El profesor que pasó de ir en silla de ruedas a completar un ironman
Los médicos pensaban que Axel Lupiáñez nunca más podría hacer deporte y dudaban de que caminara sin la ayuda de un bastón
BarcelonaDe ir en silla de ruedas a completar el Ironman Calella-Barcelona. Axel Lupiáñez, profesor de 36 años de Gavà que hace unos años sufrió un grave accidente, fue capaz de protagonizar una heroicidad. Durante muchos meses pensó que nunca más podría hacer deporte y, en cambio, pudo terminar una prueba que consta de 3,8 kilómetros a nado, 180 en bici y 42,2 corriente.
Esta historia de superación está marcada por un grave accidente. "Me rompí la cadera, la rodilla y el pie. Era inviable ponerme de pie. Fue un año muy duro porque estaba haciendo la carrera de INEFC y no pude hacer nada de la parte práctica. Me dolía y los doctores decidieron que me pondrían una prótesis. Uno de ellos me dijo que me olvidara de seguir haciendo deporte y que ya veríamos si podría andar sin la ayuda de un bastón. Me lo dibujó todo muy negro", recuerda.
"Yo siempre he luchado mucho por lo que quiero en la vida y decidí luchar con más ganas. Antes de ponerme a llorar en la habitación, le dije al doctor que se estaba equivocando y que yo podría completar una carrera y que cuando lo hiciera volvería al hospital para decírselo", recuerda Lupiáñez. El gavanense empezó un proceso de rehabilitación. "Pude andar y, con un poco de dolor, también nadar, hacer bici y correr. Once años después, empecé a entrenarme más en serio", recuerda. En 2018 completó su primer medio ironman.
"Quería que cuando fuera mayor mi hija entendiera que podía hacer todo lo que quisiera, que si su padre había completado un ironman todo era posible. Basta con luchar. Mi familia y mis amigos me animaron y conseguí- lo", explica.
El día del ironman fue muy especial. "Cuando pisé la arena empecé a llorar de la emoción. Tenía muchas ganas de que todo saliera bien, pero no estaba seguro", reconoce Lupiáñez. Cuando empezó la prueba de natación dio unos metros de espalda. "Quería ver el resto de nadadores y la playa al fondo para ser consciente de lo que estaba haciendo. Era cómo vivir un sueño". Un participante le dio un golpe involuntario y perdió el reloj, pero eso no lo va detener.
"La prueba de bici se me hizo larga porque empezó a hacerme daño en la cadera, pero cuando empecé a correr recuperé sensaciones. Cuando crucé la línea de meta fue increíble. Había tanta gente que me había dicho que no podría ser muy especial. Espero que lo pueda repetir algún día", asegura Lupiáñez, que antes no había completado un maratón. "No soy especialmente bueno en ninguna especialidad, pero tampoco malo. Hice un tiempo de casi once horas, que es muy discreto, pero para mí es una heroicidad", dice.
"Hacer un ironman no es económico, pero si soy capaz de ahorrar, en el 2026 me gustaría hacer otro. Es una experiencia que hay que vivir", opina. Lupiáñez, que suele entrenarse con un buen amigo, tiene sus motivaciones muy claras. "Cuando compites no puedes tener momentos difíciles, porque hay mucha gente que está pendiente de ti", analiza.
"Nunca lo hubiera pensado"
Lupiáñez recuerda todo el proceso sin rencor. "Para mí es un aprendizaje. El recorrido hasta el hospital en ambulancia ya me cambió la perspectiva de muchas cosas. Desde el momento en que me levanté he vivido de otro modo. .El dolor era muy fuerte. Nunca habría pensado que acabaría un ironman, pero sabía que me saldría de ello. mi lado", resume.