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Joan Collet: "El Espanyol nunca morirá y tendrá más presidentes catalanes"

Ex presidente del Espanyol

Joan Collet, satisfecho con la gestión económica del club y orgulloso de tener "uno de los mejores estadios de Europa".
28/10/2025
4 min

BarcelonaUno de los últimos retratos que cuelgan de la Sala Presidente del RCDE Stadium es el de Joan Collet i Diví (Argentona, 1961), el último presidente catalán de la historia del Espanyol (2012-16) y, por encima de todo, un perico de piedra picada. Socio desde hace casi 50 años, en los 70 era habitual del gol sur de Sarrià y tuvo que correr ante los Boixos Nois cuando los ultras afloraban en Barcelona; dos décadas después, desde el área social de Sánchez Llibre, los combatió. Pieza clave en la reformulación del reparto de los derechos televisivos en España, siempre reivindicó el Espanyol como equipo catalán. En 2016 abandonó la entidad, cuando Chen Yansheng la compró. En una conversación con el ARA, explica que ahora disfruta de los partidos como un seguidor más y celebra que el club de su vida llegue a los 125 años con tanta salud.

¿Por qué es del Espanyol?

— Por mi padre. Empecé a ir a Sarrià con 10 años. Cuando tenía 15, vi banderas en el gol sur y fui hacia allí. Era el primer movimiento joven en el Espanyol, el de la Peña Manigua.

Se arrojaban huevos a los derbis con los del Barça.

— Sí. A los aficionados del Barça, que venían con la pancarta de la Gran Peña Barcelonista de Tarragona, les ponían también en el gol sur. No había violencia, pero era típico hacer guerras de huevos. Mi padre me había pegado gritos para irse de casa con una caja de huevos escondida.

Boixos Chicos y Brigadas Blanquiazules aún no existían, ¿verdad?

— No, aparecen más tarde. Recuerdo que hacia el 83 o 84, cuando volvíamos con la Manigua del Camp Nou en Sarrià, tuvimos que correr para que nos perseguían los Boixos Nois. Llegué a Collserola corriendo (ríe). Era la época en que nacen Boixos y Brigadas... allí empezó la violencia.

Desde el área social le tocó combatirla.

— Llegamos a Montjuïc con 500 brigadas en la grada. Ayudó mucho a la creación de La Curva Jove, con Nacho Julià, porque había gente que no compartía su ideología, pero querían animar. Y poco a poco, los ultras y cabezas rapadas fueron convirtiéndose en minoría. Creo que no se ha reconocido lo suficiente. Algunos a los que prácticamente les dan el Nobel de la Paz para poner fin a los Boixos, ya nosotros, que hicimos mucho trabajo en la sombra, nadie nos lo ha reconocido.

El retrato de Collet en el RCDE Stadium, inmediatamente antes que el de Chen y Pace.

¿Siempre ha ido con Sánchez Llibre?

— Sí. Somos del Maresme, nos conocimos por trabajo y hicimos mucha amistad. Entro en el club cuando él es presidente, en el 97. Para mí es el mejor presidente de la historia del Espanyol.

¿Cómo se sobrevive 125 años con un gigante al lado como el Barça?

— Con resiliencia y fidelidad. El Espanyol va de padres a hijos y de abuelos a nietos. Si no, sería muy difícil sobrevivir, porque no ganamos títulos. Todos hemos crecido en minoría; en la escuela, en el trabajo o en el pueblo, reivindicando siempre que somos del Espanyol. Pero también debemos hacer autocrítica histórica: no puede que dos clubs que hayan nacido en Barcelona en el mismo momento estén tan lejos el uno del otro.

Sobre Joan García dijo sentirse traicionado porque se había ido con el "monstruo".

— Sí, pero no es noticia. Un aficionado del Betis no quiere que su figura acuda al Sevilla. Lo mismo con Barça y Madrid, y tantos otros. Que nuestro mejor jugador, que se ha criado en el fútbol base y ha besado en el escudo vaya al Barça, sabe mal. Tenemos derecho a enfadarnos, pero debe respetarse.

En su época en el club, ¿sufrió alguna vez por la supervivencia del Espanyol?

— Nunca. Esto es un falso relato. Se decía que el señor Chen nos había salvado de desaparecer o bajar a Segunda B, pero es mentira. Nos salvó de ir a una ley concursal, como otros muchos clubs fueron. O no, porque en el 2016 pasamos de recibir 22 a 50 millones por derechos televisivos, después de años de una lucha que el Espanyol lideró. Pero ya no estábamos allí. Esto no quiere decir que no tenga que agradecérsele que en un momento difícil pusiera su dinero. Lo mismo ocurre con el gol de Coro, tampoco habríamos desaparecido si no lo hace.

Antes Chen y ahora Pace. ¿Qué opina que el club sea dirigido por gente de fuera?

— Ocurre en muchos clubs. Hay que intentar hacer bien la gestión y, sobre todo, que seas de donde seas, te identifiques con el territorio. Deben tener claro esto: de dónde está el club, su lengua y su idiosincrasia. Y veo que Alan Pace, en lo social y de pisar calle, ha hecho más en tres meses que lo que se había hecho en diez años.

¿Ha hablado con él?

— Nos hemos saludado un par de veces que coincidimos. Nada más.

Usted también es que pisar calle.

— (Ríe) A mí me gusta ir al campo tres o cuatro horas antes de los partidos con mi hijo; ir a comer, tomar la copa, saludar a los amigos... Es el más bonito del fútbol. También cuando voy a ver a Argentona, el equipo del pueblo, me pongo de pie detrás de la portería.

Y de defender a los suyos. ¿Qué ocurrió el otro día con unos aficionados del Betis?

— Había socios del Espanyol indignados con unos del Betis porque les habían faltado al respecto. Nos discutimos un poco, salió otro haciendo cuernos a la gente, les recriminamos... y hubo cuatro empujones. Ni bofetadas ni nada.

¿Es el último presidente catalán del Espanyol, habrá más?

— ¡Por supuesto! Al Espanyol le quedan muchos años de vida, nunca morirá. Está claro que tendrá más presidentes catalanes.

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