Vitali Shcherbo, el gimnasta que tocó el cielo en Barcelona antes de arder en el infierno
El bielorruso ganó seis medallas de oro en 1992, el punto álgido de una carrera complicada
BarcelonaCuando Vitali Shcherbo salía a competir en el Palau Sant Jordi, parecía de hielo. Encajaba con los tópicos sobre cómo tenía que ser un gimnasta soviético. El único problema es que ya no era soviético, a pesar de que competía con un maillot con la hoz y el martillo sobre el pecho. Hace ahora 30 años, Shcherbo (Minsk, 1972) deslumbró al mundo convirtiéndose en Barcelona en el único deportista que no fuera un nadador capaz de ganar seis medallas de oro en una misma cita olímpica. Solo Simone Biles, años más tarde, fue más allá que el bielorruso en Barcelona.
El nombre de Shcherbo iba de boca en boca en Barcelona, ahora hace 30 años. El gimnasta se compró un walkman y paseaba orgulloso entre los seguidores que le pedían autógrafos camino al centro de entrenamiento de la Foixarda, donde jóvenes gimnastes catalanes miraban boquiabiertos cómo trabajaban los gimnastes del este. Pocos meses antes de los Juegos de Barcelona, la Unión Soviética había caído hecha añicos. Donde antes había un gran estado, ahora nacían quince repúblicas diferentes, algunas de ellas rotas por dentro en guerras medio olvidadas. Durante años, los organizadores de los Juegos de Barcelona trabajaban pensando que tendrían en la ciudad a la potente delegación soviética, pero tocó cambiarlo todo para adaptarse a la historia, siempre en movimiento. Exceptuando las tres repúblicas bálticas, que ya compitieron de manera independiente, las otras doce ex repúblicas soviéticas compitieron bajo el nombre de CEI: Comunidad de Estados Independientes. Con los uniformes deportivos de antes, pero con nombres que nos hablaban de una nueva realidad.
En 1991, al Mundial de Indianapolis, Shcherbo había competido como soviético y había ganado tres platas y dos bronces. Tenía 19 años y todo el mundo sabía que tenía un gran futuro. Lo demostraría en Barcelona, donde el 31 de julio ganaría la medalla de oro en el concurso completo, por delante de dos antiguos compatriotas suyos: el ucraniano Grigori Misiütin y el azerí Valeri Belenki. 48 horas después, Shcherbo entraría en los libros de historia por la puerta grande cuando en una misma jornada ganó cuatro medallas de oro, en cuatro aparatos diferentes. Al final, de ocho oros posibles en Barcelona ganaría seis: el concurso completo individual y el concurso por equipos, y los cuatro en los aparatos de caballo con arcos, anillas, salto de potro y barras paralelas. Uno de los niños que lo pudo ver entrenando era el gimnasta catalán Gervasi Deferr. "Era divertido verlo entrenarse. Veías cómo se escaqueaba, porque no le hacía falta trabajar tanto como los demás. Yo lo miraba fascinado y él me guiñaba antes de subir a las anillas. Pero después competía y era un asesino, y le echaba la bronca a sus compañeros. Era lo mejor", recuerda.
En Barcelona, Shcherbo tocó el cielo. Pero después empezó una caída a los infiernos. "Al volver a casa todo había cambiado. De repente existía Bielorrusia. Me ofrecieron publicitar algunas marcas, y yo era joven y lo disfrutaba. Pero no podías descansar. Antes, en tiempos soviéticos, te exigían pero tenías tranquilidad. Después había que ir a la televisión, a actos publicitarios... No descansaba", explicaba hace cinco años cuando volvió a Minsk para recibir un homenaje. Un día, después de un acto publicitario, al volver a casa encontró que habían entrado a robar a su piso. "Se lo llevaron todo. Todo el dinero que había ahorrado, el equipo de vídeo, tecnología que había comprado en el extranjero. Todo", explica un Shcherbo que tuvo suerte, puesto que las seis medallas de oro las guardaba en casa de su madre y no las perdió. Cuando se descubrió que el autor del robo había sido el hermano de un antiguo compañero de entrenamientos, el campeón se quedó helado. La falta de seguridad marcaba la vida de los habitantes de Minsk. Y cuando un desconocido intentó secuestrar a su hija, decidió con su mujer, Irina, marchar a vivir a Estados Unidos. "Nos fuimos sin dinero, puesto que nos lo habían robado. Al llegar tenía que ir a hacer exhibiciones y actos cada día para poder tener dinero. Pedimos un préstamo y poco a poco fuimos haciendo nuestra vida".
El accidente de su mujer
El diciembre del 1995, sin embargo, su mujer quedó en coma después de un accidente automovilístico horrible. Salió disparada fuera del coche. La llegaron a dar por muerta, pero después de unos meses logró salir adelante. Shcherbo, que en aquellos momentos preparaba los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996, abandonó los entrenamientos después del accidente de Irina. Empezó a beber alcohol después de pasar horas en el hospital. Más de una vez se peleó en bares de carretera. Pero cuando Irina se recuperó, ella consiguió que volviera a los entrenamientos. Tenía que perder más de 15 kg, puesto que se había engordado mucho. Shcherbo conseguiría cuatro medallas de bronce en los Juegos de Atlanta. Para el público, que conocía su historia, fue un éxito, pero él parecía decepcionado. Le tocó ver de cerca cómo llegaban nuevos dominadores de la gimnasia, especialmente el ruso Aleksei Nemov.
Shcherbo se retiraría del todo cuando el 1997 sufrió un accidente en motocicleta. Acabó abriendo un gimnasio en Las Vegas, donde se divorciaría de Irina. Volvió a ganar peso. "En Estados Unidos no saben comer, tienen un estilo demasiado sedentario. Tuve problemas hasta que entendí cómo piensan ellos. Los norteamericanos siempre se sienten compradores, así que había que aprender a poner una sonrisa cuando te venía alguien exigiendo que le dieras un trato preferente a su hijo en el gimnasio", decía un Shcherbo que se casaría de nuevo, antes de recaer en problemas con la bebida cuando la gimnasta ucraniana Tatiana Gutsu le acusó de haberla violado durante los entrenamientos de cara a los Mundiales del 1991. Gutsu, que entonces tenía 15 años, explicó que Shcherbo, borracho, le dio bebida para después abusar de ella. Nadie la ayudó, pero encontró la fuerza para ganar la medalla de oro en el concurso femenino de los Juegos de Barcelona en 1992. Cuando la prensa, buscando la foto de los dos campeones juntos, le pedía a Gutsu posar junto a Shcherbo, nadie sabía el dolor que le provocaba a la joven. En 2012, Gutsu coincidió con él y, por primera vez, le recriminó lo que había hecho. Pero Shcherbo se limitó a decirle que nadie la creería. Y la echó entre insultos.