Reabrir el Camp Nou ya no sale tan a cuenta
El Barça, que también jugará en Montjuïc contra el Girona, esperará a tener un aforo de al menos 45.000 aficionados para regresar al estadio
BarcelonaHace muchos meses que los técnicos encargados de la remodelación del Camp Nou proponen esperar hasta 2026 para reabrir las puertas del estadio. Alegan que los retrasos eran inevitables y que, si podían trabajar sin tener que compaginar las tareas con los partidos, el trabajo se haría mejor y más rápido. Hasta hace poco, en la directiva se negaban en redondo. Las urgencias para empezar a explotar económicamente el estadio habían pasado por encima de todo, e incluso se estaba dispuesto a regresar aunque fuera únicamente con 27.000 personas. Pero la voluntad de la junta de Joan Laporta acabaría chocando con el Ayuntamiento de Barcelona y los Bomberos, que ponían pegas a la licencia de primera ocupación (LPO) argumentando motivos de seguridad. Así pues, pese a dar prisa a la constructora Limak, ni pudo abrirse para el Gamper, ni para el 14 de septiembre ni para el duelo de Champions ante el PSG.
El siguiente partido es el derbi contra el Girona, pero finalmente tampoco se disputará en el Camp Nou. Este martes se ha celebrado una nueva reunión de seguimiento entre el Barça y el Ayuntamiento para tratar el tema. Hace una semana parecía estar todo encaminado a obtener la LPO –Albert Batlle, tercer teniente de alcaldía, casi lo daba por hecho–, pero en las últimas horas han aparecido dudas. Finalmente, el club emitía un comunicado admitiendo que todavía no tiene la autorización y que, por tanto, no había más remedio que alargar la estancia en Lluís Companys.
¿Vale la pena reabrir el Camp Nou si no se puede hacer más dinero con la taquilla?
Pero, ¿vale la pena volver ya al Camp Nou, si es con un aforo limitado? "No tenemos claro que salga a cuenta", admitían al ARA fuentes de la directiva, antes de que el Barça anunciara que el duelo con el Girona estaría en Montjuïc. Es bien sabido que el objetivo inicial era no volver, por lo que se pidió jugar las tres primeras jornadas fuera de casa, además de solicitar una excepción en la Liga para utilizar a Johann Cruyff en dos enfrentamientos pese a no cumplir con los estándares de aforo. Por último no hubo más remedio.
Llegados a este punto, era necesario utilizar la calculadora. Con la inversión realizada en el estadio olímpico –donde ha tenido que volver a habilitarse la zona para jugar a fútbol e instalar el césped, gastos que iban a cargo del Barça–, la directiva ha cambiado de estrategia y ha decidido esperar. En Lluís Companys se pueden vender más de 50.000 entradas, mientras que en el campo del Barça el aforo inicial será de 27.000 espectadores, los de tribuna y el gol sur (fase 1a). Y no será hasta más adelante, de cara a los partidos de noviembre, que se obtendrá el permiso para utilizar el lateral (la fase 1b, con 45.000 asientos). El argumento del club es que se han retrasado los permisos de la fase 1a hasta el punto de que coincidirán casi con los de la 1b. Por tanto, abrirán el estadio cuando se puedan vender suficientes localidades para evitar perder dinero.
La idea, pues, es volver al estadio en noviembre, aunque en la cúpula se está debatiendo si no sería mejor esperar algo más, hasta principios del 2026, fecha en la que podría estar disponible el gol norte –fase 1c, donde las tareas van más atrasadas– hasta superar la barrera de los 60.000 espectadores. "Han hablado, pero nos consta que el presidente no está nada convencido", explica uno de los arquitectos consultados, que argumenta la propuesta por el hecho de que, sin tener que compaginar obras y fútbol, las tareas serían mucho más rápidas. De todas formas, las fuentes oficiales sostienen que el objetivo no ha cambiado y es el de volver al campo lo antes posible. Añaden también que la UEFA está abierta a permitir que la fase inicial de la Champions se dispute en dos estadios, como una excepción a la norma. "No nos han dicho aunque sí ni que no, pero se han abierto a hablar de ello".
Independientemente de si se reabren las puertas antes o después, la hoja de ruta desde ahora y hasta verano es completar la tercera gradería (fase 2), donde ya se están poniendo los prefabricados de hormigón, y que esté operativa en agosto del 2026, para el inicio de curso. Finalmente, la cubierta se montará en verano de 2027 y se acabará de pulir durante el curso 2027/28.
Adaptar el Camp Nou de 1957 a las normativas actuales contra incendios
Mientras, en el Camp Nou continúan las obras a un ritmo frenético. El césped y las gradas ya están listas, pero todavía hay carencias en los accesos y en las tripas del estadio. Según ha podido saber el ARA, uno de los puntos que atascó la reapertura fue adaptar el estadio a la normativa vigente contra incendios, ya que la estructura de 1957 se construyó en un momento en que no existía ninguna norma referente al fuego. Aparte del gasto económico que ha supuesto, ha habido varios retrasos en la entrega del material, como por ejemplo con las puertas que sirven de cortafuegos. Otros elementos no llegarán hasta noviembre, según fuentes vinculadas a los constructores, y que son requisitos indispensables para tener la LPO. Para esquivarlo, los encargados del Espai Barça propusieron al consistorio la obtención de una licencia condicionada, en la que los Bomberos señalaban una serie de carencias de poca relevancia y el Barça asumía la responsabilidad de repararlas. De momento, es sólo una propuesta que genera escepticismo tanto en el consistorio como en el cuerpo.
En el fondo, adaptarse a la normativa vigente ha sido un dolor de muelas para el club y ha provocado numerosas fricciones entre los técnicos del Espai Barça y los Bomberos. "En la tercera gradería, que es nueva de trinca, no hay ningún problema de este tipo. Pero ha costado dar a entender que en la estructura de 1957, algunas de las cosas que se pedían no se podían cumplir", añaden las fuentes consultadas, vinculadas al club, donde también se quejan de que la burocracia ha ralentizado mucho las tareas. "El volumen de planos y documentación es tan elevado que en algunos casos hemos necesitado una semana para poder entregarlo todo", lamentan en el Barça. Aunque, de puertas adentro, se entona el mea culpa por los cambios en algunos puntos del proyecto, lo que en la jerga técnica se llama fast track –construcción sobre la marcha–. "Hemos propuesto mejores soluciones, técnicamente ya veces también económicamente, pero a cambio hemos tenido que empezar de cero con todo el papeleo, y eso nos ha ralentizado las obras".
La versión del consistorio, sin embargo, es otra. De entrada, admiten que el Camp Nou es una construcción única y que no era fácil adaptar el estadio a las normativas vigentes. Pero, a partir de ahí, insisten en que "las exigencias son las mismas para todos" y puntualizan que, en el fondo, son responsables directos de la seguridad de los espectadores. "Tenemos muchas ganas de que el Barça vuelva a casa, pero queremos que lo haga con garantías", resumía hace unos días el alcalde Jaume Collboni.