Juegos Olímpicos

La campeona del mundo que se entrenaba con sacos de patatas

La gimnasta Vera Čáslavská se escondió de los soviéticos en los bosques dos meses antes de ser campeona olímpica

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La gimnasta Vera Čáslavská se escondió de los soviéticos a los bosques dos meses antes de ser campeona olímpica

BarcelonaVěra Čáslavská se escondía en los bosques. Los campesinos de la zona la avisaban cuando un vehículo subía por las carreteras rurales, por si la venían a buscar. La mejor gimnasta del mundo se escondía entre árboles, asustada por la posibilidad de ser detenida por los soviéticos. Y acabar entre rejas. O, todavía peor, esposada en un avión camino de la sede de la KGB. La campeona olímpica del concurso individual de gimnasia de 1964 no tenía pelos en la lengua. Cuando su país, Checoslovaquia, parecía iniciar un camino hacia la democracia, alejándose de la mirada inquisidora de Moscú, ella dijo lo que pensaba y se convirtió en una de las portavoces de la Primavera de Praga, que acabó con las banderas checas bajo los tanques soviéticos. Y Čáslavská, asustada imaginando la represión que se acercaba, huyó a los bosques de Moravia.

Faltaban pocos meses para los Juegos Olímpicos de México y Čáslavská no sabía si podría ir. Cada vez que alguien llegaba de Praga, las noticias eran malas. Pero, sin perder la esperanza, decidió seguir entrenándose ahí arriba de las cumbres, donde no tenía material. Por eso se lo construyó: convirtió sacos de patatas que llenaba de arena y piedras en aparatos para estar en forma. Cortando troncos, confeccionaba pesas y barras para mantener el equilibrio. Una de las mejores deportistas de la época se entrenaba así, en los bosques, como si fuera una niña pequeña soñando en ser una princesa que reina en una selva.

Los soviéticos no se atrevieron a castigarla. Y, finalmente, un emisario la localizó y le prometió que podría viajar a México para defender las tres medallas de oro ganadas en Roma en 1964. Čáslavská estaba en forma antes de la Primavera de Praga, puesto que había conseguido dos puntuaciones de un 10 en los europeos de 1967, sin embargo, después de tanto tiempo sin poder entrenarse en condiciones, su estado era un misterio. La respuesta llegó en tierras mexicanas: cuatro medallas de oro y dos platas. Todavía hoy es la última gimnasta que ha revalidado el título del concurso individual.

Čáslavská se convirtió en una de las caras más queridas por el público mexicano, especialmente después de que usara un sombrero de mariachi en el ejercicio de suelo. Cuando se supo que Čáslavská se casaría con el atleta Josef Odlozil en la capital mexicana, más de 10.000 personas se reunieron fuera de la iglesia. Čáslavská, sin embargo, sería castigada al volver a casa. Los soviéticos la acusaron de haber girado la cabeza de manera despectiva en el podio cuando sonaba el himno de la URSS. Y ya no volvería a competir. De hecho, no recibió permiso para viajar al extranjero hasta los años 80, cuando escogió como destino México, donde entrenaría a gimnastas locales antes de volver a casa cuando el Muro de Berlín cayó.

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