Ponga a un vicepresidente económico del Barça en su vida

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Eduard Romeu, a la asamblea del Barça.

Cuando no existían los atípicos, los números del Barça eran mucho más sencillos. Se ingresaba por las entradas, abonados y publicidad. Los gastos eran el salario de los jugadores y trabajadores, el mantenimiento de las instalaciones y los desplazamientos. La globalización del fútbol derivó en un aumento desmedido de la facturación. Y la economía de los clubs se complicó hasta el extremo. Hoy es necesario ser un experto en finanzas para entender la cuenta de resultados del Barça. La macroeconomía escapa a la vida cotidiana del populacho, que habla de millones como si fueran barras de pan. Como dijo Felipe González cuando mandaba: "Todo lo que supera las 100.000 pelas, la gente no lo entiende".

Si algo ha caracterizado al Barça ha sido la facilidad para cuadrar los números. Y (oh, maravilla!) que siempre digan lo que conviene a la persona que manda. Le salían a Núñez y, por supuesto, a Gaspart. También a Enric Reyna, el hombre de los sobres. Después a Laporta, Rosell y Bartomeu. Y ahora, de nuevo, Laporta. Cada vez que se presenta el cierre económico, el discurso es como al día siguiente de unas elecciones: todo el mundo ha ganado.

Los economistas siempre admiten que, a la hora de hacer las cuentas de una empresa, la ingeniería financiera permite retorcerlos hasta que den el resultado deseado. No significa que estén mal hechos ni que se hayan cometido negligencias. Simplemente, hay tantos factores interpretables que la fotografía final puede ser positiva o negativa en función de los ojos que lo miran. Como anécdota, esa asamblea en la que –con Bartomeu de presidente–, el vicepresidente económico Enrique Tombas presentó unas cifras inmaculadas pero Carles Tusquets, que presidía la comisión económica, dijo en público que le parecían una temeridad por el aumento de la gasto. Terminaron encerrados en un despacho, a gritos y con insultos de por medio. Y eso que eran del mismo bando.

El sábado será el vicepresidente actual, Eduard Romeu, quien estará defendiendo una facturación récord, dando valor a las palancas, quejándose de la herencia y justificando el aumento en el gasto porque "se tenía que hacer limpieza" de los viejos contratos. Posiblemente, pasará de puntillas del millón de patrimonio neto negativo, que mantiene congelado el famoso artículo 67 de los estatutos. Y nadie duda de que en la asamblea telemática los socios compromisarios darán el visto bueno sin demasiadas objeciones. Es un tema complejo y a muchos les da pereza. Hace una semana que los socios pueden consultar la información económica en la web del club. Las descargas no llegan ni al 5%.

Entender bien los números es complejo y la asamblea, a grandes rasgos, no está capacitada para debatirlos. Porque no es un sanedrín de economistas sino una representación más o menos aleatoria de la masa social del club. Sólo un porcentaje mínimo son especialistas, como bien se comprueba en el turno de preguntas, donde el tema estrella no es la deuda ni los gastos, sino quejarse por el estado de los lavabos o porque los perritos calientes que vienen al estadio son caros y muy malos.

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