Reportaje

El homenaje de Joan Garcia a Zamora, el primer portero tránsfuga de Barcelona

Hace un siglo el 'Divino' cambió dos golpes de bando entre debates, en un caso similar al que vive ahora el guardameta de Sallent

El guardameta Ricardo Zamora, vestido de blanco, y el delantero Josep Samitier fueron los dos líderes del primer equipo histórico del Barça.
07/06/2025
5 min

BarcelonaUn siglo más tarde, en las calles y bares de Barcelona vuelve a hablarse de un portero que cambia de bando. El fichaje de Joan Garcia, que dejará al Espanyol para vestirse de azulgrana, ha herido los sentimientos de los seguidores blanquiazules y ha encendido los de los barcelonistas al igual que ocurrió hace 100 años con Ricardo Zamora. Solo el tiempo dirá si el guardameta de Sallent logra ser tan famoso como el eterno Zamora, uno de los mejores porteros de todos los tiempos. Y un hombre que sacudió la ciudad no una sola vez, sino en dos ocasiones, con viaje de ida y vuelta.

Nacido en 1901 en el Eixample, Zamora formó parte de la primera generación dorada del fútbol catalán junto a su amigo Josep Samitier. Era aquella ciudad de revoluciones y sueños, en la que en los descampados de los pies de la Sagrada Família o los edificios del Eixample se improvisaban campos de fútbol de tierra para hacer sitio a un deporte nuevo que no dejaba de sumar adeptos. Del padre de Zamora se sabe poco y, durante años, no quedó claro si un médico gaditano era el padre o el padrastro. Era el padrastro, al final, ya que el padre no estaba cuando Ricardo nació de una madre valenciana. El padrastro tenía claro que el pequeño debía ser médico. ¿Qué era lo de querer ser deportista? La infancia del joven llegó marcada por esa tensión. Con un vecino del barrio, Francesc Armet, pasaba horas jugando en un descampado de la ronda Universidad, donde quería ser delantero.

Zamora iba a los escolapios, donde un sacerdote aficionado al fútbol también le ayudaba a entrenarse y le llevaba a ver los entrenamientos del Universitario, un club potente de la época. El joven Zamora les observaba fascinado y cogía los balones detrás de la portería, hasta que un día le dijeron si quería ponerse entre los tres palos. Impresionó tanto que con 13 años le llamaron para un amistoso en el que recibió cuatro goles de salida, nervioso como estaba. Luego le dieron un vaso de coñac y empezó a mejorar. Tanto, que un año después el Espanyol le reclamó. El equipo blanquiazul debía jugar un partido en Madrid ante el Real Madrid y habían perdido por lesión a su portero Pere Gisbert. Así que pidieron al Universitario si el joven Zamora podía jugar con ellos. El club accedió, pero al que costó convencer fueron los padres del portero. Lo consiguieron y con apenas 15 años debutaba un 22 de abril de 1916 contra el Real donde jugaba un tal Santiago Bernabéu. Sería el futuro presidente blanco el autor del gol madridista en un empate 1-1 en el desaparecido campo de O'Donnell de Madrid, donde el joven Zamora impresionó. "Ha debutado un chaval llamado Ricardo Zamora que ha parado todos los balones, con todos los estilos que ha habido y que pueden haber, tan fácilmente como si bebiera un vaso de agua", se pudo leer en la prensa.

Ricardo Zamora antes del partido Cataluña - Bolton Wanderers de 1929.

Pero el padrastro seguía enfadado. No le gustaba verle saltar y llegar sudado a casa. Zamora se iba haciendo famoso. Aquel jersey de cuello alto por no tener frío, la gorra y la zamorana, la manera de desechar los balones con el codo, le convirtieron en todo un icono. Pero papá no paró hasta hacerle cumplir una promesa que le había arrancado un día: estudiaría medicina. En 1919, después de tres años brillante en el Espanyol, Zamora se retiraba con 18 años. Pero la pasión por el fútbol no se iba, por lo que Ricardo iba los fines de semana con algunos amigos a jugar partidos amistosos. Muchos de esos amigos formaban parte del Barça, que ya entonces tenía varios equipos amateurs. Los directivos del club azulgrana, al saber que Zamora pasaba ratos con socios del club, no lo pensaron. Fueron a buscarle y le ofrecieron una cifra entonces nunca vista para fichar por ellos y volver a jugar. Y Zamora lo aceptó.

