Aerolíneas

1.056 vuelos: así vive el aeropuerto de El Prat su día más frenético

El aeródromo barcelonés arranca el pico de operaciones del verano en medio del debate sobre el modelo turístico

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Imagen de la T1 del aeropuerto de El Prat de este jueves 1 de agosto.

BarcelonaEntre los 1.056 vuelos que aterrizarán y despegarán este jueves en el aeropuerto de El Prat, los Arnau han logrado cuadrar un rato para un encuentro familiar atípico, entre cafés a precios excesivos y un incesante trasiego de maletas. Los abuelos, Joan y Dolors, han venido a recoger a su hija Isabel y sus nietos Joel, Aleix y Mencía, que viven en Lanzarote, mientras la otra parte de la familia, Miquel, Gabriela y Ariadna , marchan rumbo a Miami a hacer un crucero por el Caribe. Cerca de él, Jesús y su tropa han formado un círculo improvisado de equipajes en el vestíbulo de salidas de la T1 mientras esperan a reunir al equipo de 12 personas que viajarán juntas a Tailandia durante dos semanas. "Nos contuvimos un poco con la pandemia, pero cada año intentamos realizar un buen viaje", dice este barcelonés, que el pasado verano visitó la isla africana de Cabo Verde. El avión que están a punto de tomar es sólo una pequeña fracción de los 5.085 vuelos comerciales que se operarán del 31 de julio al 4 de agosto en la primera infraestructura catalana, un 6% más que el año pasado. En este rincón de mundo, y en un primero de agosto, no hay rastro de los intensos debates sobre cómo repensar el turismo y los problemas que genera.

Las últimas gestiones de quienes están a punto de irse de vacaciones se solapan con recibidas como la sorpresa que han preparado Carolina, sus tres hijos y los cuñados para su marido, que llega de un mes a Estados Unidos por trabajo y ahora disfrutará de una semana con los suyos en San Sebastián. Allí mismo, Ben se ha camuflado entre los servicios de recogida de turistas con un cartel casero para recibir a su amigo Doug, otro británico que vive en Australia y que pasará el fin de semana buscando "playas y fiesta" en Barcelona. "Vi las imágenes de las pistolas de agua [durante la manifestación de principios de julio para poner límites al turismo]. Los ingleses ya nos hemos acostumbrado a no ser muy bienvenidos a ninguna parte, pero el problema del turismo no es sólo de aquí, pasa en todas partes", opina.

Territorio 'low cost'

En la T2, donde reinan las tarifas baratas de Ryanair, Manel y Toni llegan asombrados a la cola larguísima que ha formado la aerolínea irlandesa para facturar el equipaje de todos los vuelos de la jornada. En su caso, el viaje no es por ocio sino por el concierto que su grupo de rumba catalana, los Sabor de Gracia, tienen en Mahón (Menorca). "Por suerte hemos venido con tiempo porque el cantante lleva una guitarra especial que debe ir a la bodega a toda costa", dicen, resignados. Todos los viajeros que circulan por la terminal han elegido opciones low cost para sus vacaciones, como las cinco amigas suizas que acaban de aterrizar de Basilea en un vuelo de EasyJet. "Nosotros somos de Lucerna, donde el gobierno está siendo más estricto para parar a los Airbnb. Entiendo que en Barcelona hay muchos turistas y que cada vez es más caro vivir en la ciudad para los que son de aquí", admite Sophie, una de estas visitantes.

En la misma zona de llegadas alguien ha olvidado una mochila azul marino en un banco y dos trabajadores –que piden mantener el anonimato– la custodian mientras charlan desde los vehículos con los que trasladan las carretillas para maletas de una punta a otra del aeropuerto. "Si no fuera por ese caballo [la escultura del colombiano Fernando Botero] y el mosaico de Miró, todo esto ya lo habrían tirado al suelo. Sólo lo mantiene Ryanair porque todavía tiene muchos vuelos", dice uno de ellos señalando obra de arte. Reconocen que este verano hay mayor seguridad y Mossos d'Esquadra patrullando por la terminal, pero también advierten que han aumentado los hurtos en la instalación. "Ha habido un efecto llamada: las bandas organizadas han visto que se puede robar en el aeropuerto fácilmente", apunta uno de esos empleados.

Lauren y su séquito de 13 amigas comen nuggets y patatas a media mañana ajenas a estas advertencias. Han escogido la capital catalana para su despedida de soltera "porque era más barato que las demás opciones" y ya tienen preparada una noche de spa y una ruta de "beach clubs y pool parties" para su estancia. "No he leído demasiado sobre las protestas contra el turismo. Las entiendo, pero es un negocio que también lleva mucho dinero y que emplea a muchos trabajadores", defiende esta futura novia de Birmingham. La boda será en septiembre, pero lejos de las previsiones de lluvia del Reino Unido, en otro lugar de cuesta asfixiado por el negocio turístico: la isla griega de Santorini.

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