La opa del BBVA se deshincha
El sector financiero coincide en que la decisión de Competencia es un duro golpe para la operación
Barcelona / Madrid"Creemos en esta operación y creemos que es buena para los bancos, para la economía y para la sociedad en general". Son palabras de esta mañana del consejero delegado del BBVA, Onur Genç, horas después de recibir la dura noticia de que, por ahora, Competencia no ve con buenos ojos la opa sobre el Banc Sabadell y que la envía a fase 2, hecho que es una victoria para un banco catalán que ha reiterado su voluntad de seguir en solitario. El ejecutivo turco ha precisado que "respetan" la decisión, que continuarán colaborando con la CNMC, pero ha vuelto a admitir, como hizo hace dos semanas, que podrían retirar la operación en función de las condiciones que pueda imponer Competencia: “Si afectan a la creación de valor, no dudaremos en retirarla”.
A continuación, Genç ha preferido no detenerse a comentar la jugada con la prensa que le ha escuchado en el encuentro del sector financiero organizado por Deloitte este miércoles. El directivo se ha ido rápidamente.
El reverso de la moneda era César González-Bueno, consejero delegado del Banc Sabadell. Aunque la entidad catalana con sede en Alicante trata de evitar cualquier signo de euforia, el directivo madrileño no podía esconder su satisfacción con la decisión de la CNMC: “Que se alargue en el tiempo ayuda a la claridad y a que todo se ponga sobre la mesa, con luz y taquígrafos”, ha dicho. El directivo ha insistido en que la opa hostil tiene el rechazo de clientes y trabajadores, así como de otros "colectivos" que quieren ser escuchados. Es el caso de la patronal catalana Foment del Treball y los sindicatos.
El hecho de entrar en la fase 2 permite a la CNMC pedir información más allá de los dos bancos implicados. Asimismo, permite al Sabadell personarse en contra de la opa ante Competencia (en la fase 1 sólo puede contestar a sus solicitudes de información), algo que la entidad de origen vallesano no ha dudado en hacer esta misma mañana. Con todo, González-Bueno ha apuntado que entre los accionistas planean más dudas que certezas. Sobre los institucionales, ha dicho que "hoy ven que no hay precio". En cuanto a los minoritarios, ha recordado su vínculo "emocional" con el banco.
Lo que se decía ante los micrófonos, sin embargo, es muy diferente de lo que se comentaba en los pasillos financieros. Varios banqueros de primer nivel consultados por este diario son contundentes a la hora de afirmar que la opa anunciada en mayo nunca ha tenido una posición más débil. “Eso es un gran blow-up, un batacazo importante”, afirmaba una de estas voces, que pide el anonimato. Una segunda voz iba en la misma línea: “Si la operación no ha muerto, casi; esto deja la opa en un estado muy débil y muy frágil”. Un tercer directivo hacía el símil tenístico para valorar el impacto de la resolución de Competencia: “El Sabadell ha ganado el primer set y el rival está muy cansado; esto es durísimo para el BBVA”.
Esta unanimidad a la hora de valorar la fragilidad que vive la operación que se planteó el 9 de mayo responde a varias cuestiones. En primer lugar, cabe recordar que el BBVA plantea una compra con intercambio de acciones. Esto significa que cuanto peor sea su situación, menos atractiva es la oferta. Y el banco de origen vizcaíno valía a finales de abril 63.000 millones (a 10,90 euros la acción) y ahora está en los 51.000 millones (a 8,87 euros la acción, lo que supone una caída del 19 % en estos meses).
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el BBVA siempre tuvo un punto deprisa en realizar la operación. Los expertos consultados lo explican por dos factores: por un lado, a los mercados no les gusta mantener su incertidumbre durante muchos meses. “Esto molesta a los inversores y la duda sostenida afecta más al BBVA que al Sabadell”, explica un banquero. Por otra, distintas voces apuntan a que el banco que preside Carlos Torres calculaba desde el primer día que tenía un doble riesgo político con las elecciones en México (ganó la candidata que menos gusta a los bancos) y especialmente en Estados Unidos. La victoria de Trump es un duro golpe para BBVA, porque el mandatario ha anunciado aranceles del 75% a todos los productos mexicanos. Esto en un país que tiene más del 70% de sus exportaciones a EE.UU., y que supone el 43% de los ingresos del banco: si la economía mexicana sufre, el BBVA sufrirá. Una posibilidad es que para hacer frente a los aranceles el peso mexicano pierda valor, lo que también perjudicaría al banco de origen vizcaíno.
Otras voces recuerdan que el BBVA tiene un riesgo reputacional grande asociado al caso Villarejo, en el que el propio banco podría ser juzgado.
En el sector también apuntan que el hecho de que las comunidades autónomas puedan entrar ahora a decir la suya ante la CNMC complica las cosas en el BBVA (los gobiernos de Catalunya y del País Valenciano, de diferentes colores, han estado siempre en contra) y también apuntan que ni siquiera una mejora de la oferta podría cambiarlo. “A la CNMC le da igual el precio”, apunta una fuente. "Las mejoras de precio y las cosas amistosas quedan en el pasado", remacha otra.
Pesimismo interno
Fuentes financieras consultadas por el ARA explican un último detalle que explica la semana horribilis que vive el banco vasco desde que Trump ganó las elecciones. Desde que se conoció el interés del BBVA por el Sabadell, en la cúpula del banco vasco en Catalunya se había mantenido un optimismo pétreo en el sentido de que la operación se realizaría. Pero la semana pasada esto cambió, y se envió un mensaje de inquietud a los trabajadores: la victoria republicana en EEUU cambiaba el escenario. La decisión de la CNMC se suma a ese pesimismo y la continuidad del Sabadell como entidad en solitario aparece ahora cuanto más probable que nunca.