Real Sociedad-Barça

La fe de Araujo salva al Barça de quemar en el infierno de Anoeta

Los azulgranas arañan un triunfo agónico en el campo de la Real Sociedad con un gol del central uruguayo en el tiempo añadido

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Araujo celebrando el gol

BarcelonaLa fe de Ronald Araujo salvó al Barça de quemar en el infierno de Anoeta (0-1). Un gol en el tiempo añadido, anulado primero por fuera de juego y validado finalmente por el VAR, desembocó en el estallido de emoción de un Barça que hasta el minuto 90 sólo había chutado una vez entre los tres palos en Sant Sebastián. Parecía que el partido estaba destinado al 0-0, pero un cabezazo del central uruguayo, capitán sin brazalete, permite a los azulgranas dar una bocanada de aire a pleno pulmón. El empate o la derrota habría supuesto alejarse aún más de la cabeza de la tabla, donde reina un Girona de escándalo, con permiso de un Real Madrid que este domingo recibe al Rayo Vallecano.

El Barça vuelve con un premio mayúsculo. Tres puntos que valen su peso en oro. Anoeta es un estadio tan estimulante como complicado, que sabe intimidar a los rivales y donde la Real acumulaba 17 partidos seguidos (15 en la Liga) sin conocer la derrota. Un Barça afortunado es quien ha roto esa racha. La fe que la afición imprime a la Real pudo palparse desde el primer instante. Tanto es así que nada más empezar el partido Ter Stegen ya tuvo que exhibir un brazo de hierro para detener un remate en el primer palo de Barrenetxea. La Real salió con una marcha más que el Barça y en tan sólo tres minutos ya había protagonizado hasta tres acciones de peligro. La de Barrenetxea, otra de Oyarzabal y un remate desviado de Mikel Merino a la salida de un córner.

La empresa era complicada y por eso Xavi quiso repetir la fórmula de los tres centrales empleada –esta vez con Kounde; Iñigo Martínez, constantemente abucheado por su pasado en el Athletic Club, y Araujo– en el último partido ante el Real Madrid. Fue un esquema que dio resultados durante 60 minutos de buen fútbol tan magníficos como finalmente estériles contra el rival blanco. En Anoeta, sin embargo, el invento no funcionó ante la feroz presión de una Real decidida a ser protagonista. Los azulgranas sufrían para salir con el balón controlado y también para detener las acometidas de un inicio lleno de pólvora del conjunto de Imanol Alguacil, que sabía cómo detectar los espacios entre la defensa y los centrocampistas del Barça.

Gündogan, protagonista de la semana por sus declaraciones después del clásico, intentaba tomar el gobierno del juego de los de Xavi. Así llegó la primera ocasión azulgrana, fruto de un pase del alemán y de la fe del incansable Gavi, que buscó realizar una asistencia en lugar de chutar en la primera ocasión –a los 20 minutos de juego– en la que consiguieron pisar el área rival con algo de claridad. El Barça intentaba rebajar un poco las pulsaciones del partido e imponer su relato, pero no salía adelante.

Superado por el fútbol de la Real, los azulgranas se aplicaban –y sufrían– en defensa. Entre Balde e Iñigo se encargaban de detener a Take Kubo, un futbolista que de pequeño fue una apuesta de La Masia pero que a la hora de la verdad Bartomeu dejó escapar por una cuestión económica. El japonés de 22 años, tras pasar por el Real Madrid y encadenar varias cesiones, brilla ahora a la Real, pero ayer se topó con dos defensores decididos a amargarle la noche. Mientras, a la derecha, Araujo se encargaba de detener a Barrenetxea.

Cuando Ter Stegen y los defensores son protagonistas es que la cosa no funciona. La cara de manzanas agrias de Xavi en el banquillo era un reflejo de lo que ocurría sobre el césped, con sus jugadores incapaces de trenzar jugadas con continuidad. El partido era un ejercicio de supervivencia. Un bocadillo de piedras. Cuando se conseguía dominar la posesión, no se conseguía crear peligro, sólo respirar un poco. No fue hasta las puertas del descanso que el Barça levantó algo la voz, protestando dos acciones consecutivas. Primero una falta en Lewandowski en la frontal. Y después un posible penalti a João Félix. El portugués recibió una entrada en la pierna de apoyo cuando había superado a su defensor. Hubo contacto, tras superar a Zubeldia, pero Félix exageró más de la cuenta y el colegiado Alberola Rojas lo consideró insuficiente para silbar penal, y el VAR tampoco hizo nada al respecto. Entender el criterio arbitral esta Liga supone, demasiadas veces, echar una moneda al aire.

Ante el escenario de sufrimiento en el primer tiempo, Xavi no tardó en poner a calentar a Pedri, seguramente el futbolista más talentoso de este Barça. También uno de los más castigados por lesiones musculares. Después de la reanudación, todo seguía igual. El canario y Ferran salieron al rescate del Barça antes de la hora de partido, pero la Real era quien seguía picando. E incluso reclamó un penalti sobre Oyarzabal que el árbitro tampoco pitó.

Xavi lo probó con una nueva pareja de baile, dando entrada a Lamine Yamal y Raphinha. El técnico ardía todas las naves a la espera de romper a favor el 0-0 que lucía en el marcador. Pero tampoco. Quien asumiría el protagonismo sería Ter Stegen, con un nuevo parón en Barrenetxea. Todo parecía destinado al empate hasta que llegó un cabezazo lleno de fe de Araujo. El centro lo hizo Gündogan. Tras reivindicarse en los micrófonos, ayer también lo hizo en el césped. Con más corazón que fútbol, ​​el Barça suma un triunfo crucial para no descolgarse de la Liga.

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