Los cuatro gráficos indispensables para entender el ahogo económico del Barça

BarcelonaEl club estaba muerto. Y Joan Laporta y su junta le trasladaron a la UCI. Así lo verbalizó el propio presidente del Barça en junio del 2022, después de un año al frente de la institución. Un año y medio después de estas palabras de Laporta, ¿dónde está el Barça? ¿Sigue crítico en la UCI o ha iniciado su recuperación?

Durante los últimos dos ejercicios económicos, la entidad azulgrana ha vendido activos futuros –las llamadas palancas– por valor de 859 millones. Dinero que se ha anticipado para detener la hemorragia: el Barça perdía dinero de manera recurrente, unos resultados en rojo que se evitaban vendiendo jugadores o a través de operaciones contables como los intercambios de futbolistas (Cilessen-Neto, Arthur-Pjanic). Desde la temporada 2013-14, la actividad ordinaria del club no generaba suficientes ingresos para hacer frente a los gastos. Hasta el punto de que después del covid estaba técnicamente en quiebra. Este dinero anticipado de futuro, a través de la venta del 25% de los derechos de TV de los próximos 25 años en Sixth Street y el 49,5% de Barça Studios (ahora Barça Media), se ha destinado sobre todo a obtener un mayor límite salarial que permitiera reactivar al primer equipo.

La deuda

Asimismo, los casi 860 millones provenientes de las denominadas palancas permitieron que el patrimonio neto pasara de 353 millones negativos a un millón negativo. Seguir en números rojos evita que se active el artículo 67 de los Estatutos, que implica un mayor control económico para la junta. Sin embargo, pese a la fuerte inyección a través de las ventas de activos futuros, la deuda bruta de la entidad se ha reducido en 150 millones, de los 1.350 a los cerca de 1.200 actuales. El vicepresidente Eduard Romeu argumenta, sin embargo, que lo más importante, ante la "situación de quiebra" en la que estaba el Barça, y que no permitía ni pagar "las fichas de los jugadores", fue reestructurar la deuda "desmedida" a "diez años con un calendario de devolución asumible".

Sin embargo, la deuda real de la entidad sobrepasa los 2.650 millones –más o menos el triple de lo que ingresa el club–, porque hay que sumarle los 1.450 millones para construir el Espai Barça. Gran parte de esta cifra la concentra un único acreedor, Goldman Sachs.

El estadio

Con la construcción del nuevo estadio, la junta de Laporta espera generar casi 350 millones de euros anuales. Este dinero tendrá que financiar la construcción del nuevo Camp Nou. Esto quiere decir que el club, aparte de no contar con los ingresos del 25% de los derechos de televisión, tampoco dispondrá de todo el dinero que generará el nuevo estadio porque servirá para pagar las obras y los intereses derivados de la operación.

"El club tendrá que hacer frente a partir de 2025 a cerca de 150 millones anuales entre devoluciones de deuda y los intereses generados. La única manera de hacerle frente es generando caja, es decir, incrementando el beneficio –los nuevos ingresos generados por el Espai Barça tendrán mucho que decir–, volver a retrasar los pagos o haciendo crecer nuevamente la deuda", vaticina el economista Ivan Cabeza.

La empresa que se encarga del Espai Barça, la turca Limak, tiene el compromiso de terminar el 60% del nuevo estadio en noviembre del 2024. Entonces el club volverá a les Corts, aunque sea con una nueva casa que aún no estará a pleno rendimiento, y abandonará el exilio en Montjuïc, que supone casi 80 millones menos de ingresos anualmente, según los cálculos del actual gobierno, que empieza a ver que la pérdida será superior.

Normalidad económica

Pese al impacto de jugar en Montjuïc, el Barça espera volver a la normalidad económica en este ejercicio, ingresando 859 millones y rebajando drásticamente los gastos en más de 300 millones: de 1.165 a 832. El club prevé situar la masa salarial en los 492 millones, y bajar por primera vez de los 500 millones desde la temporada 2016-17. En el curso anterior, el equipo de Romeu sobrecargó los gastos, conscientes de que las palancas permitirían cerrar con beneficio, contabilizando operaciones de futbolistas que ya no están, unas despedidas de jugadores como Alba, Busquets, Griezmann o Piqué, que tuvieron un impacto total de 100 millones en las cuentas. Sin embargo, la política de austeridad que anunció la entidad meses antes para hacer frente a la delicada situación económica no acabó de plasmarse y se gastó más que nunca.

