El gran líder que pone en venta al Madrid
BarcelonaEn 2025 termina con el Real Madrid y el FC Barcelona instalados en trincheras, atacándose. Nada nuevo, de hecho. Utilizan las redes y los periodistas que se animan para lanzarse dardos, para intentar convencer a los aficionados de que el rival siempre juega con ayudas arbitrales. Se recuperan viejas imágenes, se analizan partidos olvidados, lo que haga falta para dejar claro que se han ganado títulos compitiendo contra un adversario que gozaba de favores. Unos, utilizando como arma el caso Negreira, otros tirando de hemeroteca y estadísticas.
Los dos eternos rivales, a veces compañeros de viaje cuando toca defender sus intereses, viven más cómodos así, enemistados. Es extraño ver la complicidad que tenían los últimos años en asuntos como la Superliga o fondos económicos. Cuando se echan los platos por la cabeza, ya les va bien a los dos presidentes, ya que pocas cosas unen más que un enemigo exterior. Si atacas al Barça diciendo que los títulos ganados no fueron gracias a Messi, Guardiola o Xavi, ya que el mérito era de Negreira, una claca te jalea y te ve como un héroe que lucha contra un enemigo oscuro. En el Barça, lo mismo. El madridismo sociológico de la que habla Laporta une generaciones de barcelonistas y pone de acuerdo a diferentes familias de culés. Pocas cosas unen más que ver a abuelos hablando de Guruzeta y nietos recordando esa final de Copa de Mestalla con Mourinho en el banquillo donde el Madrid repartió todo lo que quiso.
A Laporta ya le viene bien encarar un año electoral más alejado que nunca de Florentino. Y ojalá se aleje aún más. Estos días parece que va tomando cuerpo el proyecto del presidente blanco de permitir la entrada de capital extranjero en el club. La idea de tener un CEO como una empresa y como los grandes clubs ingleses, rompiendo paulatinamente el modelo de propiedad de los accionistas. En el Madrid, las voces críticas han sido silenciadas o callan. Hay un dogmatismo que asusta, una fidelidad al gran líder que da miedo.
Ver cómo el Barça puede convertirse en el único gran club del mundo propiedad de sus gentes, con un modelo diferente, capaz de hacer frente a los gigantes y ganar títulos, sirve para recordar la excepcionalidad de este club, se equivoque o no. El Madrid se convierte en un espejo para dejar claro que el Barça es afortunadamente distinto. Más diverso, por ejemplo. Y con un punto de romanticismo, ya que se cree que se puede derrotar a los clubs estado sin dejar de ser como es. Ya va bien, en estos tiempos donde todo está a la venta. Recordemos que se pueden vender asientos VIPS, nombres de estadios y partes de negocio, pero que el Barça, a diferencia del Madrid, no se vende. Que sea por muchos años.