Fútbol - Liga de Campeones

El Barça de Xavi saca oro de París

Los azulgranas superan al PSG de Luis Enrique y Mbappé (2-3) gracias a un doblete de Raphinha y un gol de Christensen

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Los jugadores del Barça celebran el gol de Christensen ante la decepción de Mbappé, en primer término

Enviado especial a ParísEl Barça de Xavi ya no teme a los fantasmas de Europa. El Barça de Xavi ahora saca oro de Europa. Es el Barça de un vestuario unido. Un grupo de jugadores que supieron divertirse, sufrir, sobrevivir y, sobre todo, salir con un marcador triunfante del Parque de los Príncipes. Gracias a un doblete de un Raphinha pletórico y un cabezazo de Christensen, los azulgranas supieron neutralizar y superar al PSG de Luis Enrique y Kylian Mbappé (2-3). Faltará rematar el trabajo y alargar las buenas sensaciones en la vuelta a Montjuïc, pero el Barça de Xavi, endosándole tres goles a domicilio al PSG, recuerda a toda Europa que se ha ganado el derecho a soñar.

El Barça volvió de París con un premio merecido. En un partido marcado por la igualdad, el conjunto azulgrana supo transitar por las distintas fases que pedía el enfrentamiento y maximizar, sin ser pretencioso, sus virtudes. Alternando el buen juego con la efectividad, el corazón del Barça nunca dejó de latir contra un PSG que empezó el duelo espoleado, pero que sucumbió ante el plan de los de Xavi. Los azulgranas supieron evitar un intercambio de golpes en el Parque de los Príncipes y cerraron la primera parte con el marcador a favor gracias a un gol de Raphinha, que recogió un rechace de una jugada eléctrica que nació con pase vertical de Pau Cubarsí , genial una vez más. El central de diecisiete años encontró a Lewandowski, el polaco hizo un tuyo mío con Lamine Yamal y todo acabó con Raphinha rematando la jugada.

Raphinha celebrando el segundo gol contra el PSG

Después de una primera mitad en la que los azulgranas fueron superiores y se fueron mandando en el marcador al descanso, el Barça empezó la reanudación ardiendo en un infierno del que supo renacer. Luis Enrique movió las piezas –Barcola sustituyó a un discreto Asensio– y el PSG saltó al césped que parecía otro. La energía del conjunto francés era tan elevada que sobrepasó a todo el equipo azulgrana dando la vuelta al marcador en sólo cinco minutos. Araujo iba desbordado intentando sacar agua del barco, intentando aguantar las embestidas locales, pero Dembélé dejó atrás todos los errores del primer tiempo con un golazo. El ex del Barça recogió un rechace, precisamente de Araujo, y, haciendo gala de su condición de ambidiestro, fintó a Roberto con la derecha y conectó un obús imposible por Ter Stegen con la izquierda.

El PSG lleva dos goles en cinco minutos

Sin tiempo de recuperar el aliento, llegó el segundo de los franceses. Con un Parque de los Príncipes enloquecido, con unos ultras tan pesados ​​como bocazas y chapuceros, el equipo de Luis Enrique dibujó una jugada colectiva preciosa que Vitinha, deslizándose del marcaje de Roberto y De Jong, culminó de manera delicada . El 2-1 fue una puñalada directa en el corazón del barcelonismo: los fantasmas de Europa parecían volver a planear sobre los hombros agachados y las caras largas de los jugadores de Xavi Hernández. La sangría pudo ser aún peor porque Barcola puso a prueba a un Ter Stegen que, ayudado por el larguero, rechazó el disparo del atacante francés.

Pero si bien Luis Enrique había sacudido el tablero sustituyendo a Asensio, Xavi también jugó una de sus mejores cartas: Pedri, que llevaba un mes de baja tras la enésima lesión muscular, salía a jugar. Y su entrada fue un bálsamo, porque en el primer balón que tocó, sirvió un pase delicado en el corazón del área que un Raphinha en estado de gracia remató con fe. El balón, mordido, sorprendió a Donnaruma. El gol fue una bombona de oxígeno para el Barça que conseguía anestesiar al PSG cuando más crecido y feroz estaba en el partido.

Era un duelo trepidante y aún quedaban páginas por escribir. El PSG buscaba recuperar sus constantes vitales. Araujo, providencial, birló un balón decisivo en Vitinha. Dembélé, extramotivado, chocaría con el palo. Pero el relato estaba en manos del Barça, porque Christensen, otro recién llegado a la fiesta y que relevó a un exigido De Jong que, como Pedri, llevaba un mes sin jugar, se convertiría en uno de los héroes de la noche. En un saque de esquina defendido de forma nefasta por los de Luis Enrique, el danés superó el salto precipitado de Marquinhos y la tibieza en la salida de Donnaruma para enviar un remate fácil al fondo de la red.

Estallido de emoción azulgrana. Los de Xavi volvían a mandar en el partido. Los de Xavi volvían a sentirse mayores en un partido de cuartos de final de Champions. Era una sensación demasiado alejada por un equipo que en los últimos años ha sido maltratado y humillado en Europa. Aún quedaba trabajo por hacer. El marcador (2-3) era oro. Había que guardar el botín en un cofre y cerrarlo con un buen candado. Y, pese a los pellizcos del siempre combativo PSG de Luis Enrique, pese a la ayuda arbitral perdonando la expulsión a Vitinha, el Barça de Xavi supo sufrir y resistir.

El Barça de Xavi ya no teme a los fantasmas de Europa. El Barça de Xavi supo divertirse y, también, sufrir en el Parc dels Prínceps. Como escribió Ernest Hemingway, París era una fiesta. El escritor rememoraba en ese libro su juventud en los años veinte en la capital francesa. Entonces, el PSG ni existía. El Barça, sí. El peso de la historia debe hacerse valer también en Montjuïc. Jugar las semifinales de la Champions ya no es una quimera, sino un sueño cada vez más dulce.

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