Barça

Sin gol, el Barça necesita un milagro en la Champions (0-0)

La mejora en el juego no sirve para derrocar el muro del Benfica y ahora habrá que ganar en el campo del Bayern para continuar adelante

4 min
Nico, triste al final del partido contra el Benfica

BarcelonaLa Liga de Campeones de los tres técnicos, Koeman, Sergi y Xavi, se decidirá en un juicio final en Baviera. Si quiere seguir adelante, el Barça tendrá que ganar en la madriguera del león, en el laberinto más temible de la casa de los horrores. A pesar de una puesta en escena alentadora, el Barça de Xavi continúa sin encontrar el gol perdido. Y sin goles, en el fútbol, no hay gloria. A pesar de intentarlo una vez tras otra, el muro portugués aguantó los ataques de un equipo que parece renacido en el ámbito colectivo. Pero le falta la guinda del gol. En la última jornada, el Barça tendrá que ganar en el campo de un Bayern que ya no se juega nada. O esperar un favor del Dinamo de Kiev en el campo del Benfica. En caso de empate a puntos, pasarían los portugueses.

El partido fue un buen resumen del frágil equilibrio entre el futuro que encarna Xavi y el peso del legado poco aseado que ha recibido el técnico. El primer triunfo de Xavi, sin embargo, es haberle dado la vuelta en pocos días, tanto emocionalmente como tácticamente. Su Barça, con la espada de Damocles sobrevolándole en Europa, fue a buscar la gloria y quiso hacer caer el muro de un Benfica que no veía con malos ojos un empate, a pesar de que también esperaba escondido el momento para saltar y, de golpe, golpear a su adversario. Al final, los portugueses consiguieron lo que querían.

Xavi tiene bajas, pero también encuentra oportunidades para recuperar jugadores que parecían arrinconados, como por ejemplo el austríaco Yusuf Demir, que se vio empoderado jugando por la derecha. Xavi lo toca todo. Le da vueltas a cada movimiento, explora nuevos caminos y hace de su equipo un experimento futbolístico muy emocionante. Sobre el césped, va tejiéndose una red de complicidades, con movimientos entre líneas, hombres libres, bandas anchas y tanta riqueza táctica que parece mentira que hace pocas semanas este mismo equipo fuera superado claramente por el Benfica en tierras portuguesas. En una sociedad donde todo va tan rápido, el fútbol también acelera su ritmo, y esto hace que los viejos sistemas tácticos queden un poco superados. Y Xavi lo sabe, y hace jugar un sistema que no acababa de ser ni un 4-3-3 ni un 3-4-3. Alba era más extremo que lateral, y Araujo ahora era lateral y ahora central. En función de la posición de la pelota, todo se ordenaba de una manera diferente. La pelota, evidentemente, siempre en el centro.

Nico, omnipresente

El Barça de Xavi, mientras espera recuperar a otros jugadores, es el Barça de los niños. Si Gavi es todo corazón, Nico es más listo que el hambre. Leyendo siempre qué había que hacer, el gallego fue un gigante que controló el medio del campo acompañado de un Busquets que parece estar cómodo rodeado de jovencitos. El Benfica, superado, se limitó a sobrevivir, y provocó dos sustos pasada la media hora. El ucraniano Yaremchuk, alto como un pino, le ganó la partida a un Lenglet convertido en el talón de Aquiles del equipo, pero Ter Stegen le negó el gol. Sí que marcó Otamendi, pero la pelota había salido por la línea de fondo antes de llegar a las botas del argentino. El Camp Nou presencia el nacimiento de un nuevo Barça, pero todavía quedan viejos vicios del pasado, como la falta de puntería y los graves problemas defensivos dentro del área. Y aun suerte que Araújo hizo uno de aquellos partidos en los que parece disfrutar cuando todo el mundo sufre. Imperial, el uruguayo conectó emocionalmente con un estadio que no presentó una buena entrada, después de tantas horas de tormenta sobre la ciudad. La lluvia no ayudó al Barça. Si Araujo fue la cara, Memphis fue la cruz. Las tres ocasiones que tuvo las desaprovechó. Y si alguien tendría que tener gol es él. El neerlandés por instantes parece jugar solo, ahogándose bajo la lluvia.

Memphis, luchando contra la defensa del Benfica

Pero cada día que pasa, el Barça parece más orgulloso. En el segundo partido con Xavi, el Barça aprendió de los errores contra el Espanyol y ganó consistencia añadiendo nuevos ingredientes a la receta. El Benfica, sin embargo, sabía defenderse con acierto liderado por un Nicolás Otamendi imperial. El partido estaba destinado a jugarse con las cartas marcadas, muy visibles sobre la mesa: el Barça atacaría y el Benfica iría a la contra, con las piernas frescas de Núñez y Taarabt. 

Si el veterano Jorge Jesús movió sus piezas, Xavi tampoco se estuvo quieto, e hizo entrar un Ousmane Dembélé que tendría que hacer grandes cosas con el nuevo técnico. Xavi cree en los extremos, cree en jugadores como el francés, que revolucionó un poco el partido con tres acciones individuales de nivel. Pero cada movimiento del Barça lo contrarrestaban los portugueses, cada vez más contentos con la posibilidad de llevarse un empate del Camp Nou. Los últimos ataques del Barça toparon con las manos del portero griego. Solo Araújo, el futbolista con el corazón más grande del mundo, consiguió marcar, pero estaba en fuera de juego. Un palmo de nariz para un Barça que mereció más, pero que también habría podido caer cuando en el último minuto Seferovic perdonó un gol que parecía imposible de fallar ante Ter Stegen.

El Barça está pagando las facturas impagadas de las primeras jornadas de la Champions, cuando andaba como una alma en pena. Ahora que ha recuperado el orgullo y una idea clara de juego, se encuentra entre la espada y la pared. Si quiere continuar atravesando fronteras, tendrá que hacerse grande contra un rival que le trae muchos malos recuerdos. Donde algunos ven un problema, otros ven una oportunidad. Un buen lugar para renacer.

stats