¿Mbappé? El problema del Barça está en casa, no fuera

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Jules Koundé y Ronald Araujo pendientes de Kylian Mbappé

BarcelonaMbappé ya es jugador del Madrid y la vida de los barcelonistas sigue como siempre. Ni siquiera ha dolido, esta noticia. En parte porque todo el mundo hacía meses que había asumido que el francés acabaría vestido de blanco, solo faltaba saber cuándo sería oficial. Los madridistas viven en el paraíso, emborrachándose de éxito. Ser socio del Madrid es como ser patricio en los tiempos de gloria del Imperio Romano. Todo son victorias y la gente lo celebra en fiestas con uva y excesos. Han ganado una nueva Champions, el equipo de baloncesto se ha deshecho sin sufrir del Barça y han fichado a Mbappé, todo en cuatro días.

En condiciones normales todo esto habría sido un vía crucis difícil de digerir en el Barça. Pero tengo la sensación de que no ha hecho mucho daño. El barcelonismo ya gastó las últimas lágrimas con el serial Xavi-Laporta, y aceptó que el Madrid sería campeón de Europa el día que eliminó al Manchester City de Guardiola. El buen partido del Borussia Dortmund quizá animó un poco, pero todo el mundo sabía cómo acabaría. El éxito del Madrid ya no es una sorpresa, ya no le hace daño a un Barça con el cuerpo lleno de cicatrices y golpes. Ha sufrido tanto que ya no siente el dolor. Vive en el dolor, de hecho. Solo el femenino aguanta firme, como si fuera una realidad paralela. A veces parece que el Barça femenino procede del futuro o que es una entidad diferenciada, estable como parece. Entonces ves a Laporta cogiendo la Copa bajando del avión y recuerdas que no, que el Barça las necesita, ya que poco más le queda, aparte de ellas.

El fichaje de Mbappé no ha hecho daño, ya que lo que le duele al Barça es su día a día. Lo que duele no es ver a tu rival fuerte, es ver a tu club débil. Es no saber qué equipo tendrá Flick, cómo se podrán diferir los pagos de los jugadores que se intenta fichar, quién tendrá que irse y hasta dónde crecerá la deuda. Es pensar cuándo y cómo se podrá volver al estadio, es no poder ni imaginar a un Barça de baloncesto triunfante y tener demasiadas preguntas sin respuestas sobre el final de Xavi o el caso de los avales. Duele esta angustia permanente de vivir al límite, de jugar con fuego, ya sea por presentar avales, intentar renovar a Messi o renovar con Nike.

Duele saber que seguramente tardaremos muchos años en ver a un Barça que pueda aspirar a fichar al mejor jugador del momento. ¿Se puede hacer una plantilla competitiva? Claro. ¿Puede Flick levantar el equipo como hizo Xavi la temporada anterior? También. Pero todo parece una moneda en el aire, con demasiada inestabilidad. El Barça juega en la ruleta rusa todos los años. El Madrid es el Imperio Romano en sus años de gloria, sin bárbaros a las puertas de Roma.

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