2017: el huevo de la serpiente incubado por Bartomeu, Neymar... y Piqué
La venta del brasileño por 222M€ fue el inicio de una imprudente política de gasto deportivo en el Barça
BarcelonaLos abogados Juan de Dios Crespo, con peculiar look de pajarita y sombrero panameño, y Marcos Motta, con impecable vestido y ademán serio, salían de las oficinas de la Liga de Fútbol Profesional el 3 de agosto del 2017 dispuestos a pagar un cheque por 222 millones de euros y sellar así el adiós de Neymar en el Barça para ir al PSG. Pero en la Liga Javier Tebas no aceptó el cheque, lo que acabó con la comitiva de togados en las oficinas del Barça; allí no hubo problemas. Aquellas imágenes del verano de 2017 forman parte de la iconografía del hundimiento azulgrana del último lustro. No por la operación de venta de Neymar, sino por lo que desencadenaron ese dinero.
Si en su día el Barça de Joan Gaspart invirtió los 10.000 millones de pesetas de Figo en fichajes desastrosos como Gerard, Alfonso, Petit u Overmars, la directiva de Josep Maria Bartomeu quiso estar a la altura de ese aciago precedente. Por la puerta entró primero Ousmane Dembélé (hasta 145 millones de euros entre traspaso y variables) y unos meses más tarde llegó Coutinho (160 millones, récord histórico del club). Para evaluar su rendimiento basta con decir que el Barça vivió con euforia el poder sacárselos de encima por 50 y 20 millones, respectivamente. Habían costado 305 entre ambos.
Pero por extraño que parezca, los dos carísimos y fallidos fichajes no fueron el peor de esas transferencias orquestadas por el equipo del presidente Josep Maria Bartomeu, con Robert Fernández como director deportivo. (Hay que decir que Fernández había llegado al club con el escaso aval de haber sido entrenador de Orihuela y Alzira sin demasiado éxito entre 2007 y 2009 y que después de su paso por el Barça no ha vuelto a desempeñar la función de secretario técnico en ningún otro club).
Fuentes conocedoras de las tripas económicas del club señalan que para entender la desesperada situación actual hay que tener en cuenta la caída de ingresos del cóvido, sí, pero también destacan la temporada 2017-2018: fue el año en el que las vacas sagradas del vestuario más ganador de la historia del club se aliaron para pedir enormes subidas de salarios. Y de hecho señalan un responsable de ese movimiento coordinado de los pesos pesados del equipo: “Gerard Piqué fue quien les dijo «ahora es la nuestra» y empezaron a pasar uno a uno por el despacho del presidente a exigir las subidas de sueldos”.
Según fuentes cercanas al club, aquellos futbolistas, que aún dominaban con facilidad la Liga española y no estaban cerca de su ocaso, tenían una roca en la faja negociadora: el enorme ascendente de Messi sobre Bartomeu, que iba mucho más allá de su propio contrato y se implicó también en las renovaciones de los compañeros de vestuario más cercanos. El propio Messi (junio del 2017), Piqué (enero de 2018) y Alba (febrero de 2019) son algunos de los casos más sonados.
Esa época de generosidad sin precedentes del presidente Bartomeu dejó una huella profunda en las cuentas del club: entre salarios y amortizaciones de fichajes, el Barça pasó de gastar 419 millones en el año del último triplete (2014-2015) o los 432 de la 2016-2017 –justo antes del adiós de Neymar– a los 639 de la 2017-2018. El salto fue un 47% más en una sola temporada, un registro impensable en cualquier otro sector o empresa. Sin embargo, la cifra no es récord: un año más tarde se llegó a los 671 y esta última temporada, ya con Laporta –con varios contratos heredados que la directiva no ha cuantificado– se pagaron 676 millones por estos conceptos, récord absoluto.