Alud de disoluciones entre las sicav: una de cada tres desaparece en una semana
La liquidación de los 'hombres de paja' que muchas de ellas tenían las empuja a cerrar
Las sicav han dejado de tener sentido en España, o al menos eso piensan muchos de los que hasta ahora tenían el dinero en estos vehículos de inversión. En cuestión de días, centenares de sicav han comunicado su disolución por la entrada en vigor de una nueva legislación que establece requisitos más rigurosos para poder acogerse a este régimen.
Solo este martes ha habido unas 290 sicav que han comunicado su desaparición y, si miramos los últimos seis días, el número de disoluciones supera las 750, es decir, un 33% de las 2.307 que había hace tan solo un mes, cuando finalizó el 2021, según se puede comprobar en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Seis años atrás, en 2015, había 3.400.
El principal engaño que se producía en las sicav era la existencia de hombres de paja, conocidos como mariachis en el argot financiero. Una sicav es un vehículo de inversión colectiva, como los fondos de inversión. La particularidad es que –para justificar que son colectivas– las sicav tenían que agrupar a al menos 100 accionistas. Pero esto a menudo no se cumplía: un único inversor (o una familia) podía tener la inmensa mayoría del capital y el resto no pintaban nada. Eran mariachis. La nueva ley ahora obliga a que los accionistas de una sicav hayan invertido al menos 2.500 euros individualmente. Los mariachis han quedado, así, heridos de muerte.
Una hija de Amancio Ortega, Sandra Ortega, tiene por ejemplo una sicav con 105 socios más, pero ella controla el 99,6% del capital. Ahora ha comunicado que en vez de cerrarla, como han hecho otras muchas sicav, pasará a tributar un 25% de sus beneficios en vez del 1% que pagan normalmente estos vehículos. En el País Vasco y Navarra, donde hace años ya se introdujeron restricciones en las sicav, "prácticamente han desaparecido", explica Adolfo Rovira, socio de Cuatrecasas especialista en fiscalidad financiera.
Los expertos coinciden en decir que la mayoría de sicav que conocen están cerrando y trasladan el dinero a un fondo de inversión español. Normalmente, para hacer este cambio se tendría que tributar en IRPF por las ganancias acumuladas, pero la ley permite una fase transitoria en la que no se tiene que pagar nada para hacer este cambio.
Las prisas de los últimos días, que explican el alud de disoluciones, responden al hecho de que este 31 de enero expiraba el plazo para comunicar a la CNMV que ya se había planteado a los socios si querían cerrar la sicav. A pesar de que formalmente el cierre se puede hacer durante todo el 2022, de facto muchas han optado por comunicar ya la disolución.
¿Cuáles eran los privilegios?
Las sicav, en realidad, tenían una fiscalidad como la de cualquier fondo de inversión: pagan el 1% anual mientras los inversores no toquen el dinero que tienen metido. Ahora bien, cuando lo retiran, tienen que tributar el IRPF que corresponda. En este aspecto, por lo tanto, no había ningún privilegio a pesar de la fama que arrastraban.
Donde sí había un privilegio era en el hecho de poder actuar como un vehículo de inversión colectiva cuando, en realidad, muchas sicav no lo eran (simplemente, estaban llenas de mariachis). "Todo vehículo de inversión tiene que tener un gestor y un depositario", explica Albert Sagués, socio de fiscal de RSM Spain. "El gestor gestiona, pero no toca el dinero, porque lo tiene el depositario". Esta separación de poderes, sin embargo, se difumina en las sicav, donde una misma persona podía controlar una inmensa mayoría del capital. Con este poder, el máximo accionista puede intervenir en el proceso de decidir dónde se invierte el dinero o cuándo se cobran los beneficios que se han generado, por ejemplo. El gobierno nunca controló muy a fondo esta disfunción. "En el tema de los 100 accionistas había mucha laxitud", admite Sagués.
Para Rovira, España cometió un pecado original con las sicav al imponer un mínimo de 100 accionistas. Según dice, en otros países lo que importa no es que sea una plataforma de inversión colectiva sino en el hecho de que cualquier persona pueda invertir, como ya se puede hacer hoy en día.
En vista de la nueva normativa, los caminos que tienen las sicav son básicamente cuatro:
- Primero, seguir igual porque se cumplen los requisitos.
- Segundo, seguir como sicav, pero pagando un 25% de impuesto sobre sociedades anualmente (en vez del 1% actual).
- Tercero, desaparecer y transferir el dinero a un fondo español (así no tienen que tributar nada por el cambio).
- Cuarto y último, ir a otro país que no esté bajo jurisdicción española, como Luxemburgo, donde pueden mantener las condiciones que ya tenían hasta ahora. Esta tercera opción "es cara", explican las voces consultadas, puesto que para hacer eso sí se tiene que tributar el IRPF. Pero hay maneras de evitar una factura elevada: primero se transfiere el dinero de la sicav a un fondo español y, después, se lleva a Luxemburgo en virtud de la libertad de movimientos de capital de la UE. Siempre hay un camino alternativo.