476 días atrapado en un ERTE

Alrededor de 90.000 trabajadores en Catalunya continúan incluidos en un expediente de regulación temporal de empleo

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Las oficinas de Trabajo de la Generalitat comparten espacio con el SEPE.

Semana del 16 de marzo de 2020. Habían pasado solo tres días desde que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunciaba que declaraba el estado de alarma por la irrupción del covid. Aquella semana el ejecutivo central presentaba un plan de choque para hacer frente al desastre económico que se veía a venir que provocaría la pandemia y que preveía, entre otros, la medida estrella de esta crisis: los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Unos expedientes con los que las empresas se ahorran la mayoría de las cotizaciones a la Seguridad Social de la plantilla y los trabajadores mantienen el trabajo cobrando un 70% del sueldo.

Y es desde aquella semana que Rafa Nicolau, que es recepcionista de un hostal próximo al Camp Nou desde hace más de siete años, se encuentra atrapado en un ERTE. Lleva, pues, casi 16 meses o 68 semanas o 476 días sin trabajar y esperando recibir la llamada de su jefe comunicándole que ya puede volver a la añorada normalidad. A pesar de la incertidumbre de la situación, de momento lo único que sabe es que esta reincorporación no llegará, como mínimo, hasta septiembre. “Hoy por hoy solo tenemos cinco reservas para aquel mes y con esto no se paga ni el sueldo de un trabajador”, admite.

En estos 476 días ha pasado por todos los estados anímicos. Cuando Sánchez anunció el estado de alarma –recuerda– estaba de vacaciones en Brasil con su hija visitando a la familia (Nicolau es brasileño) y tuvo que correr hacia el aeropuerto para cambiar los billetes y avanzar la vuelta. El 19 de marzo ya estaba en Barcelona. “Al principio lo llevaba bien porque ya hacía tiempo que quería cambiar de sector laboral, estaba cansado y necesitaba parar, respirar y pasar más tiempo con mi familia”, explica. Pero a medida que han ido transcurriendo los meses este confort se ha vuelto inquietud y, sobre todo, ganas de recuperar la rutina. “Llega un momento que, aunque hagas muchas cosas, necesitas volver a trabajar. Quiero volver a mi día a día”, remacha.

Cambio de rumbo laboral

Durante esta larga parada, sin embargo, no ha estado de brazos cruzados. Lo ha aprovechado precisamente para provocar el cambio laboral que desea. Nicolau es graduado en relaciones institucionales en Brasil y poco antes de que estallara la pandemia finalizaba un máster universitario de responsabilidad social corporativa que ha cursado en Barcelona. A perdido la cuenta ya de la cantidad de currículums que ha enviado en estos dieciséis meses y todos con el mismo resultado: “No me han llamado ni para una entrevista porque piden muchos años de experiencia. Buscar trabajo con el actual contexto es realmente muy complicado”, remacha.

Pero la prisión del ERTE no solo le está afectando anímicamente sino también económicamente. Paga una hipoteca y su salario se ha visto reducido un 30%. “Antes llegaba a final de mes con algunos ahorros, ahora ya no los tengo”, detalla. Aún así, su situación –reconoce– no es alarmante porque su pareja es profesora y ha mantenido el trabajo durante toda la pandemia.

El contacto con la propietaria del hostal –que es un negocio familiar– y sus compañeros de trabajo –la plantilla está formada por siete personas– ha sido constante en todo este tiempo y esto hace que sea muy consciente de las dificultades en que se encuentra el sector hotelero, uno de los más afectados por la crisis junto con el ocio o la restauración. “Tiene que llegar turismo extranjero para poder sacar hacia delante el negocio y la quinta oleada no ayuda nada”, asegura. ¿Cuál sería el futuro del hostal si no se alargan los ERTE más allá del 30 de septiembre? Nicolau no duda a la hora de responder: “Tendría que cerrar porque quebraría”.

El miedo de quedarse sin trabajo

Desde que llegó a Barcelona, ahora hace diez años, siempre ha trabajado en el sector turístico a pesar de tener otra formación. “Era el único ámbito en el que tenía experiencia y donde encontré trabajo”, recuerda. Ante la acumulación de noes que ha recibido durante estos 476 días, es consciente de que será muy difícil encarar un nuevo camino laboral. “Seguiré buscando, pero ahora mismo estaré satisfecho si vuelvo a mi puesto de trabajo porque estoy a gusto. Lo único que no quiero es tener que pasar por un cierre de negocio y quedarme sin trabajo”, mantiene.

Como Nicolau, en Catalunya había al cerrar junio –según los últimos datos que ha dado el ministerio de Trabajo– 89.448 personas en ERTE mientras que en España ya se ha bajado del umbral de medio millón con 447.800 personas. Las dos cifras están lejos del punto más álgido al que se llegó en mayo de 2020: en Catalunya se registraron 618.780 ERTEs y en España se superó la barrera de los 3,5 millones de personas.

Los parados temporales, en cifras

89.448

Es el número de catalanes incluidos en un ERTE a finales de junio, según los últimos datos del ministerio de Trabajo   

447.800

Es la cifra de parados temporales en España en junio. Este dato superó los 3,5 millones en mayo de 2020

45.226

Son las mujeres incluidas en un ERTE que había a finales del mes pasado en Catalunya. De hombres había 44.222.

618.780

Fue el pico de ERTEs al qué llegó Catalunya en mayo de 2020 durante el punto álgido de la pandemia

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