"Quiero ser presidente del Barça"

Joaquim Carandell es presidente de la Unión Deportiva Tona y miembro de la empresa familiar Benito Urban

Joaquim Carandell en el campo de la UE Tona
06/08/2025
3 min

Ya hace diez años que Joaquim Carandell (Manlleu, 1994) es presidente de la Unión Deportiva Tona. De hecho, accedió al cargo con sólo 21 años, después de que le propusieran asumir la dirección de un club que ya contaba con el patrocinio principal de la empresa familiar, Benito Urban, dedicada a fabricar mobiliario urbano: parques infantiles, bancos, farolas, rejas y tapas de alcantarilla, entre otros muchos productos. "Por inocencia e inconsciencia", admite, aceptó el reto mientras estudiaba ADE en Barcelona, pese a asumir que tenía por delante una fuerte responsabilidad. Sin embargo, su implicación con el club y el vínculo emocional con el pueblo donde vive desde los diez años le empujaron a tomar las riendas de una entidad que entonces militaba en Primera Catalana. Una década después, Tona acumula cuatro temporadas en Tercera Federación, la quinta categoría del fútbol estatal, y ya se ha consolidado como el primer club de la comarca de Osona.

La etiqueta de "el hijo de" –por la vinculación empresarial– pesó desde el principio, pero Carandell quiso deshacerse de ellos desde el compromiso con la entidad. De hecho, dejó de jugar con el filial y fundó un tercer equipo en la última categoría para evitar conflictos de interés. Esto le permitió trabajar desde dentro con mayor libertad y ganarse el respeto. Desde entonces, ha intentado proyectar un modelo de club riguroso, arraigado en el pueblo y con una estructura profesionalizada: de cien espectadores por partido se ha pasado a unos cuatrocientos, cuyo presupuesto ronda los 200.000 euros. "Las ganas de ganar no pueden perderte la cabeza: hay que saber aguantar el equilibrio", afirma, consciente de los riesgos económicos que comporta liderar un club deportivo.

A pesar de no sentirse fatigado, no esconde que le gustaría encontrar un relevo con la misma dedicación. "Nunca pienso dejar tirado a Tona. Soy quien soy gracias al club. Pero tampoco espero ser todavía presidente dentro de veinte años", confiesa.

Joaquim Carandell ha sido durante unos años el presidente más joven del fútbol catalán.

Más allá de Tona, Carandell analiza el fútbol catalán con una mirada crítica. "Cuesta ver campos de estas categorías con gente. Vas a ciudades como Badalona o L'Hospitalet y hay un millar de espectadores", argumenta. También considera que el sistema de subvenciones está roto, con instituciones desconectadas de la realidad de los clubs pequeños y una feroz competencia por recursos escasos. Por eso, defiende que es necesaria más implicación institucional y que el apoyo del tejido empresarial es vital, pero insuficiente si no hay cambios estructurales.

¿Del Tona al Barça?

¿El futuro? No esconde la voluntad de liderar proyectos más ambiciosos, sea en clubes o en ámbitos federativos, aunque todavía lo ve lejos: "Esto me está sirviendo para formarme". Sabe que dirigir equipos humanos –tanto a nivel deportivo como empresarial– es la clave. Y, entre líneas, suelta su gran anhelo: "Yo soy socio del Espanyol, pero quiero ser presidente del Barça". Una frase que, lejos de sonar contradictoria, ilustra una historia familiar: "Mi padre me hizo socio del Barça de pequeño porque no quería que sufriera lo que él ha sufrido con el Espanyol". Sin embargo, la familia también acabó comprando carnets del club blanquiazul. Pero él lo tiene claro: es del Barça y le gustaría trabajar por la entidad blaugrana.

En todo caso, sabe que aspirar al palco azulgrana implica asumir el riesgo que otros muchos han vivido: acabar asumiendo responsabilidades legales, penales o judiciales. Pero nada descarta. Si algo ha demostrado es que su ambición no tiene techo. Mientras, en Tona, apostará por hacerle crecer desde la base y, a corto plazo, por hacer soñar a un pueblo de 8.500 habitantes con un posible ascenso a Segunda Federación, la cuarta categoría del fútbol estatal.

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