BarcelonaCuando a principio de temporada hablábamos del barro nunca llegamos a imaginar que llegaríamos al último partido de Liga, contra el Cartagena –que dudábamos si sería el de la gran celebración o el de la gran final– tan embarrados. Pese a la dimensión de lo que está en juego, parece que algunos pericos aún están más preocupados de enrarecer el ambiente que hacer todo lo posible para alcanzar el objetivo más importante y urgente: subir a Primera.
El símbolo de esta actitud tóxica y autodestructiva fueron los pitos a uno de nuestros jugadores con más talento: Nico Melamed. El domingo, como en tantos otros partidos, fue clave para conseguir la victoria. En cuarenta y cinco minutos marcó un gol y sólo la mala suerte impidió su primero hat-trick. Las estadísticas son claras: con Nico en el campo obtenemos más puntos que cuando no está.
Estoy convencido de que sin su lesión ya podríamos estar de vacaciones como equipo de Primera División. Además, y eso lo sabe cualquier persona que lleve varios años viendo partidos de fútbol, Nico tiene un “qué” que le hace especial. Tiene ese punto creativo y mágico que sólo algunos escogidos tienen. Lo que, por entendernos, expresamos con un gesto con los dedos cuando queremos poner nombre a los intangibles que no sabemos expresar con palabras. Con Nico en el campo sabes que pueden pasar cosas distintas. Para estos cuatro (esperamos que sean cuatro) partidos de play-off lo necesitamos.
No olvido que Nico nos ha fallado. Su fichaje por el Almería, su opción conservadora con la lesión, la absurda expulsión en Valladolid, la actitud en Amorebieta, su reacción con el gol del domingo, su retuido con el mensaje estúpido y equivocado del genio del su representante. Pero debemos ser inteligentes y egoístas. Debemos ayudarle porque lo necesitamos.
Pero más allá del interés, Nico, me dirijo directamente a ti para pedirte que nos hagas un último servicio. Por profesionalidad, obviamente. Pero también, y sobre todo, por amor. Lo nuestro ha terminado mal y aún no entiendo cuál es el motivo. No sé si sos os o soy yo. Pero lo que sí sé es que la intensidad del disgusto es proporcional a la intensidad del amor.
Es porque te amamos tanto y te queríamos amar tanto (los pericos somos enamoradizos por naturaleza) que ahora estamos tan decepcionados. En ti, como antes Melendo, pero sobre todo en ti, veíamos la reencarnación de Dani Solsona (que, por cierto, también nos abandonó). De la casa, pequeño, técnico, talentoso, espabilado. Te queríamos como ídolo. No pudo ser. Pero si ayudas a subir el final será feliz. Te necesitamos.