La cara oscura de las fusiones bancarias
Las operaciones conllevan despidos, cierres de oficinas y choques en la cultura corporativa
BarcelonaEl Banco Central Europeo ha defendido siempre que ha tenido ocasión a lo largo de la última década la necesidad de tener entidades mayores en el ámbito europeo. Por tanto, la gran entidad que resultaría en caso de triunfar la opa del BBVA sobre el Sabadell sería, vista desde este prisma, una buena noticia para Europa: "Fusiones hay que van bien y otras que no tanto. Si funciona bien, tienes una mayor empresa y al continente europeo ya le va bien", explica Oriol Amat, catedrático de economía financiera de la Universidad Pompeu Fabra y presidente del observatorio de la pyme de la patronal Pimec, que elaboró un informe sobre el posible impacto de la adquisición del Sabadell por parte del BBVA.
Ahora bien, Amat añade que éste no puede ser el único elemento a tener en cuenta para autorizar la opa y no es lo que tendrán en la cabeza los accionistas del Sabadell si deben acabar votando si apoyan o no . Además, durante la crisis financiera de 2008, "los bancos fueron bien o mal no por la dimensión, sino por la gestión", recuerda Amat sobre aquellos años. El economista también recuerda que actualmente el Sabadell es un banco que "funciona con normalidad" y está "dando mucho dividendo".
La operación tendría "un impacto social muy importante", empezando por los usuarios de los bancos y empleados, pero también más allá, indica el catedrático. "Aparte de los accionistas, está el resto de stakeholders", es decir, todos los actores afectados por la actividad de ambas empresas, desde proveedores hasta clientes. "Hay que mirar el bien común", apunta. Es por eso que la primera decisión para los reguladores que se han de pronunciar sobre la opa será si dan prioridad a los derechos de los consumidores oa la creación de un gigante.
Los precedentes de la crisis financiera
La hipotética compra del Sabadell no es la primera operación de adquisición que realiza BBVA sobre una entidad catalana. Precisamente con la citada crisis financiera de 2008, el banco hoy presidido por Carlos Torres acabó adquiriendo CatalunyaCaixa, la entidad resultante de la fusión de las cajas de Catalunya, Tarragona y Manresa. Aquel proceso de absorción da pistas de por dónde podrían ir las cosas.
En el momento de quedarse con CatalunyaCaixa, la entidad de origen vasco aplicó un expediente de regulación de empleo (ERE) para reducir la plantilla de la entidad catalana a través de despidos, prejubilaciones y bajas voluntarias. "A los trabajadores del BBVA no les afectó nada", rememora Raquel Puig, ex secretaria general del Sindicato de Ahorro de Catalunya (SEC) y miembro de los equipos negociadores de cuatro ERE en el BBVA, que han afectado intensamente a Catalunya.
Las dificultades para los representantes sindicales de la entidad afectada por el expediente es que negocian "a ciegas", apunta Puig. "Ignoras totalmente cómo funciona la otra entidad", dice. "Cuando hacíamos una propuesta, los negociadores del BBVA nos decían que tenían que consultarlo. No teníamos interlocutores que tomaran decisiones", añade sobre el proceso negociador.
Al igual que el Sabadell, las cajas eran entidades más pequeñas que el BBVA, que es "una macroentidad", comenta el exdirigente del SEC. "No son entidades paralelas", remacha. Esto provocó que para los nuevos trabajadores hubiera "un choque de cultura" corporativa, que se sumó a las incertidumbres propias de no saber si finalmente se verían afectados por los despidos (siempre se anuncia en el último momento quien pierde su trabajo ), a posibles reubicaciones del puesto de trabajo fruto del cierre de oficinas oa cambios de funciones dentro de la empresa. Estas tensiones internas y los planes de despidos son habituales en procesos de compra de empresas: "La mayor entidad tiene diseñado su modelo", dice Amat.
Los cambios y los despidos no se limitaron a los trabajadores. En la mayoría de opas, los equipos directivos de las empresas compradas también suelen saltar tarde o temprano. En el caso de CatalunyaCaixa, muchos altos cargos "decidieron marcharse antes y se buscaron la vida enseguida", señala Puig. Otros perdieron el trabajo al ser despedidos o se acogieron a los planes de jubilaciones anticipadas.