Música

"Gracias al acordeón, ¡los vecinos del pueblo podían coger por la cintura a sus vecinas y mirarlas a los ojos!"

Ésta es la historia del Encuentro de Acordeonistas del Pirineo, considerado el festival de acordeón diatónico más importante de Europa. Este año, el encuentro se celebra del 25 al 29 de julio

Encuentro de acordeonistas del pirineo en Arsèguel.
Música
Marta Torrent
20/07/2025
7 min

ArséguelHemos ido a encontrar a Artur Blasco (1933) en su casa de Arsèguel, un pequeño pueblecito del Alt Urgell, donde vive desde hace más de sesenta años. Allí realizó una incansable labor, durante estos sesenta años, para recuperar el acordeón diatónico y las canciones populares del Pirineo y su presencia "en tiempos viejos", en el ámbito del Pirineo. Lo encontramos rodeado de cintas grabadas en diferentes formatos, papeles, partituras, libros, instrumentos, cientos de documentos inéditos y únicos, que ha ido recopilando a lo largo de los años. Músico, investigador y divulgador, ha sido premiado con el Premio Nacional de Cultura (2004), la Cruz de Sant Jordi (2001) y el Premio de Actuación Cívica de la Fundación Lluís Carulla (1998), entre otros.

A finales de los años cincuenta, Blasco decidió dejar los estudios para más adelante e ir a dar vueltas por el mundo. En un almuerzo con un amigo suyo en Barcelona, le propuso que le acompañara a un pueblo cerca de la Seu d'Urgell, a hacer una gestión por su padre. "En ese viaje me pasaron dos cosas que me cambiaron la vida –dice–. En Arsèguel compré, a fiar, una casa vieja, Cal Miró", explica. Donde todavía vive. En la Seu d'Urgell, tomando un café en el Café Mundial, sintió de lejos a un hombre mayor que tocaba el acordeón diatónico frente a un bar, a la sombra de los plataneros del paseo. Era una de las polcas que tocaba el taquigrafista de un pesquero de Groenlandia en el que él había trabajado mientras rondaba por el mundo. "Aquel sonido me trajo el recuerdo de Groenlandia, con los icebergs errantes por el mar de la bahía de Baffin rellenos de gaviotas famélicas. Y los bailes de los domingos en el parque Skansen, de Estocolmo. Me acerqué y le pregunté cosas, y él me dijo: «Soy; te interesa todo esto, ven a casa, que te contaré todo», explica. Se llamaba Ricard Muntané, más conocido por Fiter de Canelles. Aquellas dos cosas le hicieron decidir a dejar su vida de viajero, y volver a casa.

Artur Blasco en su casa en una imagen reciente.
Algunas de las cintas grabadas que conserva en su casa.

Un año después, ya instalado en Arsèguel, visitó el Fiter de Canelles, que le dio nombres de gente que sabían tocar, pero que ya habían abandonado el acordeón, y que habían hecho baile por los pueblos con el acordeón diatónico. Todos ellos tenían un rasgo en común; no eran músicos con dedicación exclusiva. Todos tenían otros trabajos, y los domingos y festivos, tocaban por los pueblos a cambio de un estipendio previamente acordado.

Artur Blasco fue masía por masía, pueblo por pueblo, buscando a los padrinos que todavía tocaban el acordeón o que lo habían tocado y lo tenían guardado en el desván. "Lo grabé a todos, y fui recogiendo material. Primero lo grabé con una cámara VHS que me dejaron y después la casa BMC me enseñaron a utilizar una cámara profesional que hacía el audio y las entrevistas a la vez. Algunas cintas se han perdido, he podido salvar un 75% del material.

Parte de las cintas grabadas en casa de Artur Blasco.

"Los fui siguiendo, algunos habían muerto, otros decían que ya no lo tocaban, pero los cité cada martes, día de mercado en la Seu, en un taller de un acordeonista que era electricista, Estevet Ubach, y allí nos reuníamos. Las tertulias de los martes –cuenta Blasco–. coñac de garrafa acompañado de aceitunas negras que Estevet sacaba de una tupina", confiesa. También decidieron rememorar sus repertorios, convirtiendo aquellas tertulias en veladas musicales.

Artur les dijo que le dejaran los acordeones para llevarlos todos a reparar ya afinar en Barcelona, en el taller de Auxèncio Fernandez. “Yo aprendí a tocar el acordeón porque iba a escuchar a un hombre de una masía de aquí, de Ansovell, cuando guardaba las vacas. Anton Pubill, de Cal Ponet. Ton, mientras guardaba las vacas, tocaba el diatónico. solo", explica.

En uno de los encuentros de los martes en el Taller del Estevet, dijo a los padrinos que se reunían que por qué no iban a Arsèguel para hacer una cena juntos en la plaza, que harían una cena sencilla con tortas y cava. Lo importante es que llevaran los acordeones que ya habían hecho reparar y afinar. Esto era el 2 de agosto de 1976, hace cincuenta años. "Y esa noche –recuerda–, volvieron a sonar los viejos acordeones diatónicos del Alt Urgell."