Venta de jugadores

En este ejercicio sin palancas que anuncia el Barça, las ventas de jugadores –Dembélé, Abde, Nico...– siguen teniendo un peso importante. Sin ellas, el club cerraría con pérdidas. Esta es una dinámica habitual de la última década. Los ingresos ordinarios –estadio, media y área comercial– no generan lo suficiente para cerrar en números positivos, algo que se repite desde la temporada 2013-14. Entonces, desde el área económica ya se lanzaba el mensaje de un cambio de paradigma para intentar modular la mirada de la opinión pública: las ventas de futbolistas debían considerarse como ingresos ordinarios.

Llega el covid, se va Messi

El ahogo económico que el Barça empezaba a notar durante los primeros años de presidencia de Josep Maria Bartomeu, que asumió el cargo en enero del 2014, se acentuó en el curso 2017-18. La fuga de Neymar provocó una política deportiva sin control, con fichajes caros y sobre todo sueldos fuera de mercado. En un año, la masa salarial creció en más de 200 millones. Todos los jugadores llamaron a la puerta del presidente. Todos salieron con contratos desorbitados.

Aquel noviembre del 2017, Messi pasó a cobrar más de 100 millones brutos por temporada. La irrupción del covid, que paralizó el Camp Nou por completo, y la marcha del astro argentino tensaron aún más la economía culé, lo que llevó a Laporta a activar las ventas de activos futuros. Una situación crítica que coincidió con la marcha de la cúpula ejecutiva liderada por Ferran Reverter: el presidente daba un giro brusco de gobernanza y asumía un rol aún más ejecutor.

La segunda operación de venta de activos, la que hace referencia a Barça Studios, cuelga de un hilo. El Barça solo ha ingresado 40 de los 200 millones anunciados, que permitieron ampliar el techo salarial y renovar su plantilla. Antes de que acabe el año, la empresa Libero Football Finance debería pagar 40 millones. O eso, o el Barça tendrá que encontrar a otro socio para tapar esos agujeros. Esta operación y la revalorización del otro 50,5% del negocio digital, que todavía está en manos de la entidad, y que supuso apuntarse contablemente 208 millones de euros para cerrar el último ejercicio sin pérdidas, es una arma de doble filo. Si no se cumplen las expectativas, deberá deteriorarse y se convertirán en pérdidas.

A consecuencia del covid y la política salarial, el Barça habría perdido más de 1.100 millones en los últimos tres años. Las palancas lo evitaron. Si este ejercicio no se puede hacer frente a los pagos pendientes, a la entidad blaugrana le restan algunas opciones dolorosas. En primer lugar, la venta parcial de Barça Licensing & Merchandising (BLM), que muchos ven como la joya de la corona, la sociedad que gestiona la venta de productos oficiales, sobre todo camisetas. Una segunda vía pasa por la salida a la bolsa estadounidense, en el Nasdaq, de Barça Media.

La otra opción es la venta del gran activo deportivo: los futbolistas que ya estén amortizados. Una opción que descarta Romeu, que hace valer que en dos años y medio de mandato, se ha conseguido una plantilla "rejuvenecida y con fichas razonables" para volver a ganar y generar más ingresos. "A medio plazo el retorno a nuestro estadio debe permitirnos un incremento de ingresos ordinarios y también esperamos un aumento de ingresos con la sentencia, que esperamos favorable, de la Superliga", explica el vicepresidente.

En la misma línea se expresaba en el Business Sports Forum Gerard Piqué, quien considera que tanto Barça como Madrid todavía pueden ser competitivos porque "se están endeudando", pero que habrá un momento no muy lejano en el tiempo en el que "no podrán pagar los intereses derivados de la deuda que arrastran. Esto les abocará a convertirse "en sociedades anónimas". Para el ex central del Barça, la Superliga –que ahora está detenida a la espera de una resolución judicial que llegará antes de Navidad– o una nueva regulación del fair play financiero son las únicas soluciones para ambos gigantes del Estado.