El periodismo que ataca a Xavi

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Xavi Hernández, entrenador del Barça

Siempre he defendido que el periodismo debe ser más incisivo y exigente con los propios, con los que consideras tuyos, que con los demás. Aplicado al periodismo deportivo, por tanto, al fútbol, ​​por tanto, al Barça, que dirían los amigos de La Sotana, en mi caso se trata de fiscalizar más y mejor al Barça que buscar fuera. Primero, aplicar la exigencia a los nuestros; después, buscar fuera. Es una máxima para evitar, precisamente, que el sentimiento preferente hacia un equipo desvirtúe el ejercicio profesional. Huir del periodismo de bufanda, vamos.

"Esto es muy típico de los catalanes", suelen decir los críticos con esta forma de hacer. "Medigarnos en lugar de perseguir a los enemigos", añaden rabiüts. Pues no sé si es una forma de hacer muy nuestra y así nos va como país, pero fiscalizar –con rigor, sin exageraciones– lo que tenemos a nuestro alrededor es la condición indispensable para tener una sociedad avanzada, con plenas garantías. Y si los nuestros lo hacen bien, entonces lancémonos contra los demás con todo.

A qué viene todo esto, se preguntarán. A razón de las declaraciones de Xavi arremetiendo contra la prensa. El de Terrassa estuvo poco acertado, reclamando otro entorno, menos crítico, porque según él el ruido de sables de la prensa afecta a sus futbolistas. Está claro que existe mal periodismo. Hay artículos con muy mala baba. Hay demasiada opinión y poca información –que siempre es más cara– y el directo aboca a vociferar tonterías en algunos casos extremos. Pero esa mala praxis no impide que la crítica y la exigencia hacia el Barça sea imprescindible. Y aquí Xavi no debería entrar para justificarse. El periodismo de bufanda no es periodismo. Es propaganda. No puedes pedir que la prensa esconda cadáveres bajo la alfombra, ni que reme siempre a favor porque se debe a unos colores.

Es muy habitual que una de las críticas a la profesión por parte de los seguidores más fanáticos sea el clásico "No sois barcelonistas". Claro que puede serlo. De hecho, los periodistas no deberían esconder sus preferencias, deberían ser transparentes con esto. Pero primero deben ser periodistas, y si algo entra en conflicto con esto, debe primar siempre el interés profesional. Si tienes una exclusiva sobre corrupción que puede acabar haciendo desaparecer al Barça, ¿qué harías? Mal que pese, publicarla. La culpa no es del periodista, sino del corrupto.

Xavi tiene gente muy válida a su alrededor que debe hacerle entender que el periodismo debe ser crítico, siempre que sea riguroso y no quiera arrasarlo todo. Al equipo le duele más el gesto de Lewandoswki negando la mano a Lamine Yamal –el polaco siempre ha cuidado el extremo, hay que decirlo todo– que 25 artículos de prensa críticos.

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