Ponerle nombre al problema

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Elaine Thompson ganando la final de los 100 metros femeninos

BarcelonaHace cinco años, recién terminados los Juegos de Río, unos estudiantes de periodismo interesados en la especialidad de deportes que habían comenzado a publicar en una web me entrevistaron. Por supuesto, gran parte de la charla estuvo dedicada al periodismo ‘femenino’ y al deporte femenino y una de las cuestiones fue por qué no se le daba tanta importancia a los logros conseguidos por las mujeres. Cansada de tener que señalar siempre lo obvio, les pregunté quién había ganado los 100 y los 200 metros en Río: “Usain Bolt”, contestaron al unísono, descartando ellos solitos que les estuviera hablando de la final femenina. Cuando insistí, no supieron contestar. La jamaicana Elaine Thompson, como Bolt, acababa de hacer doblete y ha vuelto a repetir en Tokio, algo histórico. No sé si aquellos estudiantes trabajan ahora en alguna redacción, ni si se acordaran de lo que les dije: Dejad de preguntar a las mujeres por qué están menos reconocidas también en el mundo del deporte y reflexionad vosotros sobre cómo es posible que no sepáis quién es Elaine Thompson, por qué no os interesa y la razón por la que no le prestáis atención.

Estos Juegos serán ya para siempre recordados porque una mujer, Simone Biles, la número uno, ha puesto el foco sobre la salud mental y al mismo tiempo ha dejado al aire, bien a la vista, a todos esos señores que braman, se dan golpes en el pecho y parecen añorar viejas batallas navales. Son los mismos que han hecho daño a Laura Gil, la jugadora de baloncesto que ha admitido sus errores en el partido frente a Francia y denunciado los insultos y descalificaciones que ha recibido. “Todo el mundo tiene derecho a opinar, pero no todas las opiniones son respetables”, concluye. Son los mismos que se reían de Sandra Sánchez -por pura y dura ignorancia- justo antes de que ganara el oro olímpico en Japón y contra una japonesa. Y los mismos también que no festejaron el bronce de Ana Peleteiro porque, admitámoslo, son racistas. 

Todas ellas son referentes no en el deporte femenino. En el deporte y punto. Y quien no las sabe ver y las ataca con saña, reconozcámoslo de una vez, son una panda de machistas. Poner nombre, saber identificar el problema, es un primer paso para poder solucionarlo. Y ya estamos tardando. 

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