De caer en la anorexia a volver a ser feliz en una piscina

Júlia Pujadas explica su lucha contra el trastorno antes de competir para un puesto en los Juegos Olímpicos de París en junio

Albert Caralt
3 min
Júlia Pujadas después de una competición

BarcelonaJúlia Pujadas (2001, Granollers), nadadora del Club Natació Sant Andreu, competirá por tener una plaza en los Juegos Olímpicos de París en el Campeonato Preolímpico de Mallorca que se celebrará en junio. Pujadas desveló su lucha contra la anorexia y la depresión hace dos años con un vídeo en las redes sociales. Ahora, ya enfocada en la competición al 100%, atiende al ARA mientras prepara la cita clasificatoria.

Todo empezó cuando se estaba preparando para el preolímpico de Tokio 2020. Desde finales del 2019 empezó a recibir presiones y comentarios sobre su estado físico por parte delstaff del equipo nacional mientras entrenaba y residía a tiempo completo en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (CAR). “Hubo varias ocasiones en las concentraciones con el equipo nacional en el que me sentí directamente atacada”, recuerda Julia. Le mandaron perder peso y la presionaban constantemente para que lo perdiera.

Julia empezó a tomar suplementos para perder grasa, más adelante dejó de cenar, y, poco a poco, cayó en la anorexia. Cuando pensaba que tenía la situación bajo control, todo se acentuó aún más con la llegada del confinamiento. "Tenía un solo objetivo: no engordarme", dice. Durante los tres meses encerrada en casa, Julia se pesaba cada mañana. Cada día tenía que pesar menos que el anterior, llegó a realizar diez horas de ejercicio diarias y no paraba de reducir la ingesta de alimentos. Hasta que su padre le obligó a pesarse ante él no se dio cuenta de hasta dónde había llegado.

Al terminar el confinamiento, volvió a ejercitarse en el CAR. Los entrenadores se dieron cuenta de su estado –visiblemente consumida después de unos meses de trastorno–, pero, según su testimonio, no hicieron demasiados esfuerzos por reconducir la situación. Poco después, Julia tomó la decisión de cambiar de aires y comenzó una nueva etapa en el Club Natació Sant Andreu, donde, paso a paso y con un nuevo grupo en el que se integró muy fácilmente, empezó a recuperarse se. “No fue nada fácil volver a entrenarme, ni empezar a comer, ni, sobre todo, renunciar al sueño de los Juegos de Tokio (que se celebrarían en el 2021 a causa de la cóvida)”, explica Pujadas.

El proceso de recuperación

“Pasé por tres psicólogos diferentes, y aunque me sinceré con todos, no sentía que entendieran lo que me estaba pasando. Pero cuando encontré a Sandra Tabasco –su psicóloga actual– fue muy fácil trabajar con ella y empezar a salir adelante”, dice orgullosa. "También tengo amigos y familiares que me permiten sentirme yo misma al hablar de estos temas".

Lluís Escrits, amigo de Julia y nadador del Sant Andreu, convivió con ella en los dos primeros años de la recuperación mientras se mantenía en contacto directo con la familia y el club para hablar de su estado. “Lo único que estaba a mi alcance era apoyarle y estar ahí cuando lo necesitara”, comenta. “Siempre lo digo: Julia lo superó porque ella quería superarlo. Porque su amor hacia la natación y su deseo de competir eran superiores a la anorexia”, añade. Ahora bien, aunque la normalidad ha vuelto a su vida, Pujadas sabe que el trastorno no acaba de marcharse nunca: "Por desgracia, es una enfermedad que perdurará para siempre y que en mi cabeza está presente las 24 horas del día . Pero he aprendido a convivir con él y paso a paso estoy más a gusto conmigo misma”.

Julia Pujadas nadando estilo mariposa

Una montaña rusa de emociones

El proceso para recuperar la autoestima no fue fácil. “La primera competición después del proceso de recuperación fue un desastre”, rememora Julia, que se culpaba del nivel que tenía. "Tenías un sueño y te has consumido", se repetía. Por todo ello, explica que sus dos últimos años han sido "una montaña rusa de emociones". Hoy ha aprendido a dosificarse ya entender qué le piden la cabeza y el cuerpo. Sin ir más lejos, no participó en la última competición –el Trofeo Fin de Año del CN ​​Sabadell– porque no se sentía suficientemente motivada y tenía la sensación de que podía salir más bien perjudicada. Pero ya ha vuelto a competir en pruebas de alto nivel, como el Campeonato Europeo de 2022 en Roma.

Este año acabará sus estudios de educación infantil en la UAB, y ahora mismo se ve con ganas de afrontar lo que queda de temporada, de demostrarse a sí misma de qué es capaz. “Los Juegos Olímpicos de París son mi objetivo idílico, mi sueño será siempre ser nadadora olímpica. Aunque es complicado, sé que tengo alguna oportunidad y la pienso luchar hasta el final. Pero nunca como obligación. He aprendido a disfrutar del camino y esto es lo que más me llena ahora mismo”, asegura.

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