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Nico Williams en el Barça de Flick: algunas dudas en medio de la certeza

Si llega al Camp Nou, el actual extremo del Athletic Club tendrá que crecer en varios aspectos del juego

Nico Williams y Lamine Yamal se saludan antes del inicio del partido.
24/06/2025
3 min

BarcelonaCuando un jugador cambia de equipo, inicia un proceso de adaptación a la nueva realidad que le rodea. En algunos casos tarda menos, en otros más. E incluso hay futbolistas que nunca llegan a acostumbrarse al equipo que le ha fichado. La mayoría de cambios también ponen a prueba la capacidad del jugador de ajustarse a cambios sociales: club nuevo, ciudad nueva en la mayoría de los casos y, tal vez, la necesidad de aprender una nueva lengua y aclimatarse a una liga distinta. En caso de que nos ocupa, Nico Williams, el extremo que quiere el Barça, podríamos pensar que este proceso será coser y cantar.

Si el navarro deja al Athletic Club y firma por el conjunto catalán no cambiaría de liga y, además, ha demostrado buena química en la selección española con varios futbolistas que pasarían a ser sus nuevos compañeros de equipo, especialmente con Lamine Yamal. Es cierto que, con España, aunque teóricamente jugar lejos el uno del otro (cada uno a un extremo), parece que lo hagan siempre juntos y muy cerca. Ayuda el cambio de orientación de Lamine Yamal cuando recibe abierto a la derecha, pero también la capacidad de Williams de encontrar a su amigo en el límite del área cuando es él quien tiene el balón e intenta hundir al rival conquistando la línea de fondo. Williams puede dar este pase atrás, u horizontal hacia la frontal, una vez que ha agrupado defensas.

Del mismo modo, también es cierto que su hipotético fichaje por el Barça plantearía, de entrada, un par de dudas razonables relacionadas con la naturaleza del extremo nacido en Pamplona. Williams es un futbolista que hoy se expresa mejor en espacios grandes y haciendo largos regateos. Para entendernos, aquellos que una vez hechos permiten correr. En el Barça, contra una mayoría de rivales que esperan encerrados y tratan de negar el más mínimo espacio en campo contrario, es fundamental ser extremadamente sensible y preciso en todos los gestos técnicos. Controles, pasadas, paredes o, por ejemplo, el dribbling corto que te permite dejar atrás a un rival pero que, rápidamente, te obliga a tomar otra decisión porque la has hecho en un espacio reducido y enseguida te salta la cobertura del adversario. Que Williams no sea un experto en esta faceta no quiere decir que no pueda aprender. Seguramente el modelo de juego del Athletic Club no le obliga a dar pasos de gigante en este aspecto, pero si ficha por el Barça es algo que mejorar.

La segunda duda importante y razonable que genera es su capacidad defensiva. Más que capacidad, podríamos decir predisposición, porque esto puede aprenderse (son nociones tácticas) y Williams tiene las aptitudes condicionales para crecer también en esta materia. Sin embargo, de entrada no muerde como Raphinha o Luis Díaz, y éste también es un ámbito de mejora que Flick, seguramente, querría trabajar con él. La presión agresiva es innegociable en el catálogo futbolístico del entrenador alemán.

Posible inspiración en el Coman del Bayern de Flick

Pese a estas cuestiones, las dudas y la incertidumbre que conlleva cualquier cambio de equipo, parece razonable que Flick quiera hacer de Nico Williams su particular Kingsley Coman en Barcelona. El francés era su extremo izquierdo preferido en el Bayern por su ética de trabajo y porque mostraba una buena comprensión del juego, pero, como Nico, también por la explosividad, el cambio de ritmo endemoniado, la capacidad para repetir esfuerzos y el talento para eliminar a rivales en el uno contra uno. Coman, eso sí, tenía y tiene dribling corto y largo.

Por otra parte, como Nico cuando está en forma, el Coman del Bayern de Flick hundía estructuras rivales y juntaba defensas antes del gesto definitivo, fuera centrada, pasada o disparo. También como Nico, y probablemente de forma aún más acentuada, Coman siempre ha podido ser más pulido, delicado y preciso en estos gestos finales. Y es curioso porque, pese a no ser bueno en la definición, él marcó el mayor gol en la etapa de Flick en el Bayern, el de la final de la Copa de Europa del 2020 contra el PSG. Lo hizo cabeceando y con los ojos cerrados, porque, como él dice, cabecear con la cabeza nunca le ha hecho gracia.

Si el Barça ficha a Williams y no vende Raphinha, tendrá dos maneras diferentes de interpretar el extremo izquierdo. En función del rival o del momento de forma de cada uno, Flick optará por uno u otro. Esto sería riqueza de plantilla, más allá de la posibilidad de verlos juntos con Lamine Yamal haciendo de nuevo y el brasileño a la derecha, o el propio Raphinha por dentro si Flick prefiere no mover el de Rocafonda de la banda. La plantilla ofrecería al técnico alemán varias configuraciones, pero eso ya es harina de otro costal.

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