Segundo intento del BBVA de comprar Banco Sabadell: todas las claves de la operación
El banco de origen vasco hace público que quiere adquirir la entidad catalana con sede en Alicante, mientras el Sabadell confirma que lo analizará "adecuadamente"
Barcelona"Sería una mala noticia para Catalunya". La categórica reflexión de un veterano banquero llegaba horas después del choque financiero que se produjo a mediodía al saberse que el BBVA está negociando para comprar el Sabadell. Es, sí, el segundo intento tras la operación fallida de otoño del 2020. Y, según las fuentes consultadas, tiene buenas posibilidades de prosperar.
La película de la jornada ha sido vertiginosa: por la mañana Sky News publicaba que había negociaciones para una fusión. Portavoces del Banc Sabadell negaban ese extremo, mientras el BBVA no lo confirmaba. Pero a mediodía estallaba la bomba: "El BBVA confirma que ha trasladado al presidente del consejo de administración del Banc Sabadell el interés del consejo de administración del BBVA en iniciar negociaciones para explorar una posible fusión entre ambas entidades". El segundo banco español comunicaba así a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el regulador bursátil español, su intención de adquirir al Sabadell. Poco rato después, el banco catalán con sede en Alicante lo confirmaba: "Banco Sabadell confirma que ha recibido a las 13:42 horas del día de hoy una propuesta escrita indicativa del BBVA para una fusión. El consejo de administración del Banc Sabadell analizará adecuadamente todos los aspectos de la propuesta”.
La reacción a las bolsas no ha tardado en notarse: pasadas las tres de la tarde, el Sabadell despegaba más de un 6%, mientras que el BBVA caía más de un 7%. Al final de la jornada, el Sabadell subía más de un 3% y el BBVA caía en torno al 6%.
El precedente de 2020
Superado el choque inicial, los teléfonos de los principales despachos financieros empezaban a sonar y quedaba clara una cosa: lo que se vivirá en los próximos días no tiene nada que ver con lo que se vivió en otoño del 2020. Entonces el BBVA hizo un intento marcado por la falta de confianza (los directivos del banco de origen vizcaíno ocultaron a los del Sabadell la venta de su filial en EE.UU. y dijeron en plena negociación que tenían otras opciones) y por la situación de extrema debilidad del Sabadell , que tenía el precio de la acción por debajo de los 30 céntimos ya tiro de opa.
Carlos Torres, presidente del banco azul, y su consejero delegado, Onur Genç, quisieron imponer entonces condiciones muy duras a la compra, que incluían sólo una vicepresidencia para Josep Oliu y un reparto de poder radicalmente favorable al BBVA. El precio ofrecido por los compradores tampoco era demasiado bueno: Torres se plantaba en cerca de 2.250 millones de euros, y Oliu pedía entre 250 y 400 millones de euros más.
Pasados cuatro años, la situación ha cambiado radicalmente. "El Sabadell ha cambiado mucho y para bien", explican fuentes cercanas a BBVA. "En el 2020 eso era casi un rescate; hoy Oliu tiene una posición de fuerza", añade una segunda voz. Esta posición de fuerza se ve directamente en el precio del banco: si hace cuatro años la oferta rondaba los 2.000 millones, roza ahora los 10.000 de capitalización. Un veterano del Ibex 35 da por sentado que el Sabadell tendrá la fuerza de pedir consejeros, y especula que Oliu podría incluso ser copresidente.
"El BBVA tendrá que explicar muy bien que no compró por 2.000 y podría comprar por más de 10.000", apuntaba un directivo bancario. Pero otra fuente recuerda que el BBVA está "supercapitalizado", con una holgada posición de liquidez y la perspectiva de superar los 10.000 millones de euros de ganancias por primera vez. Esta voz apunta a que el reciente fichaje como consejera de Cristina de Parias, histórica defensora que había que comprar el Sabadell, puede haber sido clave. Y da otra pista: la operación se realizará en canje de acciones, y no en cash, como se había llegado a plantear hace cuatro años.
Oliu, figura clave
En el sector financiero existe un cierto consenso en que Josep Oliu es clave para posibilitar la operación. A sus 75 años, una fusión podría ser su última gran operación. Algunas voces apuntan que darle luz verde sería ver al Sabadell integrado en lo que sería un nuevo monstruo financiero (se calcula que superaría a CaixaBank una vez tragada Bankia y que se acercaría a la dimensión del Santander) y blindar el interés de los accionistas . "El Sabadell, a diez años vista, no tiene un tamaño que le garantice la continuidad, y esta operación sería buena", apuntaba un financiero. "Los accionistas lo aplaudirían y el mercado también", añadía. "Para Oliu sería un gran final", sostiene una de las voces consultadas.
Pero existe un contrapunto. "Pienso que Oliu vivirá esto como el abrazo del oso", apunta otro banquero. "Y no es agradable, porque ahora tiene un banco muy bien valorado, con muy buenas perspectivas... Creo que él se veía más protagonizando una operación corporativa", añade, en relación con una eventual compra de Unicaja por parte del Sabadell.
Lo cierto es que todas las fusiones tienen una parte negativa y ésta no es una excepción: en el 2020 se calculaba que unos 5.000 trabajadores perderían el trabajo, la mayoría del Sabadell. Ahora esta cifra seguiría siendo importante, aunque menor, porque el Sabadell ha realizado dos reducciones de plantilla desde entonces, lo que ha reducido su red un 20%. También supondría el fin de una entidad fundada en 1881 y una de las principales empresas catalanas, con la pérdida de un importante polo de poder y de cargos de responsabilidad con una mirada catalana. "En una operación así el empleo no cuenta; hay altos niveles de cinismo. El tema es la rentabilidad y la vuelta al accionista", decía un banquero a preguntas del ARA. "Desgraciadamente, en una fusión lo que cuenta son las sinergias para recortar costes, funciona así", añadía otro.
Fredor del gobierno catalán y español
La consellera de Economia, Natàlia Mas, ha sido clara al valorar la noticia, expresando su "respeto" por la decisión que tomen las entidades, pero avisando de que "los ciudadanos y las pymes catalanas necesitan más entidades financieras, y no menos" .
En efecto, una fusión entre el BBVA y el Banc Sabadell reduciría a los actores de un sector que desde la Gran Recesión no ha dejado de concentrarse. Por eso el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha apelado a esta situación: "No sólo es importante fomentar que el sector siga teniendo estos buenos niveles de rentabilidad y solvencia [...], sino que también es importante que el sector financiero siga manteniendo una situación competitiva".
Los sindicatos, por voz de CCOO, se han apresurado a pedir que se garanticen los puestos de trabajo. Pero no parece una petición muy realista en este caso, especialmente por la sostenida apuesta del BBVA en Catalunya: en el 2012 se quedó las tres cajas de Unnim, en el 2014 las tres de CatalunyaCaixa y ahora apunta al Sabadell. Las recurrencias de la red de oficinas y también en el ámbito de cargos directivos son obvias, y la naturaleza de las fusiones también.