Un encuentro referente en Europa

"A la hora de cenar paramos unas mesas con la juventud del pueblo, y se llenó la plaza de gente. Todo el mundo se lo había comentado, y no sé por qué, la gente se interesó mucho. No hicimos propaganda ni nada, pero se lo dijeron unos a otros, y al año siguiente, que yo no quería hacer ningún festival, «Aquel encuentro lo tenemos que repetir!» Y lo hicimos y se llenó la plaza de gente. el boca-oreja, y todo el trabajo de investigación casi arqueológico que ha hecho Artur Blasco para recuperar las canciones populares que cantaban y tocaban los padrinos y las madrinas del Pirineo, es como se ha convertido en uno de los encuentros de acordeonistas más importantes de Europa. de Arsèguel, y después se ha ido ampliando, primero con una carpa de actuaciones por la noche, y después con actuaciones en otras localidades cercanas, como en la Seu d'Urgell, en el Casino de Puigcerdà y en la colegiata de Santa María de Castellbò, donde acordeonistas de todo el mundo ofrecen conciertos, talleres instrumento en la historia y la vida de los pueblos de montaña.

Encuentro de acordeonistas de Arsèguel.
Encuentro de acordeonistas de Arsèguel.

Ahora el Encuentro dura cinco días y en él participan más de 50 músicos de países diferentes de todo el mundo: América Central y del Sur, Irlanda, Escocia, Suiza, Canadá, Rusia, Italia, Portugal... Y por supuesto, Cataluña. Tiene firmados convenios de colaboración con los festivales Carrefour mundial del acordeón, en Quebec, e Ivan Malinin de Novosibirsk, en Siberia.

Son cinco días de música y danza en los que no sólo se toca durante las actuaciones sino que en las calles se reúnen muchísimos músicos de todas partes, que tocan por plazas y calles, de sol a sol, llenando el pueblo de música tradicional.

"Tuve la suerte de poder vivir inmerso dentro de esta sociedad que conservaban la manera de entender de la vida de antaño y tenían este patrimonio cultural rico. Venían a mí y me decían: «Sabemos que te interesa este tema, en casa está el padrino o la madrina, que ya no canta, pero sano canta, pero sano. colectivos. Con el primer tractor, comenzó el bajón de la canción popular", asegura Blasco.

Explica que la tradición aquí en el Pirineo llegó porque, normalmente, mucha parte de la gente de estos pueblos se habían ido a ganarse la vida en el Rosellón o en el Capcir, en la Catalunya Nord, y allí es donde llegaron los primeros acordeones diatónicos desde el sur de Italia, los Desta, los Casta. Entonces todos se encontraban en el baile de Perpiñán, donde empezaron a tocar estos acordeones. La mayoría carecían de formación musical, tocaban de oído, y normalmente los acordeones eran comprados de segunda mano, de modo que, entre ellos, los acordeones divergían en afinación y tonalidad, y la mayoría de los acordeonistas no eran acordeonistas de profesión, todos tenían sus propios oficios.

El festival se basa en la tradición del acordeón diatónico que usaban estos abuelos de antes, de doble oficio, que hacían los bailes en los pueblos, y que cambiaron el sistema de convivencia. "Por eso el acordeón diatónico es más que un instrumento musical, es un elemento revolucionario de la sociedad rural, no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo".

Encuentro con los acordeonistas del Pirineo.

Una orquesta en manos de un solo hombre

Con el acordeón, la mano izquierda hace bajos y acordes, y la mano derecha hace melodías y acordes. Toda una orquesta en manos de un solo hombre. "Gracias al acordeón, cada domingo, los vecinos del pueblo podían coger por la cintura a sus vecinas y mirarlas a los ojos! Les cambió el mundo. Piensa que en la mayoría de los pueblos sólo vivían quince personas, y no había ni gente, ni dinero para alquilar orquestas", explica. Eran canciones que estaban de moda al momento y los músicos las sacaban de oído para tocarlas con el acordeón.

A lo largo de los años, Artur Blasco ha inventariado casi 1.600 canciones populares que se cantaban por la zona, y todas estas grabaciones han dado como resultado un fondo de música en vivo, que se ha editado en formato DVD, en 80 discos, que forman parte del fondo videográfico de la Generalitat de Catalunya.A pie de los caminos del cancionero reúne las canciones recogidas y grabadas en vídeo, y las entrevistas personales que hizo Artur Blasco a 300 cantantes informantes de unos 200 pueblos y masías diferentes de las comarcas de la Alta Ribagorça, la Ribagorza Aragonesa, el Vall d'Aran, el Pallars Jussà, el Pallars Solsonès, la Cerdanya, el Berguedà, el Ripollès y la Garrotxa.

El departamento de Cultura de la Generalitat ha digitalizado todas las cintas que todavía se podían salvar de las muchas que grabó Blasco, y en 2015 se incorporó toda la documentación audiovisual al fondo de la Fonoteca de Música Tradicional Catalana. De esta forma, se preserva un patrimonio histórico y sonoro inédito de la música del Pirineo.

Muchos de esos acordeones de los padrinos que tocaron en el primer encuentro de acordeonistas en Arsèguel forman parte del fondo que tiene el Museo del Acordeón en Arsèguel. "Son de esas familias que después me les han dado y forman parte del legado del museo", explica. Es un museo privado que crearon Blasco y su esposa, porque, nos dice, venía gente de todas partes que querían ver los acordeones. Con la ayuda del programa Leader Plus de la Unión Europea, compraron y restauraron una casa en medio del pueblo, que se había desmoronado y nadie quería.

"Quedará como testigo de quiénes somos, y de dónde venimos. Cuando yo salgo al escenario, nadie viene a oírme cantar a mí, que no sé. Lo que yo sé es la historia de las canciones y de quien las cantaba, y eso cuento, la historia", asegura Blasco.

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