El Girona pierde en el último minuto y no confirma su permanencia en Primera

GeronaSi no le ocurrieran cosas extrañas y casi paranormales, el Girona no sería el Girona. Cuando empezaba a celebrar la permanencia, una acción de Eyong en el último minuto congeló el estado de ánimo colectivo y le dio el triunfo al Villarreal (0-1). En teoría, no debería significar ningún descalabro, pero ahora se mirará con interés al Leganés-Espanyol del domingo, en el que necesita un favor blanquiazul. Por ahora, los de Míchel tienen seis puntos de margen con Las Palmas y siete con los madrileños, a falta de nueve puntos en juego. El técnico rojiblanco sigue hospitalizado: Santi Pou, integrante del cuerpo técnico, estuvo en contacto telefónico todo el rato.

Los gerundenses llegaron a la conclusión de que más vale pájaro en mano que cien volante. Pese a la gran victoria ante el Mallorca (suerte las hubo) y que los rivales directos estén pinchando, el equipo no se reservó absolutamente nada, pese a que el martes, el calendario lo aparee con el Valladolid, donde teóricamente podría tener una oportunidad grandiosa de conseguir el triunfo. No estarán Krejci y Yangel Herrera, sancionados. Desde su cama, en el hospital, Míchel dio la indicación de no tocar lo que tan bien está funcionando con el deseo, evidente, de mantener la inercia positiva.

Tampoco se ahorró esfuerzos el Villarreal, con un arsenal ofensivo que amenazaba cada vez que podía. Gazzaniga fue el encargado de deshacer los avisos, y se ganó el rescoldo de la grada, que antes del descanso ya había coreado su nombre. El argentino, afianzado en la titularidad desde hace tres temporadas, correspondió con aplausos y un saludo de agradecimiento. No era necesario, ciertamente, porque el trabajo lo había hecho desviando espectacularmente dos disparos desde el área pequeña de Ayoze –el tercero fue adentro, pero venía precedido de una mano–, y un par de remates de Foyth y Pepe. El dominio visitante fue claro, e incluso Baena fue objeto de un posible penalti, no silbado.

Un solar ofensivo

Pero éste es otro Girona, que no se parece nada a lo que no hace mucho se deshacía, limitado en su confianza. Fue inferior, sí, pero por pocos segundos no suma un punto. Se permitió el gusto de tutear a un rival en puestos Champions, tomándole el balón y dominándolo, con especial mención para Arthur, que poco a poco está demostrando que los motivos que le instalaron en grandes clubs eran reales. El brasileño se ha aclimatado bien, a Montilivi, que apenas gozó de ocasiones de los suyos: un cabezazo de Stuani desviadísimo, y alguna internada, esporádica, que acababa impactando en cualquier contrario. Yangel rozó el empate en el descuento, pero su intento rozó el palo. El estado de ánimo se habrá transformado, pero existen problemas estructurales que no cambian tan fácilmente: la fe de Portu y el uruguayo arreglan algunas cosas, no todas. El 0-1 llegó sin ellos al campo, por cierto. Más allá de la pareja, el equipo, ofensivamente, sigue siendo un solar.

Girona es de Primera, cantaba el grupo de animación Jovent Gironí durante el tramo final. Y sí, realmente el vestuario lo palpa con la punta de los dedos. Sobre todo lo palpaba con el 0-0, destrozado en una aparición fulgurante de Eyong, que acababa de entrar y remató solo, a espaldas de David López. A menudo es un martirio, amar al Girona. Sobre todo este año, una temporada que debía ser tan especial y en la que todo el mundo sufre, cruzando los dedos para que acabe bien.