Palomitas en el microondas para ver cuál será el relato del madridismo después de que Vinícius Júnior se haya quedado, pobrecito, sin Balón de Oro. Todo estaba listo para celebrar la condecoración del extremo brasileño como mejor jugador del mundo. Desde programación especial televisiva para digerir mejor el 0-4 del sábado en el clásico hasta acciones promocionales en las calles de Madrid. También había motivos futbolísticos para justificar sobradamente el galardón. Vini viene de ganar una Liga cómodamente y levantar otra Champions. Además, juega de delantero y ostenta cifras de goles y asistencias que redondearían cualquier veredicto favorable. Tiene talento y potencial para entrar en el ranking que Messi y Cristiano casi han monopolizado en los últimos tres lustros. ¿Qué ha pasado, pues?
La explicación es sencilla. Vinícius pasará a la historia como el primer virtual ganador de un Balón de Oro que se queda sin recoger el premio solo por ser un mal deportista. El atacante madridista es un delantero decisivo y desequilibrante, sin duda uno de los mejores del planeta, pero mancha sus logros futbolísticos con una pésima lectura de lo que es el juego limpio y la clase, dos conceptos que forman parte de uno de los tres criterios básicos que sirven de guía a los periodistas que deciden el galardón. Al final, Vini se ha pasado de listo. Pensaba que sería el primero de la clase sin reparar en que la actitud también cuenta en la nota final. Como la competencia existe y el personaje es experto en crear antipatías en todas partes menos en el Bernabéu, la bofetada es ejemplar. Además, supone una oportunidad perdida para denunciar en un escenario global el racismo del que es víctima.
Fiel a su repertorio, Vinícius se ha quedado en su casa cuando ha conocido el resultado de la votación. Hasta ahí, sorpresa relativa. Ya sabemos que le cuesta tolerar la frustración. Ahora bien, lo que es de traca es que el Madrid secunde la pataleta de su crack y pise el señorío del que hace bandera hasta el punto de recordar los tiempos de Mourinho y "Tú dedo nos señala el camino". Sería brutal que la maquinaria de Florentino Pérez dijera que España, campeona de la Eurocopa gracias al madrileño Rodri, les ha robado un Balón de Oro. Pero no nos flipemos: ningún portavoz de la Central Lechera apalabrará este pensamiento. Al contrario. Se dará la vuelta a la tortilla con una pinza en la nariz y el discípulo de Guardiola, que además es objetivo del Madrid para sustituir al añorado Kroos, saldrá en todas partes vestido con la roja. Españolidad para tapar que Vinícius, su Vini, se ha quedado sin premio por bobo, que es lo que realmente importa.