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¿Quién es Benito, el nombre que aparece en los bancos, fuentes y papeleras de tu barrio?

El gigante catalán del mobiliario urbano tiene su origen en Manlleu

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Ilustración

Si te sientas en un banco de la calle y te fijas bien, es muy probable que encuentres una pequeña placa. Si la lees, verás inscrito el nombre de Benito. Lo mismo ocurrirá si revisas la fuente donde bebes agua de camino al trabajo, la papelera donde tiras el envoltorio del bocadillo, la ducha donde te sacas la arena cuando vas a la playa o la pérgola que hace sombra en la plaza del barrio. Con las oficinas centrales en Vic y centros operativos en Sant Bartomeu del Grau y Sallent, Benito Urban facturó en 2023 alrededor de 80 millones de euros gracias a un catálogo de mobiliario urbano enorme, con más de 6.000 referencias. Permitiría equipar una ciudad entera: hay desde tapas para alcantarillado hasta farolas, ceniceros para la vía pública, columpios o jardineras. Sus modelos han hecho fortuna en Catalunya, pero también fuera: los puedes encontrar en las calles de ciudades tan distintas como Dubai, Palermo, Sofía, Qatar, Turín o Bucarest. De hecho, la compañía está esparciendo sus productos por el mundo a través de cinco delegaciones, en Francia, Italia, México, Estados Unidos y los Emiratos Árabes.

"La vocación industrial y la constante inversión en innovación han hecho de Benito una de las empresas más omnipresentes en las calles", explica Susana Domingo, directora del máster de marketing de la UPF Barcelona School of Management (UPF-BSM). ¿Pero cuándo empezaron las ciudades a llenarse de sus productos? La historia arranca en un momento crucial para la redefinición urbanística de Barcelona: los Juegos Olímpicos de 1992. Ese año, Joaquim Carandell fundó Benito. No lo hizo de la nada. A sus espaldas tenía todo el conocimiento heredado de su familia, que había sido propietaria de una empresa de fabricación de prendas de hierro para el sector textil en Manlleu. Carandell detectó el antes y el después de que marcarían los Juegos para la fisonomía de Barcelona y centró la nueva Fundición Dúctil Benito en el mobiliario urbano. No se equivocó.

Objetivo: equipar las ciudades

"El primer producto que diseñó y comercializó Benito fue una tapa de alcantarillado de color gris, seguida de otros modelos muy conocidos, como la pilona Via Trajana o los bancos Barcino", enumera Domingo. A los cinco años, la compañía ya facturaba más de 7 millones de euros. Sin embargo, la crisis de 2008 y el frenazo en seco de la inversión de las administraciones públicas les frenó el negocio. En 2011, Benito acabó en manos de la actual Aphenon, una entidad de capital riesgo especializada en invertir en empresas medianas para acabar de engrosarlas. Con la familia fundadora fuera del accionariado, el negocio se rebautizó con el nombre de Benito Urban y apretó el acelerador hacia la internacionalización.

Siete años más tarde, Andrea Carandell, la hija del fundador, volvió a comprar la empresa familiar. Durante todo ese tiempo, había dirigido su propia empresa, llamada Novatilu y especializada en iluminación. Con ella a la cabeza, Benito acabó de despegar por completo. "Ha logrado consolidar su presencia a nivel internacional, exportando sus productos a los cinco continentes –corrobora Domingo–. Esta expansión no sólo refuerza su marca, sino que le permite aplicar innovaciones a sus productos basándose en las experiencias y las necesidades globales que detecta", continúa la experta.

Para Domingo, entre los secretos del éxito de Benito todavía hay otros dos elementos. El primero, su capacidad de liderar el sector. "Su posición de liderazgo en el diseño y fabricación de productos urbanos ha sido clave para su omnipresencia", apunta. En segundo lugar, la apuesta por la sostenibilidad y por adaptarse a las nuevas necesidades. "La empresa ha sabido entender la evolución de las ciudades y ofrecer productos que mejoran la calidad de vida urbana, centrándose en mejorar seis aspectos: la estética, el confort, la seguridad, la eficiencia, la sostenibilidad y la ahorro energético", apunta Domingo. Hoy la compañía controla todas las fases del proceso de producción de sus productos, desde su diseño hasta su venta. Sus instalaciones operativas, que suman más de 125.000 metros cuadrados de superficie, están preparadas para enviar sus productos a todo el mundo: ya se han distribuido a más de 70 países.

Las fechas clave de la compañía
  • 1992

    Joaquín Carandell crea Fundición Dúctil Benito, especializada en mobiliario urbano.


  • 1997

    Con el impulso de los Juegos Olímpicos, factura ya más de 7 millones de euros.


  • 2011

    Tras la crisis económica, la familia vende Benito en el actual fondo Aphenon.


  • 2018

    Andrea Carandell, hija del fundador y empresaria, recompra a Benito para impulsarla.


  • 2022

    La empresa factura 80 millones de euros y vende a 150 países.


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