Viva la vida

Un espacio de libertad donde las mujeres vamos en bolas, nadie te mira mal ni nadie se avergüenza de nada

El vestuario de mujeres
28/04/2025
Escriptora i guionista
2 min

Cómo me gusta ir al gimnasio, a mi gimnasio. Y cómo me gusta la naturalidad que se vive en el vestuario de mujeres. Los cuerpos, allí, son sin más. Sin etiquetas y adjetivos. Las mujeres nos desnudamos y vamos en bolas a las duchas y nos ponemos crema en todas partes y secamos el parrús con secador para no coger cándidas e infecciones de orina. Y nadie te mira mal. Ni nadie se avergüenza de nada. Es un espacio utilitario en el que se hacen amistades (o no). Donde si te dejas el champú alguien te deja, y no sólo el champú, lo que haga falta.

Este espacio con cuerpos de todas las franjas de edad paseándose desnudos o medio vestidos sin más problema que secarse bien los dedos de los pies para evitar los hongos, me entusiasma. Es un oasis de la refotuda presión estética. Y ya sé que esto ocurre en mi gimnasio y en otros no, donde todo el mundo luce y está más por posturitas. Pero esa es la ventaja de ir a un gimnasio con voluntad de barrio y sin que eso quiera decir que es peor (ni tampoco mejor). Hace unos días, por ejemplo, unas cuantas terminamos cantando en las duchas la última canción que habíamos bailado en las clases de Juanda (#Juandatequeremos) y charlando. Y todo, desnudas. Y es esa desnudez natural y franca la que me enamora. La de no preocuparnos por si tenemos más o menos grasa. O de no preocuparnos allí, a pesar de la mirada de otras mujeres, quizás porque se ha establecido un código de mirada neutra y soltada donde todavía es la hora de que oiga algún comentario sobre mirlos, colgajos, papadas, celulitis o cualquier otra supuesta desgracia corporal.

Y no soy idiota, ya sé que hay mujeres del vestuario a quien les preocupa su cuerpo. Mucho. Y que no lo llevan bien. Pero en los momentos comunes de compartir, se olvidan aunque sea sólo por este rato. Pero, de todas, las que me tienen el corazón robado son las mayores. A ellas es a quien Marina Sáez ha dedicado el cómic Aguagua (editorial Ventanas), inspirado en las mujeres mayores que van a nuestro gimnasio. Yo me las miro de reojo e intento identificar a alguna de las protagonistas. Y me imagino a mí misma en unos años, haciendo como ellas, y yendo al gimnasio con una maleta pequeña de cabina, que es más práctico para no cargar, y despojándome y cambiándome y secándomelo todo con la misma alegría que ahora gasto, con la misma alegría que gastan.

Como es natural no tengo ni idea de qué pasa en los vestuarios de hombres y si esa camaradería y naturalidad existe. Me muero de curiosidad pero no me colaré, claro. Sospecho que será un punto medio, pero no quiero especular. Prefiero quedarme con lo que vivo en "nuestro" vestuario. Una experiencia que se aleja, con mucho, de la mirada que vivimos fuera, donde se nos juzga por ser de una u otra manera. Y sólo deseo que ese pacto silencioso y bonito que se vive y se respira en el vestuario de mujeres dure para siempre. Y deseo de todo corazón que sea así en nuestro gimnasio y en todos los demás. Pero si no lo es a lo tuyo, empieza tú por implantarlo. Te aseguro que vale mucho la pena.

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