PRIMERA DIVISIÓN

El Girona sobrevive en Almería haciendo el peor partido de la Liga

El equipo de Míchel empata a cero y termina con diez jugadores, pero recupera el liderazgo provisionalmente

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Pablo Torre, disputando un balón

GIRONASufriendo, con diez y haciendo el peor partido de la Liga. Pero el Girona ha sobrevivido en Almería, donde el empate (0-0) ha bastado para recuperar el liderazgo de Primera División. En seis meses, ésta es la peor imagen del equipo catalán, irreconocible si se le compara con lo que ha hecho durante lo que llevamos de este curso histórico. De hecho, prácticamente no ha gozado de ninguna oportunidad clara.

El Girona, aunque no lo parezca, es un equipo como los demás. Común, corriente, con sus virtudes (muchas) que le convierten en extraordinario, y sus defectos (algunos) que le hacen previsible. En Almería, paralizado como no lo había estado todavía en ninguna de las primeras diecinueve jornadas del campeonato, ha hecho un partido muy malo. El colista de la Liga, que no sabe lo que es ganar, le ha superado con diferencia y ha gozado de ocasiones suficientes para llevarse el triunfo. No lo ha logrado porque el Girona, también en los días en que no sabe brillar, sabe resistir.

La clave de este bajón en el juego de los de Míchel, que ha sorprendido dejando en el banquillo a Savinho, por precaución, está el ritmo y la intencionalidad, que no han sido los mismos con los que suele obsequiar a los amantes del fútbol. Ni ha sabido poner la velocidad adecuada en el momento oportuno, ni ha conseguido descifrar cómo debía crear las acciones que normalmente crea sin tener que pensar. Nada ha fluido, en tierras andaluzas, y el juego se ha resentido por la falta de un conjunto que podía volver a hacer historia.

Que el Madrid no tenga partido de Liga este fin de semana permitía a los gerundenses situarse líderes provisionales en caso de puntuar e igualar los puntos sumados en todo el año pasado (objetivo conseguido), y, si ganaban, alcanzar el récord numérico de los 51 puntos del club en Primera, establecido en 2017-18, con Pablo Machín en el banquillo (objetivo pendiente). Ambos alicientes hacían presagiar a un Girona saliendo a morder y no al Girona espeso y descolocado que se ha visto. Este equipo ha malacostumbrado a todo el mundo, lo que ha multiplicado la sensación de que la imagen ha sido floja, pero que quizá (y sólo quizás) es la que debería ser si no se empeñara en hacer obras de arte semana tras semana.

Con la lucha por la primera posición abierta, sin embargo, las exigencias no pueden ser las mismas que cuando el equipo se peleaba por salvarse. Se le pide mucho al Girona, y aún se le pedirá más. Y con esto también tendrá que saber convivir. No siempre tendrá Gazzaniga con ese estado de ánimo, dispuesto a detener todo lo que le llegue, simulando que tiene más de dos manos y de dos pies. Arribas y Baptistão tendrán pesadillas con el guardameta argentino, un gigante bajo los palos que ha convencido a medias a sus compañeros de que, pese a jugar mal, podían salir.

Cada pérdida rojiblanca provocaba unos desajustes que Míchel , desde el banquillo, no sabía cómo controlar. Ha hecho cambios, el madrileño, que tenía recursos para dar la vuelta a la dinámica negativa. Han entrado Tsygankov y Solís, lo que, modificando un poco el dibujo, ha permitido que Iván Martín tuviera más recorrido ofensivo, a expensas de un Pablo Torre apagado. Valery, pegado a la banda, ofrecía chispas pero poco más. Dovbyk y Aleix Garcia, aislados, apenas han aparecido. Ni los contragolpes en ventaja surtían efecto porque se tomaban malas decisiones.

El cambio de tendencia dura poco

También fue el turno de Savinho y Stuani, cuando el Girona ya buscaba el golpe de efecto definitivo. Al cabo de 70 minutos no había chutado a puerta (tampoco lo ha logrado de forma clara en 90) y así es imposible ganar. La entrada del brasileño ha supuesto un cambio de tendencia y el equipo ha aumentado las marchas. Quedaba mucho tiempo y la victoria ya no era una utopía, pero era necesario acertar. En los partidos del Girona, ya se sabe, puede ocurrir cualquier cosa en cualquier instante.

Y ha pasado, claro. Aleix Garcia ha visto la roja directa a falta de diez minutos para el final para cortar una clara internada de Melero, que se plantaba solo ante Gazzaniga. Entonces, nuevamente todo ha cambiado y el Almería ha tenido la oportunidad de decantar el partido a su favor, especialmente en una ocasión de Montes y en otra que Arnau ha rechazado en el minuto noventa y seis. El Girona ha salvado un punto de oro.

  • Almería: Maximiano, Marc Pubill (Ramazani, 68'), Edgar (Pozo, 63'), Chumi, Akieme, Montes (Luis Suárez, 84'), Embarba (Melero, 68'), Robertone, Lopy, Arribas (Kaiky, 84') y Baptistão. Entrenador: Gaizka Garitano.
  • Gerona: Gazzaniga, Arnau, Juanpe, Blind, Miguel, Aleix Garcia, Iván Martín, Pablo Torre (Solís, 57'), Yan Couto (Tsygankov, 57'), Valery (Savinho, 67') y Dovbyk (Stuani, 67') ). Entrenador: Míchel Sánchez.
  • Goles: Ninguno.
  • Árbitro: Busquets Ferrer (Comité Balear).
  • Tarjetas amarillas: Baptistão (21'), Valery (34'), Akieme (56'), Juanpe (65'), Savinho (71'), Montes (78') y Arnau (97').
  • Tarjetas rojas: Aleix Garcia (80').
  • Estadio: Power Horse Stadium, 12.111 espectadores.
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