La judoka leridana de alma japonesa que lleva el amor escrito en el nombre

Hija y limpia de judokas, estudia artes marciales en Tokio y aspira a luchar por las medallas en París

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La leridana Ai Tsunoda en una competición de judo.

Enviado especial a ParísÉste ha sido un año diferente, en la vida de Ai Tsunoda (Lleida, 2002). En 2023 la judoka catalana tomó la decisión de dejar Catalunya para ir a la tierra de su padre, Japón, para cursar estudios universitarios de artes marciales en la Universidad Tokai. Entrar en esta facultad, donde hay un potente equipo de luchadores, es dar un paso adelante a nivel deportivo y también personal, ya que algo era volver de vacaciones a Japón para ver a su abuelo, que ya era judoka, y una de muy diferente vivir en ella. Ahora, un año después, le llega la hora de debutar en los Juegos Olímpicos. "Pensar en ganar es bonito, pero me interesa mucho el camino. El judo es una forma de vivir, mis padres siempre me lo han contado. Cuando acabo un combate, siempre quiero estar segura de haber sido respetuosa con la rival ", explica.

Ai ha aprendido de sus padres que el judo te sirve para saber mejor quién eres. Para ser mejor persona y entender qué hacer en la vida, cuando te toca estar sola en combate. "Puede ser duro, pero el respeto es clave. Puede ser un arte marcial, pero es una forma de vivir", afirma Tsunoda, una chica que habla cinco idiomas (catalán, castellano, inglés, francés y japonés) y que admite que fuera del judo, no se siente gran cosa. De hecho, cuando le ofrecieron ir a estudiar a Tokio, aceptó porque de rechazar la propuesta, no habría sabido mucho qué hacer.

Ai nació destinada al judo. Sus padres le habrían permitido seguir su propio camino, como cuando se interesó por la gimnasia, pero el judo pesaba demasiado. Tsunoda tiene un montón de fotos suyas con el judogio, el uniforme de judo, cuando no levantaba un palmo de tierra en el gimnasio de sus padres en Lleida. O junto a su imponente abuelo Makoto cuando le visitaba en Japón. Aún hoy, cuando termina combates, envía vídeos al padre o al abuelo, esperando sus consejos. El judo es un proyecto familiar y Ai, nombre que en japonés significa amor, no se siente sola. Sus padres se habían conocido gracias al judo, de hecho. Go Tsunoda ha girado por el mundo con este deporte y ha hecho de seleccionador en estados como Gran Bretaña en los Juegos de 2012 o Portugal, donde trabajó con Telma Monteiro, medalla de bronce en 2016. Ella, la francesa Céline Roustant, vino a vivir en España, donde fue campeona estatal en el 2011. En sus viajes compitiendo, decidieron abrir un gimnasio de judo en Lleida, donde echaron raíces.

Esperanzas de la Federación Española de Judo

Durante el último año, Ai ha ido volviendo a Lleida para trabajar con la madre, que también es su entrenadora, y con el padre cuando está, ya que viaja mucho entrenando al extranjero. Tsunoda se ha hartado de ganar medallas en categorías inferiores, así que esta última temporada era especial por tres motivos: vivir en Japón, aspirar a estar en los Juegos y dar el salto definitivo a la categoría absoluta. Ahora hace años que compite en la categoría absoluta, simplemente lo combinaba con otras categorías inferiores. Cuando en 2019 decidió competir con España tras recibir el pasaporte estatal, fue capaz de ganar el primer bronce en un torneo de la Copa del Mundo absoluto cuando todavía era cadete. En la Federación Española de Judo tienen grandes esperanzas en ella después de verla ser campeona del mundo dos veces en categoría junior. Ai toma el relevo de la dos veces olímpica Maria Bernabéu, que le ha abierto París en la categoría -70, donde trabaja. Este miércoles llega el debut a la arena del Camp de Mart, donde cada día miles de personas llenan un estadio provisional. En Francia, la tierra de la madre, el judo es mucho más popular que en Cataluña.

Tsunoda intentará ir paso a paso, ganando combate a combate. Si pierde, tocará aprender. "Mi padre me dice que para hacer crecer una planta hace falta sol y lluvia, también hay que saber aprender de la derrota", dice esta chica que durante la pandemia decidió repensar quién era, rapándose el pelo. Fue una manera de limpiar algunas cosas que no le gustaban de ella, como ser demasiado competitiva, corriendo el riesgo de no ser buena deportista luchando. Se trata de seguir el camino correcto para vivir y para ganar, no todo vale. Ai Tsunoda lo ha entendido.

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