Moda

¿Durías chancletas ante el presidente de Estados Unidos?

Un hombre caminando con unas chanclas en Japón
05/08/2025
Analista de Moda i Tendències
3 min

Los diseños más sencillos son a menudo los más extraordinarios, porque resuelven necesidades complejas con una economía extrema de recursos. Así ocurre con el clip de papel o la aguja de coser. En moda, un buen equivalente son las sandalias de dedo: uno de los diseños más antiguos y esenciales de la humanidad. Ya presentes en el Antiguo Egipto –como demuestran ejemplares hallados en la tumba de Tutankamón–, se hacían con fibras vegetales como el papiro o las hojas de palmera. Su forma era minimalista: una sola y una tira en forma de Y entre el primer y segundo dedo. Nada más. Asimismo, variantes similares aparecieron en la antigua Grecia, Roma, Mesopotamia, India, China, Japón o África subsahariana, elaboradas con materiales como el cuero, la madera o el cuerno. Es sorprendente cómo, en lugares tan distantes, se llegó a una misma solución para un problema común.

Pese al uso generalizado de sandalias en la antigüedad, disminuyó en Occidente, en parte por la irrupción del cristianismo. Aparte de cuestiones climáticas, influyó el hecho de pasar de una cultura que celebraba el cuerpo a otra que lo demonizaba. Dejar el pie parcialmente desnudo atentaba contra la nueva moral –basada en la modestia y la contención– y se asociaba a la vanidad, la lujuria o la impureza. En consecuencia, el pie permanecerá oculto hasta el siglo XX, hasta el punto de que, en época napoleónica, un breve período que recupera la moda de la antigüedad, se recurrirá a juegos ópticos entre el zapato y las medias para simular sandalias sin mostrar el pie de las mujeres. Habrá que esperar hasta los años cincuenta, cuando la cultura de playa y la emergencia del surf rescaten uno de sus antecedentes más históricos, las zori.

Las zori son sandalias de dedo tradicionales de Japón, con suela plana y rectangular, hechas de paja de arroz o madera. Se remontan al período Heian (794–1185) y las llevaban hombres y mujeres con vestimenta formal. convertirse en un producto masivo para el uso cotidiano. En los años cincuenta y sesenta, empresas japonesas empezaron a exportar estas sandalias de goma por todo el mundo y marcas occidentales descubrieron este calzado, como es el caso de la de Nueva Zelanda Morris Yock & Son Ltd., " Sandales).

Una de las marcas más emblemáticas de este tipo de calzado es, sin duda, Havaianas, que, a diferencia de lo que muchos creen, no procede de Hawái, sino que nació en 1962 en Brasil, aunque adoptó ese nombre para dotarlas del glamour estival de estas islas del Pacífico. Havaianas hizo una versión de goma, con su sola característica con patrón de granos de arroz, como recuerdo de las zori. Un motivo en la suela compartido con otros zapatos de verano, como las alpargatas camping que toda la generación X hemos lucido durante la infancia. En un primer momento, las Havaianas tan sólo se producían en blanquiazul, pero un error de producción hizo que se cambiara el azul por el verde, lo que les dio la idea de introducir la gran variedad de colores que las caracteriza actualmente. Las Havaianas se han convertido en un bien de primera necesidad en Brasil, tal y como demuestra el hecho de que el propio gobierno las incluyó en una lista de productos fundamentales, junto con el arroz y las judías.

Aunque en la actualidad ya podemos encontrar este calzado en desfiles de moda, socialmente seguimos percibiéndolos como informales. Lo demuestra la polémica de 2005, cuando el equipo femenino de lacrosse (un deporte en equipo similar al hockey) de la Universidad de Northwestern fue duramente criticado por llevar chanclas a la Casa Blanca en presencia de George W. Bush. Un calzado que muestra tanta piel como muchas sandalias, pero todavía hoy se ve como inadecuado. Una prueba más de que la frontera entre lo aceptable y lo indecoroso puede ser tan delgada como una tira de goma entre los dedos.

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