El Espanyol comprueba que había vida después de Joan Garcia

BarcelonaVictoria muy sufrida –y por momentos inmerecida– del Espanyol ante el Sevilla en el RCDE Stadium (2-1). Los de Manolo González suman un triunfo muy importante frente a un rival directo en la lucha por las posiciones europeas. La alegría sirve para que los barceloneses cuenten cuatro puntos de margen sobre la séptima posición, que es la primera que no da privilegio continental. Son días de júbilo para los seguidores blanquiazules, que recordaron la importancia de tener un portero que decida partidos.

El Espanyol cerró la noche con la sensación de que ha acertado con el difícil relevo de Joan Garcia. Marko Dmitrovic, un veterano fichado libre este verano, sostuvo a su equipo a base de paros contra un oponente que fue de menos a más, sobre todo en la primera parte. El balcánico intervino un total de cuatro veces de forma providencial para evitar que los andaluces se adelantaran. Voló a mano cambiada para evitar el gol en un lanzamiento de Akor Adams que se colaba por la escuadra, reaccionó a un balón desviado por Vargas a pocos centímetros de la línea, fue al suelo para frustrar un intento de Suazo y repitió con Adams a bocajarro. Muchos milagros para salvar a un Espanyol que solo tuvo garras durante los primeros 15 minutos y que lamentó que Pere Milla no habilitara Terrats cuando ambos encaraban a Vlachodimos. El leridano, egoísta, remató al cuerpo del portero griego.

Pero el fútbol siempre da segundas oportunidades. Y Milla, que se fue cabizbajo al descanso por derrochar la oportunidad perica más clara en la primera mitad, tuvo la gran suerte –y el talento– de sacudir el inicio de la segunda a favor de su equipo. En el minuto 48, cuando los 25.000 y pico de Cornellà-El Prat aún masticaban el bocadillo, aprovechó un excelente centro de Dolan para establecer el 1-0 con un remate de cabeza dirigido, a media altura, al palo corto de un Vlachodimos que sólo pudo hacer la estatua. El Espanyol no merecía el botín, pero este año se ha acostumbrado a no tener que sudar cada gol como si fuera el último. Este curso, los blanquiazules pueden sumar de tres en tres aunque el contrincante les supere durante muchos minutos. De hecho, después del 1-0, no supieron convertir la alegría en dominio de la situación.

Al contrario: los de Manolo González se encerraron en su rectángulo y se dedicaron a cerrar agujeros para evitar que el Sevilla, que aparte de perder lamentó las lesiones musculares de Januzaj y Vargas, aspirara a llevarse algo positivo. En el tramo final hubo tiempo para un gran estirón más de Dmitrovic, en este caso para abortar un lanzamiento potente de Alfon desde la frontal, pero sobre todo para que Roberto, que entró de refresco, aprovechara un regalo del Sevilla en campo propio para hacer un auténtico golazo. El tanto de Marcao para hacer el 2-1 solo añadió picando en los minutos finales.