Lamine Yamal durante el partido de la selección contra Francia.
06/06/2025
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Días antes del España-Francia Lamine Yamal ya expresó su opinión sobre el Balón de Oro afirmando que no dependía de un partido, sino de quién era mejor durante una temporada. En la mayoría de foros periodísticos estaba puesto el foco entre él y Dembélé, que jugará además el Mundial de clubes con el PSG. Tras la semifinal de la Nations League en la que Lamine fue elegido como el mejor del partido después de marcar dos goles y dar otra exhibición, el azulgrana salió con la gorra ladeada a la sala de prensa y soltó con toda la jeta: “El Balón de Oro se da al mejor jugador del año, pero si lo querían dar por el partido de hoy no tenía ningún problema”. En serio: que se lo den ya, mañana mismo a poder ser y no hablemos más.

No hay debate posible sobre quién es el mejor jugador del mundo ahora mismo y sus 17 años no deberían penalizarle; al contrario. La explosión de Lamine Yamal es tan bestia, tan excepcional, que nos ha pillado a todos desprevenidos, pero es un hecho, está aquí, lo estamos viendo y nos hemos convertido en testigos privilegiados de un talento descomunal al que le motivan los retos. ¿Que tengo que hacer un partidazo ante Francia? Pues venga, lo hago y a callar todos. La seguridad en sí mismo es apabullante y a estas alturas se le nota que se cree el rey del mambo por cómo se expresa fuera del campo, pero es que en cuanto rueda la pelota no queda, porque no deja, otra opción que darle la razón. Así que de verdad, que le den ya el Balón de Oro, para que seguir dándole vueltas.

Sería además un descanso, por otra parte, porque la turra del baloncito de las narices es insoportable y cada año que pasa va a más y no a menos. Ya no hay mes en el que no se hable del premio, no hay forma de escapar de los argumentos en bucle de unos y otros sobre quién se lo merece más, no hay futbolista al que no se le pregunte quién debería ganarlo y hasta grandes acontecimientos deportivos como la final de Champions terminan convirtiéndose en un mero escaparate para apuntalar sesudas tesis. Sería un inmenso alivio que Lamine Yamal ganara el Balón de Oro ya, hoy mismo, no esperemos más y así podríamos centrarnos en, qué sé yo, hablar de otra cosa, en el fútbol como deporte colectivo y fijarnos en Pedri, Vitinha o Raphinha, por ejemplo. ¿No sería maravilloso?

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