Vladyslav Vanat y el Girona se quedan sin final feliz por una imprudencia en el descuento

GeronaUna imprudencia en el tiempo de descuento, en forma de penalti de Blind, ha impedido que el Girona ganara por primera vez en la Liga. Pero en el empate ante el Celta (1-1), prima un aspecto por encima de los demás. Apunte su nombre: Vladyslav Vanat. El delantero fichado el último día de mercado ha hecho saltar a la banca en Balaídos, en su debut con la camiseta rojiblanca. Es ucraniano, como Artem Dovbyk, el último desconocido que impactó en Montilivi, y que se convirtió en el pichichi de hace dos ligas. Dovbyk, que celebraría 24 goles, tardó ocho minutos en marcar en su estreno; Vanat ha necesitado doce, sólo cuatro más. Lo ha hecho fácil y sin pensar demasiado, en dos toques, ambos con la pierna derecha, uno para orientarse y el otro para hacer inútil el estirón de Radu. En doce minutos, de hecho, Vanat ya ha marcado la mitad de los goles que marcó Miovski –dos– el pasado año en la Liga. Colorea bien, la cosa. Lástima del final, pero al menos el equipo ya no tiene cero puntos en la clasificación.

Curiosidades de la vida, el Girona tenía por delante al delantero catalán que le echó la caña a principios de verano, Ferran Jutglà. El de Sant Julià de Vilatorta veía con buenos ojos jugar en Montilivi, pero no fue recíproco. Jutglà ha sido uno de los motivos que ha hecho sufrir por el resultado en Vigo, porque no ha dejado de intentarlo; afortunadamente por los intereses gerundenses, no ha tenido puntería. Y cuando lo tuvo, se encontró con el discutido Paulo Gazzaniga, que se mantuvo en el once pese a la llegada de Livakovic y los errores en el estreno del campeonato. El argentino, que salvó el empate mucho antes de que se hiciera realidad, se mostró seguro y ágil de reflejos, acompañado de una mejora general en el aspecto defensivo, en el que Vitor Reis y Blind hicieron buena pareja.

Ounahi, la otra novedad

El paso al frente ha sido general. Míchel, aparte de alinear a Vanat de inicio, también se ha atrevido a colocar a un hiperactivo Ounahi en medio del campo, junto con Witsel e Iván Martín. El tridente se ha multiplicado, como el contador de kilómetros. El marroquí ha dejado pinceladas de poder ser un buen sustituto de Yangel Herrera, la prenda más importante que ha perdido el vestuario. El hecho de marcar tan pronto, además, asustó los miedos: el Girona aún no se había adelantado en ninguna jornada y las dudas florecían, sin freno. Contra el Celta no les ha dejado del todo olvidados, con un final demasiado cruel, pero la autoestima sale reforzada.

La imagen, mucho más seria, se ha acentuado comprobando cómo los futbolistas mordían en cada acción. El ejemplo visible, que hasta ahora ya era, es Joel Roca, retirado al descanso tras acabar la primera parte con un golpe. El campesino era el único jugador que había visto portería, un honor que comparte con Vanat después de una acción redonda. Blind se anticipó a Jutglà en la presión, Iván Martín se inventó una asistencia descomunal y el ucraniano definió con elegancia. Los locales pidieron falta del central neerlandés en la recuperación. Para pedir que no quede.

Gazzaniga ha continuado con el recital de paros en el tramo final y ha desviado providencialmente un disparo de Mingueza. Y el equipo gerundense, que perdonó la sentencia en algunos contragolpes, resistió hasta la precipitación de Blind, que no desaprovechó a Borja Iglesias. Sin embargo, en el Girona vuelven los motivos para la esperanza con el segundo enamoramiento en tres años por un delantero ucraniano.