene (ni tendrá) ningún cargo asignado, pero es la pega imprescindible para que la estructura se mantenga firme. Sus reflexiones entre bambalinas, siempre tratando de huir de los focos y haciendo valer a un ascendiente ganado a golpe de espíritu conseguidor, crean relatos internos que, a su vez, quieren generar estabilidad entre los dirigentes y los profesionales de su confianza. En este sentido, en los últimos meses ha hecho esfuerzos para que el binomio Xavi-Deco se consolidara tras las salidas de Alemán y Jordi Cruyff. Asimismo, en la lucha por proteger al entrenador de las críticas, cree que es de ayuda atizar un cierto clima de enemistad con Pep Guardiola y sus partidarios.

El aval, la seguridad, el Círculo Ecuestre y una vida solitaria

El origen de esta capacidad para influir es necesario encontrarlo hace veinte años, en el primer mandato de Laporta en el Barça. Y no solamente porque su anciano padre, el poderoso Juan Echevarría (Nissan, entre otros), aceptara avalar la junta de su entonces yerno, sino porque él también supo moverse con habilidad para ganarse la confianza de los jugadores. No le importó que su periplo en la directiva fuera corto por su vinculación a la Fundación Francisco Franco. Aunque dimitió por este motivo, conservó la cuota de poder y se erigió en un hombre para todo para que los futbolistas de aquella época, entre ellos Xavi, Deco y también un Messi adolescente, tuvieran una vida más cómoda. Soltero y sin hijos, tenía tiempo para solucionarles problemas a cualquier hora. "Es experto en hacer sentir que le debes algo", sentencia una de las personas consultadas para elaborar esta pieza.

Aquel espíritu de principios de siglo se está repitiendo dos décadas más tarde. Echevarría tiene más canas y menos pelo, pero sigue liberado y con una agenda privilegiada para ayudar a gobernar al Barça desde la sombra. Sus contactos ayudaron a construir la candidatura ganadora ya levantar el aval sobre la bocina. También intercedió para que perfiles profesionales como Ferran López entraran a trabajar en el club y para que el vestuario tuviera un vigilante de su cuerda. Tiene ojos y oídos en todos los rincones de la ciudad, incluido el Círculo Ecuestre y las redacciones de los medios, y sueña con conseguir que Messi pueda recibir el homenaje que se merece en el nuevo Camp Nou. "¡No hace otra cosa!", dice una persona muy bien informada sobre su dedicación con el Barça. Es lo que le mueve este sexagenario amante de los animales —posa con un mono en su foto de WhatsApp— y que conecta con su infancia a través del Tío Gilito, el personaje de dibujos animados que decora la chimenea del suyo despacho sin placa en la avenida Tibidabo.

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