El riesgo de que los socios del Barça dejen de ser mayoría en el Camp Nou
Con el objetivo de cumplir con el presupuesto, el club prioriza la venta de entradas en los abonos mientras el estadio está en obras
BarcelonaMás allá de reparar desperfectos y modernizar las instalaciones, la gran razón de ser de la reforma del Camp Nou era para explotar vías de negocio que el antiguo estadio no ofrecía: las lonjas vip. No es un capricho exclusivo del Barça. El mundo del fútbol va hacia ese camino. Ya hace años que la mayoría de los clubs europeos han renovado sus instalaciones pensando en hacer negocio sobre todo con los que tienen los bolsillos más llenos. Tanto es así que hace una década, la UEFA llegó a cambiar su reglamento, de tal manera que el coliseo azulgrana no podía acoger una hipotética final de la Champions porque, entre otras cosas, la oferta de lonjas privadas era insuficiente.
En los estadios, los aficionados de toda la vida, los que aman a su club y animan al equipo en los partidos, siguen siendo mayoría. Pero, ¿hasta cuándo? El dinero que dejan en la caja es poco en comparación con el de los seguidores esporádicos, muchos de ellos turistas, que vienen a un único partido y no se están de nada: buenas localidades, merchandising y restauración. Un modelo americano que poco a poco va ganando terreno en Europa. En Barcelona, hasta ahora, la convivencia era buena. Cierto que ya había críticas por la gran cantidad de extranjeros que había en el campo, y que disfrutaban igual de un gol del Barça que uno del equipo rival. Podían llegar a ser un 30% del total de espectadores. Eso sí, dado que la recaudación que dejaban lo compensaba, al final todo el mundo miraba hacia otro lado.
El ansiado regreso del Barça al Camp Nou ha reabierto este debate, ya que la directiva de Joan Laporta ha priorizado el negocio al romanticismo. "Es una situación temporal, sólo para este curso, hasta que el estadio tenga el aforo total", justifican desde la junta. De los 45.000 asientos disponibles, alrededor de 24.000 se reservaron para los abonados –dando prioridad a los que habían acompañado al equipo en Montjuïc–. Los 21.000 restantes –descontado los compromisos del club– son para la venta. Y a precios desorbitados, que iban desde los 199 euros a los 589 para el día de la vuelta. Los socios, que tenían prioridad en su compra, tenían un 20% de descuento. "Es una situación puntual porque es el regreso y porque el rival es el Athletic Club. En el resto de partidos no será así", añaden a los despachos nobles.
Siempre debe haber 15.000 entradas a la venta
"En números absolutos, hay aproximadamente las mismas entradas a la venta. Pero como el estadio está en obras y hay menos aforo, varía el porcentaje de socios respecto a los turistas. Será más igualado", apunta un antiguo ejecutivo azulgrana, buen conocedor del caso. Antes de la reforma, el Barça guardaba 85.000 de los 100.000 asientos del antiguo Camp Nou entre los abonados (81%) y los compromisos (4%). Esto suponía tener unas 15.000 entradas disponibles por partido. La cifra final podía llegar a aumentar hasta las 25.000 o 30.000 gracias a las que se liberaban a través del Seient Lliure. Actualmente, y hasta que el estadio no tenga el aforo completo –serán 105.000 espectadores–, el Seient Lliure no está activado. Por tanto, de entrada, están los mismos 15.000 tickets disponibles –que pueden ser más si algunos socios no confirman asistencia–. La diferencia radica en los porcentajes, ya que estos clientes esporádicos han pasado de representar el 15% al menos el 45% del total.
En Montjuïc ya ocurría algo similar, aunque la política de precios era más razonable y una parte notable de las entradas las adquiría el público local. Así, según las métricas del club, a las que ha tenido acceso el ARA, los turistas representaban como máximo el 30% del aforo en un día de partido. Pero con los precios para el regreso al Camp Nou, es muy probable que el porcentaje de turistas sea mayor. En el club admiten que la medida "es impopular" y la consideran "necesaria" para cumplir con el presupuesto, que este curso contempla ingresar 225 millones de euros gracias a la explotación del estadio. Son 50 más que los 175 del pasado curso jugado íntegramente en Montjuïc. Al Barça confían en llegar, en parte por la política de precios agresiva y también porque en las próximas semanas cuentan recibir el permiso 1c para abrir también el gol norte y ampliar el aforo hasta los 62.000 espectadores. En principio, se abrirá un proceso para vender parte de estas localidades a los abonados que están en excedencia, aunque la decisión todavía no está tomada.
El Barça insiste en que es una situación temporal mientras duren las obras
Además, en el Barça insisten en que es una situación temporal, que los precios se revisarán a la baja en el futuro y que los abonos siguen siendo de los más asequibles en Europa. En comparación, el Real Madrid reparte las entradas en un porcentaje similar para Santiago Bernabéu: un 75% para los abonados, un 5% para los compromisos y un 20% para la venta. La diferencia es que el estadio de Chamartín tiene menos capacidad (83.000 asientos) y que existen dos modalidades de abono, el estándar para los partidos de Liga y el Euroabono, que incluye a los de la Champions. Éste último, con precios que van de los 930 a los 1.826 euros, y en el Camp Nou los abonos para este curso oscilan entre los 420 y los 1.092 euros.
En Europa, la política de venta de entradas varía en función de los países. En la Bundesliga alemana, una de las prioridades es que los estadios estén siempre llenos. Por eso, aparte de los abonos de temporada, los tickets para un partido concreto cuestan entre 20 y 80 euros, según los equipos y los rivales. En Inglaterra, los aficionados deben darse de alta y acreditarse como seguidores de un club para poder tener acceso a las entradas, que en verano ya se ponen a la venta para toda la temporada. Sin embargo, también se pueden adquirir a través de turoperadores, algo que ha generado cierta controversia porque ha roto con una tradición doble en la Premier: que se han empezado a encarecer los precios y que cada vez más turistas iban al campo con un comportamiento pasivo, sin necesariamente animar al equipo local, con indiferencia de quien acababa ganando el partido. Es el negocio del fútbol.