La historia de una traición

Cuando se supo, en el Espanyol se sintieron traicionados. ¿Zamora los había dejado para estudiar y menos de un año después fichaba por su rival? Los debates que provocó el fichaje llenaron columnas de los periódicos y provocaron alguna trifulca. En el Barça, Zamora coincidió con mitos como Paulino Alcántara o su amigo y compañero de aventuras nocturnas Josep Samitier, justo en la época en la que el fútbol catalán se hizo mayor de edad. Zamora y Samitier eran ya tan famosos como los cantantes, los toreros o los actores. Ricardo jugaría tres años de azulgrana, época en la que llegaría a ser el autor del único gol oficial que había marcado nunca un portero del Barça, un 14 de diciembre de 1919, en un partido del Campeonato de Catalunya contra el Internacional en el que pidió chutar un penalti. Y le marcó en un triunfo por 2-1.

Zamora entre el Barça y el Espanyol en 1922.

Pero al Espanyol les dolía mucho malver al Ricardo de azulgrana. Y más después de ver a Zamora lucirse como portero de la selección española que brilló en los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920, donde ganó la plata. La rivalidad no dejaba de crecer en aquellos años 20 en los que ambos clubs buscaban terrenos para hacer campos más grandes y arrastraban cada vez a más gente. En 1922 los hermanos De la Riva, imprescindibles en levantar a Sarrià, se encaparraron a recuperar al portero y le ficharían ese año pagando 25.000 pesetas, una cifra muy alta entonces que generó un montón de debates.

La prensa ilustraba el caso con Zamora deseado por el Barça de Joan Gamper, que no quería renunciar a él pero tampoco pagar demasiado, y el Espanyol. De hecho, ambos clubs le inscribieron a la vez en un debate que provocó que el guardameta fuera sancionado unas semanas, ya que había decidido volver a ser blanquiazul, como dejó claro en una famosa carta publicada en el diario Gaceta Sportiva en la que él mismo explicaba: "No, amigo mío, no. Zamora meditó bien su paso dado al reingresar al club de mi infancia sportiva y en él me encuentro en casa después de cómodo (¿?) viaje por el extranjero. Desmiento, pues, todo lo que a mí alrededor se dice, y tengo la seguridad de que mi vida futbolística terminará en el RCD Español, por lo que lucharé hoy con más amor que nunca, para hacer olvidar una equivocación de joven". Una carta que años más tarde utilizaría ante las autoridades franquistas para ser perdonado, porque le habían sancionado por no haber sido lo suficientemente fiel al bando nacional a pesar de haber sido encarcelado por los republicanos, explicando que se había referido al Barça como "viaje por el extranjero"en referencia a que el club azulgrana coqueteaba con un"separatismo" que le incomodaba. Zamora nunca dejó claro si era de derechas o de izquierdas, pero catalanista seguro que no era.

Zamora sería feliz de vuelta al Espanyol, con quien ganaría la Copa de 1929. Era tan famoso que ese año protagonizaría el filme Por fin se casa Zamora. Sin embargo, en 1930 Zamora se marcharía al Madrid por 100.000 pesetas, una cifra astronómica para la época. No cumplió la promesa de la famosa carta en la que decía que se retiraría a Sarrià. De blanco ganaría dos Ligas y dos Copas. En el equipo blanco jugaría hasta el inicio de la guerra, cuando después de ser encarcelado por los republicanos huiría a Francia con su amigo Josep Samitier.

Entre Zamora y Joan Garcia, por cierto, otros porteros también han cambiado de equipo en Barcelona, ​​como Cristòfol Solà, que en 1930 pasaría del Espanyol al Barça sin demasiada fortuna, o el vasco Javier Urrutikoetxea, el añorado Urruti, perico de 1979 a 1981 y posteriormente azulgrana. El vasco también generó debates, pero menos crispados que Zamora o un Joan Garcia que demuestra que, un siglo más tarde del fichaje del Divino, la rivalidad sigue viva.

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