¿Hasta qué punto Bartomeu tiene culpa de las pérdidas acumuladas de Laporta?
El club azulgrana ha vendido patrimonio por valor de 800 millones, pero sigue sin encontrar la estabilidad económica
BarcelonaEn el imaginario popular azulgrana, los bonos siempre se asociarán a Jaume Giró. Y las palancas, a Eduard Romeu. Cuando estaba en el cargo, el exvicepresidente económico del Barça hizo fortuna con esa palabra que sirve para edulcorar una definición más cruda: venta de activos del club para conseguir ingresos a corto plazo a cambio de dejarlos de percibir a medio y largo plazo. Durante la campaña electoral de Laporta, cuando Giró era quien llevaba el timón de la economía de la candidatura, los bonos parecían ser los grandes protagonistas del segundo mandato del abogado para dar la vuelta a la herencia calamitosa de Josep Maria Bartomeu. Pero todo cambió con el aval y el ingenio de Romeu creó un concepto que sigue bien presente en el devenir económico del Barça pese a que el empresario se marchó del club en marzo.
Durante los cuatro ejercicios del segundo mandato de Laporta, si no hubiera utilizado las palancas de Barça Vision y de los derechos televisivos de la Liga, el Barça habría acumulado unas pérdidas de 969 millones de euros entre los cierres 2020-2021 y 2023-2024. En este período el Barça ha ingresado 800 millones gracias a la venta de activos del club y, sin embargo, ha tenido unas pérdidas acumuladas de 170 millones. El curso 2020-21 lo cerró con 481 millones de pérdidas; en 2021-22 con 98 millones de beneficios; en el 2022-23 con 304 millones de beneficios y en el 2023-24 le acaba de sellar con 91 millones de pérdidas. Ésta es la peligrosa realidad económica del Barça.
La gran piedra en el zapato del ejercicio 2023-24 ha sido precisamente la palanca de Barça Vision, que en ejercicios anteriores fue el gran maná para poder afrontar fichajes de jugadores grandilocuentes. Los impagos de los diversos inversores, Libero, Socios.com, Vestigia y Orpheus Media, han comportado que la junta de Laporta se haya visto obligada a admitir un deterioro de 141 millones de euros del valor de la cuenta a cobrar. Además, se canceló la salida a bolsa prevista y se incumplió el plan de negocio. Pero el club mantiene el valor contable de 208 millones del activo al considerar que "existen motivos suficientes que justifican el valor actual de la compañía [Bridgeburg Invest, la encargada de gestionar Barça Vision] y sigue confiando en su viabilidad y capacidades futuras, con un plan de negocio establecido que va a permitir generar ingresos recurrentes en un futuro próximo".
Sobre este hecho ha llamado la atención el auditor del club, Grant Thornton, en su informe del cierre del ejercicio 2023-2024: "No debería mantenerse esta valoración y, por tanto, el valor de la inversión registrada en el cierre debería ser objeto de deterioro. Además, el club no nos ha facilitado una nueva valoración ni, en consecuencia, su efecto sobre las cuentas anuales". Si la junta de Laporta hubiera llevado a cabo este deterioro, las pérdidas habrían sido superiores a los 91 millones de euros. Éste es uno de los motivos que están provocando los movimientos de una parte del entorno del Barça para incentivar el voto en contra en la votación del cierre del ejercicio económico 2023-2024 que tendrá lugar en la asamblea que se celebrará el 19 de octubre.
La herencia de Bartomeu
Aunque Laporta fue quien cerró los cuatro últimos ejercicios, en los números alarmantes también tiene una gran responsabilidad la junta directiva de Bartomeu. Los motivos son diversos, pero hay uno que sobresale respecto a los demás: los 481 millones de pérdidas con los que el Barça finalizó el ejercicio 2020-21, que tiene el asterisco de la pandemia (91 millones de las pérdidas se atribuyeron al coronavirus), son en gran parte consecuencia de la gestión de Bartomeu, que ya llevaba varios cursos navegando con peligro de naufragar si llegaban las olas. Laporta llegó a la poltrona del Camp Nou en marzo del 2021, sin tiempo para darle la vuelta a la situación de ese ejercicio.
El boomerang de Laporta
De todas formas, antes de cerrar esas cuentas, Laporta tomó una decisión arriesgada que ha sido una losa que ha afectado recurrentemente al fair play económico de la entidad porque ha reducido el límite salarial en la Liga. Ésta fue la devaluación contable de cinco futbolistas de la plantilla del primer equipo masculino (Matheus, Coutinho, Neto, Pjanic y Umtiti) que sirvió para computar como pérdidas la amortización pendiente, cifrada en 141 millones. El boomerang ha llegado hasta el día de hoy, cuando Dani Olmo e Iñigo Martínez están inscritos gracias a las bajas de larga duración de Christensen y Araujo, respectivamente.
En cambio, Laporta poco pudo hacer con los contratos heredados de jugadores como Gerard Piqué, Sergio Busquets, Jordi Alba y compañía. De esas herencias por encima del precio de mercado solamente quedan Frenkie de Jong y Clément Lenglet. Pero Laporta, pese a reducir la masa salarial hasta los 505 millones (171 menos que el curso pasado), también ha incorporado a jugadores cuyos contratos tienen fórmulas que cuando llegó a la presidencia parecía que debían quedar caducas. El caso de Robert Lewandowski, con un sueldo ascendente a medida que va cumpliendo años, es el claro ejemplo de ello.