Vitor Roque en el banquillo antes de debutar con el Barça.
05/01/2024
2 min

BarcelonaEl Barça que vemos en el césped es una metáfora del funcionamiento del club. El equipo, sin una sustancia futbolística consistente, se sostiene con pinzas con remontadas a última hora: un espejo del palco. Todo se salvain extremiscon palancas de todo tipo o avales mágicos mientras el agua entra por todas partes. Hace ya tres años que una casi moción de censura -con la que Laporta no tuvo nada que ver- lapidó a Bartomeu, pero la sensación de ir a la deriva continúa y las señales para este 2024 no son buenas. Solo los dos títulos conseguidos con Xavi la pasada temporada maquillan el rumbo errático del barco, que tiene la tripulación viva pero siempre flirteando con el desastre. La salud de la pelotita está en duda pese a que Xavi pida respeto por el vigente campeón de Liga, pero es sólo la punta del iceberg de una estructura dañada. ¿Hasta cuándo se podrá sostener el Barça sólo a base de fe, pecho y cojones?

Cuando te lo juegas todo a una sola carta persiguiendo un círculo virtuoso que no llega, la soga en el cuello se va estrechando cada vez más, sobre todo cuando ya te has vendido las joyas de la abuela. Por hacer el camino de las palancas aún más peligroso, sólo faltaba el fracaso de Libero. El riesgo de las curvas se hizo insoportable cuando la macrooperación, con salida a bolsa anunciada a bombo y platillo, se quedó en una ilusión digna del mago Houdini. Llevan meses en el club buscando alternativas porque ya sabían que los millones no llegarían, pero ahora se hacen los escandalizados con una demanda para demostrar que están asombrados con el engaño de los inversores fantasma. Y ya se sabe: cuando no cumples con lo que firmas en el presupuesto, venden las prisas por las posibles pérdidas y eso no será culpa de la maldita herencia ni de los caprichos de Javier Tebas.

Lo que viene no es ninguna broma: mientras comienza la cuenta atrás para recuperar los ingresos del Camp Nou -con Goldman Sachs levantando la mano-, el verano se erige en un campo de minas con el fair play económico como protagonista. Nadie sabe cómo inscribirán Vitor Roque ni Íñigo Martínez, Gavi depende de la vía judicial, el salario de Lewandowski se disparará y hay quien comienza a admitir que habrá que hacer alguna venta importante porque se está tocando el hueso de la escudilla con una pistola en la cabeza. Llegados a este punto, ¿seguro es que el enemigo es quien fiscaliza, es crítico, hace preguntas incómodas y no compra el relato diseñado a medida para los feligreses? El Barça necesita dejar de vender humo y jugar mucho mejor tanto en el césped como en el palco para aspirar a salvar el futuro de la entidad.

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