ALIMENTACIÓN

La cañita del cóctel ya no es un estorbo

El start-up Sorbos ha patentado una paja comestible para bebidas frías con el objetivo de reducir los residuos plásticos.

La cañita del cóctel ya no es un estorbo
Jana Homs Donés
04/12/2016
2 min

Hielo, licor, trozos de fruta y una buena sacudida. Un cóctel elaborado con productos naturales y de calidad que el cliente a menudo se bebe con una cañita de plástico. Elstart-up catalana Sorbos ha inventado cañas comestibles con sabor a fresa, limón y limón para maridar combinados sin cambiar su gusto ni color. El cofundador de la empresa, Víctor Sánchez, explica que el producto se puede utilizar en cualquier bebida fría, desde horchatas hasta copas: “Si te piden un refresco con hielo y limón, en vez de poner una rodaja de fruta puedes servir el vaso con una cañita con sabor a limón”. El azúcar es el ingrediente base de los Sorbos, lo que permite que el artículo no caduque hasta los dos años y que sea apto para adultos y niños. La caña funciona correctamente durante un mínimo de veinte minutos desde que entra en contacto con el líquido; pasado ese tiempo, puede romperse.

El precio de una cañita es de 12 céntimos. Si el cliente quiere poner en uno de los extremos el nombre o logo de la compañía con tinta comestible, el precio subiría hasta los 18 céntimos. Actualmente Sorbos fabrica un millón de unidades al mes pero ya está desarrollando una nueva máquina que le permitiría quintuplicar su producción. Además de mejorar la tecnología, la compañía quiere geolocalizar los establecimientos que han escogido ser responsables con el medio ambiente y sustituir a las cañas de plástico por las suyas. Otro plan de futuro es lanzar de nuevos gustos de cara al verano. "De momento estamos experimentando con canela, jengibre y manzana verde", dice Sánchez, quien añade que hasta ahora todas las inversiones las han hecho a partir de recursos propios para conseguir que los socios se impliquen y vivan el proyecto.

“Yo no fabrico golosinas: aparte de innovar en el sector de la hostelería, intento hacer el mundo más sostenible”, señala el empresario. Según dice, en Estados Unidos se consumen 500 millones de cañas de plástico al día y este material constituye el 90% de los desechos flotantes del planeta. Sánchez asegura que ha perdido negocios con cadenas de supermercados porque querían empaquetar las cañas con plástico transparente: "Por suerte, en el mundo de la restauración todo lo que no es sostenible o natural tiende a desaparecer". Sánchez no desvela la facturación de Sorbos, pero señala entre sus primeros clientes una cadena de hoteles y una de restauración.

El proyecto de Sorbos nació hace tres años. Entonces, Sánchez trabajaba como brand ambassador para una compañía de ginebra cuando tuvo su idea. Junto con un amigo pastelero, desarrollaron un caramelo para poner dentro de las copas y por sorpresa de ambos el producto tuvo muy buenas reacciones. El empresario explica que esa misma noche buscó por internet si alguien había inventado algún artículo similar, y al ver que no, decidió montar la empresa. La Universidad de Barcelona ofreció a Sorbos un ingeniero alimentario y así es como Albert Montferrer empezó a trabajar para averiguar la fórmula que posteriormente patentaron. Sánchez pondera así los esfuerzos por sacar adelante el start-up : "Antes ganaba más dinero pero pienso en la satisfacción que me ha aportado crear un producto y creo que el cambio ha merecido la pena".

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