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El límite salarial, el dolor de muelas del Barça

El club se tendrá que ahorrar unos 200 millones, entre sueldos y amortizaciones, para cumplir con la normativa de la Liga

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Joan Laporta conversa con Rafa Yuste en el transcurso de la asamblea de compromisarios  del Barça.

BarcelonaEn el imaginario popular había quedado la tesis de que todos los problemas económicos del Barça se solucionarían el día que Messi dejara de ser jugador, por la cantidad astronómica que cobraba de salario. Ahora el futbolista rosarino renovará, y lo hará a la baja, y aún así la decisión de haber hecho las maletas habría sido insuficiente para tapar las vergüenzas de la tesorería azulgrana. Entre los contratos heredados y la bajada de ingresos, el club tendrá que ahorrarse unos 200 millones entre sueldos y amortizaciones antes de que se acabe el mercado de fichajes, si no quiere excederse del límite salarial que marca la Liga. La cifra, avanzada por RAC1, confirma que se espera uno de los veranos más intensos de los últimos años en las oficinas de Aristides Maillol, sobre todo para dar salida a los jugadores que cobran más y que no entran en los planes de la secretaría técnica.

La limitación salarial fue un invento de Javier Tebas para evitar que desaparecieran más clubes de fútbol como consecuencia de una mala gestión económica. Cuando el abogado pasó a presidir la Liga, en 2013, estableció una normativa de obligado cumplimiento –que posteriormente sería aprobada por todos los clubes– que marcaba el máximo que podía gastar una entidad en sueldos y amortizaciones del personal deportivo. Básicamente, la ficha anual más la parte proporcional de lo que había costado su traspaso. A grandes rasgos, este límite se obtiene al restar los gastos no deportivos al total de ingresos de la cuenta de resultados. Son los clubes quien lo proponen a la Liga y, finalmente, el órgano de validación da el visto bueno para "garantir su estabilidad financiera".

Messi y diez más.

Hasta ahora el Barça nunca había tenido problemas con este límite salarial. Al contrario. Era, conjuntamente con el Real Madrid, el club que más podía gastar y en 2019 lideraba el ranking con 671 millones (el Madrid, 641). Pero entonces vino la crisis del covid, se cerró el grifo de los ingresos y quedaron los gastos astronómicos. Los números son más que evidentes. La temporada pasada se desplomó el límite salarial. Sobre todo en el Barça, donde cayó un 43%, hasta los 383 millones, 288 menos en solo un curso. En cambio, en el Real Madrid tan solo cayó un 22%, hasta los 469 (122 menos). La diferencia se explica, de entrada, por las pérdidas del primer año de la pandemia (unos 100 millones en el Camp Nou, mientras en Madrid incluso ganaron 0,2). Fue el Barça quien más sufrió las consecuencias porque, con los estadios cerrados, el club se quedaba sin una fuente de ingresos que suponía un 30% de su facturación anual, unos 300 millones. Los cálculos para esta temporada todavía se tienen que cerrar, pero las primeras estimaciones indican un límite salarial todavía inferior. El Barça tiene que desprenderse de los jugadores más caros. En caso contrario, se expone a una sanción de la Liga similar a la que ya sufrió de la UEFA hace unos años: no poder inscribir futbolistas para el campeonato.

Tebas, inflexible

"El Barça, con la masa salarial que tiene hoy, está excedido. Para poder incorporar a Messi tendrá que hacer recortes. Tienen que hacer un esfuerzo importante de reducción para sumar los fichajes que ya han pactado. Ya lo están trabajando, nos lo han explicado y confiamos que lo podrán hacer", explicaba esta semana Javier Tebas durante la presentación del informe económico de la Liga. El mismo Tebas confirmaba al ARA que sigue muy pendiente de lo que pasa en las oficinas del Camp Nou en materia de altas y bajas, pero advertía que, a pesar de la petición de Laporta –el presidente del Barça pedía que la Liga fuera "razonable" con la situación–, no habría ningún trato de favor: "Ya conocen las normas".

Javier Tebas, presidente de la Liga.

Ahora bien, la Liga ha dado, igual que hizo la temporada pasada, un pequeño balón de oxígeno a los clubes para que no todo sean recortes y puedan también incorporar algún futbolista para reforzarse. Es la norma del 25%, que ya se aplicaba a los clubes cuando bajaban a Segunda pero que se ha homologado para todas las plantillas de manera excepcional. Básicamente consiste que, por cada 100 que te ahorras, obtienes una bonificación para gastar 25. De este modo, si el Barça recorta 100 millones del coste salarial, puede gastar 25 adicionales. En este punto, la renovación de Messi, aunque sea a la baja, no se interpreta como una reducción salarial porque su contrato ya acababa este verano. La renovación del 10, además, ha sido quirúrgica para adaptarse de pe a pa al máximo que podía permitirse el club. A modo de ejemplo, como explicaba el periodista Miguel Rico, se le había ofrecido un acuerdo de un año más otro renovando automáticamente con el Barça (1+1), pero finalmente se pactaron dos años seguidos en el Camp Nou. Después el futbolista irá a Estados Unidos, pero mantendrá un vínculo con el Barça y seguirá cobrando, durante tres años más, de la entidad. Una dilación contractual para que acabe cobrando lo mismo pero a largo plazo.

Un verano intenso

Más allá de la ingeniería financiera que se ha usado con Messi, de los fichajes low cost o de las renovaciones que se acaben haciendo a la baja, de momento el Barça está muy por encima de este límite y en los despachos saben que, a pesar de los esfuerzos para negociar nuevos contratos y renovaciones a la baja, será "muy difícil" cumplir con lo que se pide. En el club saben que tienen el principal problema este verano, por los contratos heredados y porque el nivel de ingresos sigue bajo mínimos. En cambio, creen que a partir del curso próximo, con la nueva planificación deportiva y económica –hecho por Mateu Alemany como máximo responsable deportivo, Ferran Reverter como CEO y Eduard Romeu de vicepresidente económico– y con el nuevo escenario que se plantea gracias a la reapertura del Camp Nou, se puede ser optimista de cara a volver progresivamente a la normalidad de antes de la pandemia.

Mientras tanto, hay que abrir la puerta del vestuario. Ahora bien, el problema es que los futbolistas no parecen muy dispuestos a hacer las maletas de Barcelona. Uno de los casos más conocidos es el de Antoine Griezmann, a quien el club querría vender, pero el jugador ya ha hecho saber a través de su representante que no tiene intención de irse. Samuel Umtiti, Martin Braithwaite y Junior Firpo también están en la lista de transferibles, así como Jordi Alba, la primera vaca sagrada a quien se ha invitado a salir. Por otro lado, Philippe Coutinho y Ousmane Dembélé, también transferibles, comen aparte porque están lesionados y con estas condiciones el Barça sabe que no les puede encontrar una salida. En este punto, la lesión de Dembélé en la Eurocopa fue especialmente frustrante para el club, puesto que es una de las fichas más elevadas del vestuario y con un precio de mercado de unos 50 millones. El Barça contaba con poder venderlo este verano (solo le queda un año de contrato) o bien renovarlo a la baja para venderlo más adelante. De momento, todo ha quedado parado.

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